La Antártida: dos siglos conociendo sus misterios

En el siglo XIX la armada rusa protagonizó algunas de las páginas más heroicas de toda la historia de la navegación

La Antártida ABC

Pedro Gargantilla

La palabra Antártida evoca en nuestro hipocampo la figura de grandes expedicionarios de todas las épocas como Gabriel de Castilla, el foquero inglés William Smith , Ernest Shackleton , Robert F Scott o Roald Amundsen .

Los primeros que teorizaron sobre la existencia de una Terra Australis –un vasto continente ubicado en el extremo sur del globo terráqueo- fueron los griegos, con su existencia defendían un perfecto estado de equilibrio geográfico.

Terra Australis Incognita

Durante los siglos siguientes su existencia persistió en la mente de aventureros y cartógrafos, que la representaban como una gran mancha blanca. En el año 1513 un almirante turco – Piri Reis - dibujó un inquietante mapa en el que aparecía el continente antártico conectado a Sudamérica.

En el siglo XVIII el capitán James Cook (1728-1779) se lanzó de forma frenética a su búsqueda, cruzando en tres ocasiones el círculo polar antártico a bordo de sus barcos Resolution y Adventure. Como no avistó tierra alguna salvo hielo desacreditó su existencia -Terra Australis Incognita- y dio por zanjada su exploración:

“He recorrido todo el océano del hemisferio sur en las más altas latitudes y he descartado la posibilidad de que existe un continente que, si bien todavía podría ser descubierto, se encuentra muy cerca del polo en lugares inaccesibles para la navegación”.

La aventura rusa en territorio austral

En el siglo XIX el Imperio Ruso se consolidó como una de las grandes potencias marítimas del mundo y en tan sólo quince años (1803-1818) llevó a cabo siete expediciones de circunnavegación.

En 1818 el ministro de la marina rusa convenció al zar Alejandro I para organizar una expedición al polo sur de forma inmediata con Fabian von Bellingshausen (1778-1852) como responsable de la misma. Su elección no fue casual, tenía una experiencia marítima más que acreditada y había participado en dos viajes alrededor del mundo.

A mediados de julio de 1819 dos veleros rusos –la corbeta Mirni y el buque insignia Vostok- partieron de Kornshtadt con el objetivo de alcanzar la parte más austral del globo terráqueo que pudieran. Entre los dos barcos sumaban ciento noventa tripulantes, entre ellos había un cura ortodoxo, un pintor, un médico y un profesor de astronomía.

Las embarcaciones iban adecuadamente pertrechadas: contaban con limones y col fermentada –ricas en vitamina C-, una amplia despensa de ron, para calentar a los marineros durante las largas horas de guardia, así como una suficiente cantidad de provisiones para varios meses de navegación.

La primera escala la realizaron en Gran Bretaña, en donde se aprovisionaron con los mejores sextantes y cronómetros británicos, desde donde pusieron rumbo a Río de Janeiro.

Corrigiendo a Cook

Desde la costa brasileña la expedición se dirigió hacia la isla de Georgia del Sur –donde completaron la exploración cartográfica realizada por James Cook- y más tarde a la isla de Sándwich , descubriendo que realmente no era una isla, como había señalado el inglés, sino un archipiélago formado por once islas.

El 27 de enero de 1820 –hace ahora doscientos años- los dos veleros rusos cruzaron el círculo polar antártico descubriendo el sexto continente. Encontraron una “barrera de hielo de inusual altura que llegaba tan lejos como la vista podía alcanzar”.

En honor al almirante ruso se han bautizado varios accidentes geográficos con su nombre: una placa tectónica, una base en la isla Rey Jorge (archipiélago de las Shetland del Sur), un mar del Océano Antártico y una isla en el Océano Atlántico Sur.

M. Jara

Pedro Gargantilla es médico internista del Hospital de El Escorial (Madrid) y autor de varios libros de divulgación.

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