El chip cerebral que permitió a Bernardeta Gómez volver a ver

Científicos de la Universidad Miguel Hernández consiguieron que esta profesora invidente pudiera distinguir formas y letras. Pero solo durante los seis meses que duró el experimento. Ahora buscan nuevos voluntarios para ampliar el estudio

Bernardeta Gómez se quedó ciega hace 16 años UMH / Vídeo: Investigadores de la UMH de Elche logran que una mujer ciega perciba formas y letras - ATLAS
Helena Cortés

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Hace 16 año s, Bernardeta Gómez, profesora de Biología en un colegio de Valencia, se quedó ciega a causa de una septicemia. Ninguna terapia conocida entonces pudo devolverle la visión. Hasta que un implante de microelectrodos de cuatro milímetros creado por un grupo de científicos de la Universidad Miguel Hernández de Elche y colocado en su cerebro obró el ‘milagro’: conseguir que distinguiera formas y letras. Aunque solo durante los seis meses que duró el experimento. «Esta información útil puede mejorar mucho la calidad de vida e independencia de los invidentes», destaca Eduardo Fernández Jover, director del grupo de Neuroingeniería Biomédica que ha realizado este avance pionero.

«Este tipo de estimulación cerebral solo se había usado antes con pacientes tetrapléjicos. Llevamos mucho tiempo trabajando en este campo, pero hace diez años la tecnología no estaba lo suficientemente desarrollada para entrar en quirófano. Así que en cuanto tuvimos el conocimiento necesario y conseguimos autorización para realizar ensayos clínicos en humanos, hicimos todos los test necesarios a Bernardeta y a finales de 2019 la operamos», cuenta este c atedrático de Biología Celular . «En realidad, nosotros vemos con el cerebro, no con los ojos. El ojo transforma las imágenes en señales eléctricas que viajan hasta el cerebro. Como en muchas ocasiones hay enfermedades degenerativas o patologías como el glaucoma que afectan al nervio óptico, nosotros estimulamos directamente el cerebro, la corteza occipital », añade. El invento se completa con una retina artificial integrada en unas gafas convencionales que capta el campo visual situado enfrente de la persona y lo transforma en impulsos eléctricos que van directamente al electrodo implantado.

Pero ahí no acabó el reto. En un principio, apunta, no sabían a ciencia cierta qué cantidad de corriente ni longitud de onda debían enviar a ese dispositivo cerebral para que Gómez saliese de su mundo de oscuridad. En cierto sentido, ellos también estaban ciegos. «Cuando nos dijo que veía bordes o distinguía rayas no nos lo creíamos. Nos quedamos mudos. Fue realmente impactante», recuerda. Durante los meses que duró el experimento, y para ayudarla en el proceso de aprendizaje visual, los investigadores crearon varios videojuegos, como una variación del clásico ‘Pac-Man’ o un juego basado en ‘Los Simpson’.

Como parte del experimento tenían que demostrar también que eran capaces de retirar el implante, lo que da aún más valor al gesto altruista de la voluntaria . «Ella ha vuelto a su vida anterior. Siempre tuvo claro que quería participar en el proyecto para que la ciencia avanzase y pudiese ayudar a otros», apunta el catedrático.

No obstante, y pese a los buenos resultados del estudio publicado el mes pasado en la revista científica ‘Journal of Clinical Investigation’, no quieren generar falsas expectativas en los invidentes que han visto en este caso su última esperanza para recuperar la visión. «Aún faltan años para que sea una realidad», insiste Fernández Jover, aunque reconoce que ya hay prótesis de retina muy avanzadas y su invento puede ser «una terapia más». De momento, buscan a otros cinco voluntarios para ampliar el estudio.

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