Si bebe, cuidado con las calorías

Un estudio de la Universidad de Indiana concluye que el consumo de alcohol nos hace más sensibles a los aromas de la comida, y que esto conduce a un mayor consumo

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El alcohol hace que la comida huela mejor. Esta es la conclusión a la que han llegado un grupo de investigadores de la Universidad de Indiana, quienes afirman que la exposición a sustancias alcohólicas «sensibiliza» al cerebro sobre los aromas de la comida, haciéndonos más receptivos a sus encantos y que puede conducir a un incremento de su ingesta, informa la web especializada en ciencia www.sciencealert.com.

Este informe es el primer estudio que específicamente examina el rol del cerebro en la ingesta de calorías, aunque dependiendo de cuantos tragos hayas tomado el cerebro pasa de «mediador» a puro y simple «posibilitador».

Los resultados han sido publicados en «Obesity», y según sus autores ayuda a explicar lo que a menudo se denomina como «El efecto aperitivo»: El fenómeno por el cual el alcohol aliente a las personas a comer más.

35 voluntarias

Los investigadores han seleccionado a 35 voluntarias, a quienes suministraron alcohol a través de un goteo intravenoso antes de una comida. Las mismas participantes habían recibido también un placebo de goteo que contenía solamente una solución salina. Además de ser observadas por los investigadores, las voluntarias también tenían sus reacciones cerebrales a los aromas de los alimentos medidos a través de resonancias magnéticas funcionales (fMRI).

Cuando el grupo ha recibido alcohol por vía intravenosa, las participantes en el estudio comieron mayor cantidad, que cuando se les expuso al placebo. Pero lo más interesante, es que los escáneres cerebrales indicaron que el hipotálamo- la parte del cerebro que regula los diferentes procesos metabólicos- respondía a los olores de los alimentos en mayor proporción cuando habían sido expuestos al alcohol.

Cuando la comida es combinada con altas tasas energéticas que la mayoría de las bebidas alcohólicas ya contienen, el trago representa un doble revés para los bebedores que quieren cuidar la línea.

En opinión de William Eiler, el principal autor del estudio, «la exposición al alcohol puede incrementar la sensibilidad del cerebro hacia las diferentes señales externas de la comida, como los aromas y resultar en un mayor consumo». Este investigador ha añadido que « muchas bebidas alcohólicas incluyen calorías que combinadas con el efecto aperitivo, pueden conducir a un desequilibrio energético y a una ganancia de peso».

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