Lo que la Ciencia nos enseñó sobre el amor en 2015

Por qué somos exigentes para emparejarnos, cómo nos cambia el cerebro al enamorarnos o la mejor hora para el sexo

Madrid Actualizado: Guardar
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  1. Por qué nos emparejamos por amor

    Cuánto tiempo, esfuerzo y energía invertimos en buscar pareja. Emparejarnos por amor es algo relativamente reciente entre los seres humanos debido a los distintos cambios sociales, como la independencia económica de las mujeres, pero también tiene su explicación desde el punto de vista evolutivo. Y es que está lleno de ventajas. La revista PLoS Biology publicaba este año un curiosísimo experimento realizado por investigadores del Instituto Max Planck de Ornitología, en Alemania, en el que empleaban pinzones cebra, también conocidos como diamantes mandarín, por sus similitudes con nuestra especie, en el cortejo, la monogamia y el cuidado de las crías.

    Los científicos dejaron a grupos de 20 hembras elegir libremente entre 20 pinzones macho. Una vez que las aves se habían emparejado, a la mitad de las parejas se les permitió seguir juntas. La otra mitad fue separada y obligaron a cada miembro a unirse con otro compañero distinto del elegido.

    Los dos tipos de parejas criaron pero, sorprendentemente, el número de pollos supervivientes fue un 37% mayor en el caso de las aves «enamoradas». Los nidos de parejas forzadas tenían casi tres veces más huevos no fecundados y murieron muchos más pollos.

    Además, aunque los machos de las parejas obligadas prestaban la misma atención a sus compañeras que los de las parejas felices, las hembras eran mucho menos receptivas y tendían a aparearse con menos frecuencia. Y es que, en la mayoría de las especies, los machos se pavonean, pero en realidad son las hembras las que eligen, porque van a realizar el mayor esfuerzo en la crianza. Además, al analizar la armonía de las parejas, los investigadores vieron que las obligadas eran mucho menos «tiernas» y más infieles.

    La elección hace que las hembras de pinzón tengan mayor interés y probabilidad de éxito en la cópula y promueve el compromiso paterno durante el tiempo necesario para criar a la nidada. En conjunto, esto maximizaría la probabilidad de que la pareja perpetúe sus genes a través de una descendencia próspera.

    Llevado a nuestra especie, es probable que el juego de la seducción tenga una finalidad parecida.

    Lee más detalles sobre este interesante estudio.

  2. Las neuronas masculinas para el sexo

    En esta ocasión, el experimento se ha hecho con gusanos. No se trata de insultar al sexo masculino, es que el famoso Caenorhabditis elegans, de apenas un milímetro de longitud, es un viejo conocido de los laboratorios científicos. Investigadores publicaban este año en la revista Nature que los machos de estos nematodos transparentes tienen dos neuronas exclusivas hasta ahora nunca vistas, que aparecen durante la maduración sexual y modifican el cerebro para que el sexo se convierta en una prioridad para ellos.

    Esas «misteriosas neuronas masculinas», que nacen en la «adolescencia» del gusano, se integran en su red neuronal y logran cambiar su comportamiento, hasta el punto de que encontrar comida pasa a un segundo plano, o incluso se desprecia, cuando se trata de buscar pareja. Además, permiten recordar a la perfección qué ocasiones son propicias para un encuentro sexual.

    Más sobre esta investigación aquí.

  3. Enamorarnos nos cambia el cerebro

    Pero de verdad. Un equipo de investigadores chinos y estadounidenses demostraba en 2015 que mantener una relación romántica produce alteraciones en la arquitectura del cerebro. La persona enamorada tiene una mayor conectividad entre las regiones del cerebro asociadas con la recompensa, la motivación, la regulación de la emoción y la cognición social. Para llegar a esta conclusión, el equipo utilizó imágenes de resonancia magnética funcional para examinar las diferencias en los patrones de conectividad cerebral en cien estudiantes universitarios divididos en tres grupos: los que estaban enamorados, los que habían dejado de estarlo y los «solteros».

    Los investigadores encontraron en el grupo de los enamorados un aumento de la actividad cerebral en reposo en una zona llamada cortex del cíngulo anterior del hemisferio izquierdo, lo que sugiere que esta área del cerebro está muy relacionada con el enamoramiento. Sabido esto, si alguien le dice que siente algo por usted en el cíngulo, no se ofenda...

  4. Es como estar borracho

    La oxitocina es conocida como la «hormona del amor», porque su función está asociada con el establecimiento de vínculos afectivos, especialmente entre amantes y madres e hijos, pero según publicaba hace unos meses la revista «Neuroscience and Biobehavioral Reviews», también tiene unos efectos sobre el comportamiento muy similares a los del alcohol.

    Investigadores de la Universidad de Birmingham sugieren que la oxitocina tiene un lado oscuro porque provoca el mismo efecto desinhibitorio que el alcohol, lo que puede repercutir en que las personas asuman riesgos de forma innecesaria y que sean más agresivas.

  5. La mejor hora para el sexo

    Las 5.48 de la mañana. Así lo aconseja una investigación publicada en la revista «British Medical Journal». Es el momento exacto en el que los hombres y las mujeres cuentan con unos niveles más altos de testosterona, un requisito previo para poder mantener relaciones sexuales. En el caso de los hombres, la cantidad de testosterona que alberga su organismo puede llegar a ser entre un 25 y un 50% mayor que la que tienen durante el resto de la jornada. La razón es sencilla, la glándula que regula su producción es mucho más activa durante la noche, durante el sueño. Algo parecido sucede con las mujeres.

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