El amor en los tiempos de Lucy

¿Formaban parejas estables? ¿Conocían el amor romántico? ¿Qué papel jugó el tamaño del cerebro?

Madrid Actualizado: Guardar
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Caminar erguidos y tener un gran tamaño cerebral, dos características exclusivas de la evolución humana, podrían haber favorecido la aparición del amor, tal como hoy lo conocemos. Así lo cree la antropóloga Helen Fischer, de la Universidad de Rutgers.

Al parecer, la marcha bípeda impedía que las madres llevaran a sus crías sobre la espalda, por lo que tenían sujetarlos con las manos. Al tener las manos ocupadas, necesitaban un compañero que procurase alimento y protegiera a las crías y a ellas mismas. Las parejas de homínidos bípedos, como A. afarensis, especie a la que pertenece Lucy, con un cerebro de tamaño comparable al de un chimpancé, es posible que mantuvieran relaciones de pareja que duraban el tiempo justo para que las crías pudieran caminar con soltura y estuvieran destetadas.

Después, las hembras podrían emparejarse de nuevo con otra pareja distinta.

Según recoge la revista " Investigación y Ciencia", tendría que transcurrir mucho más tiempo para que la duración de las relaciones monógamas se incrementara, algo que ocurrió paralelo al aumento del tamaño del cerebro, hace un millón de años. Según esta investigadora, el motor de la estabilidad de las parejas podria ser el tamaño de la pelvis de las hembras humanas, que supone un límite al de la cabeza del neonato, que ha de salir a través de ella. Por eso nacen en un estadío de desarrollo más temprano que otros primates, y es tanmbién el motivo de que la infancia se prolongue, ya que necesitan mucho más tiempo para crecer y aprender. De ahí que las parejas se estabilizaran durante más tiempo. Y si había más hijos después, la duración se iría prolongando.

Mucho tiempo después, hace «solo» unos 35.000 años, nuestra especie empezó a utilizarla música, el arte y la danza en los rituales amorosos, y probablemente experimentaban ya el amor de forma muy parecida a la nuestra.

¿Qué comían?

La especie de Lucy, el Australopithecus afarensis, ya usaba herramientas de piedra y consumía carne. La introducción de la carne en la dieta contribuyó al aumento del volumen cerebral, que según Fisher estabilizó las relaciones amorosas. Algunos expertos, entre ellos Juan Luis Arsuaga, creen que la introducción de las proteínas animales en la alimentación fue un punto de inflexión en la evolución de nuestra especie, pues permitió el aumento de tamaño del cerebro, un órgano que demanda el 20% de la energía del organismo. Proteínas y grasas animales habrían guiado el diseño de nuestro cuerpo, con cerebros más grandes, gracias al gran aporte energético de la carne, y un intestino más pequeño, apto para todo, que demanda menos energía que el de los herbívoros.

Dimorfismo sexual

La especie Australopithecus afarensis, a la que pertenece Lucy tiene un marcado dimorfismo sexual. Los machos son más grandes (unos 45 kilos) y las hembras considerablemente más pequeñas (29 kg), por lo que fue bastante fácil averiguar el género de Lucy, que encajaba claramente en el grupo más pequeño, el de las hembras, ya que medía alrededor de un metro y pesaba entre 27 y 30.

El hallazgo de Lucy fue fruto del Azar. Lucy fue encontrada por Donald Johanson y Tom Gray el 24 de noviembre de 1974, en el sitio de Hadar en Etiopía. Habían salido con el Land Rover para buscar un lugar alternativo donde excavar. Después de una larga y calurosa mañana de búsqueda de fósiles, decidieron regresar al lugar donde habían dejado el vehículo. Johanson sugirió tomar una ruta alternativa de vuelta al Land Rover, a través de un barranco cercano. Al poco, vio un cúbito proximal derecho (hueso del antebrazo) y rápidamente lo identificó como perteneciente a un homínido. Poco después, vio a un occipital (un hueso del cráneo), a continuación, un fémur, algunas costillas, la pelvis, y una mandíbula inferior. Dos semanas más tarde, después de muchas horas de excavación, cribado y clasificación, se habían recuperado varios cientos de fragmentos de huesos. En total el 40%o del esqueleto de un mismo homínido.

¿Por qué la llamaron Lucy?

La noche del descubrimiento, el 24 de noviembre, hubo una gran celebración por el descubrimiento de lo que parecía un esqueleto homínido bastante completo. Los miembros del equipo bebieron, bailaron y cantaron. La canción de los Beatles "Lucy  in the Sky With Diamonds " sonaba una y otra vez. Y en algún momento durante la noche, nadie recuerda cuándo ni quién, el esqueleto fue bautizado con el nombre de "Lucy". Y con ese nombre se quedó.

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