El arco largo inglés, la terrible arma capaz de atravesar un cráneo con una flecha

Se han hallado restos, en un antiguo monasterio de Reino Unido, que muestran que un flechazo podía causar heridas similares a las de un arma de fuego actual

Representación de la batalla de Crécy (en 1346), en la que los arcos largos tuvieron un papel protagonista
Gonzalo López Sánchez

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Durante la Guerra de los Cien años , una contienda entre Francia e Inglaterra que se extendió entre 1337 y 1453, la historia contempló una serie de inesperadas victorias en la que la fortuna y las flechas cambiaron las tornas. Los ingleses se impusieron en las batallas de Crécy (1346), Poitiers (1356) y Agincourt (1415), partiendo de la inferioridad numérica y en parte gracias a una devastadora arma: el argo largo inglés o «longbow».

Estos arcos estaban típicamente hechos de tejo y podían ser tan altos como el portador. Abrirlos requería hacer una fuerza extrema, alcanzando tensiones de 70 u 80 kilogramos, pero permitían lanzar flechas de un metro de largo hasta una distancia de 140 a 300 metros, según la Enciclopedia Británica . Los arqueros bien entrenados podían lanzar hasta 10 flechas por minuto , superando en cadencia de fuego a cualquier ballesta o arma de fuego de la época. Además, rociaban el cielo con unos proyectiles que en ocasiones estaban rematados por puntas perforantes, capaces de penetrar armaduras de hierro forjado (pero no de acero) desde cientos de metros de distancia. Aparte de eso, y tal como ocurrió en la Guerra de los Cien años, las flechas podían frenar una carga de caballería al herir y hacer caer a los corceles.

Réplica de una punta de flecha perforante de sección cuadrada empleada en un arco largo

Una pequeña colección de huesos de personas caídas en batalla, en algún momento entre los años 1482 y 1645, ha permitido dar testimonio del poder letal del arco largo inglés. Un estudio que se publicó la semana pasada en la revista « Antiquaries Journal », y realizado por investigadores de la Universidad de Exeter, Reino Unido, ha mostrado cómo una flecha lanzada desde uno de estos arcos provocaba heridas muy similares a las de una bala : podían atravesar un cráneo, generando un pequeño orificio de entrada y una gran herida de salida.

Caídos en combate hace siglos

«Estos resultados tienen mucha importancia para comprender el poder del arco largo medieval », ha dicho en un comunicado Oliver Creighton, director del estudio. «También son relevantes para ayudarnos a reconocer las heridas de flecha en el registro arqueológico y en las fosas de los campos de batalla».

Hace ya más de dos décadas, las obras de construcción de un centro comercial en el centro de la ciudad de Exeter sacaron a la luz varias tumbas de caballeros y hombres ricos, que fueron excavados por arqueólogos de la universidad de la ciudad entre 1997 y 2007. Todo indica que estos hombres posiblemente murieron en batalla , que fueron enterrados en otro lugar y después desplazados a suelo consagrado de los alrededores del monasterio.

En total, se encontraron 22 piezas óseas distintas y tres dientes, procedentes de varios periodos históricos. Entre todos estos huesos, se hallaron varios con lesiones provocadas por un flechazo: en concreto, se trata de un cráneo casi completo, un fémur izquierdo, una tibia derecha y un húmero izquierdo. Las marcas indican que las lesiones son peri-mortem , es decir, producidas alrededor del momento de la muerte.

Un terrible flechazo en el ojo

La lesión más llamativa se encontró en el cráneo, datado por radiocarbono entre los años 1405 y 1447.. Allí descubrieron un orificio de entrada en la parte superior del ojo derecho y una gran herida de salida en la parte posterior de la cabeza. Además, las fracturas del cráneo sugieren que el asta de la flecha, sin punta, fue retirada desde la parte frontal de la cabeza, produciendo más daños.

«En el mundo medieval, la muerte causada por un flechazo en el ojo tenía un significado especial», ha dicho Creighton. « Los monjes a veces lo veían como un castigo divino ». En parte, la tradición se remonta a la representación de la muerte del Rey Haroldo II en la batalla de Hastings (1066). Según la representación del tapiz de Bayeux, una flecha se clavó en uno de sus ojos. Los restos de este tipo de heridas son escasos, pero, según Craighton «nuestro estudio define la terrible realidad de ese tipo de heridas».

Reconstrucción del cráneo perforado por una flecha Universidad de Exeter

También se encontró otra herida en la tibia derecha, compatible con un flechazo a la altura de la parte superior de la pantorrilla, en la que el proyectil que se quedó clavado en el hueso. La datación sitúa el origen de este hueso entre los años 1284 y 1395.

Las lesiones de los huesos sugieren que las flechas estaban emplumadas para girar sobre sí mismas en el sentido de las agujas del reloj , tal como ocurre en la mayor parte de las armas de fuego modernas. Es bien sabido que el giro aumentaba la estabilidad y la precisión de los proyectiles durante el vuelo.

Las marcas también indican que las flechas estaban rematadas con puntas «bodkin », normalmente con sección cuadrada y con capacidad de perforar armaduras.

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