Tres investigaciones paralelas que publica la revista Cell apuntan la posible presencia de un sexto componente en nuestro material genético
Tres investigaciones paralelas que publica la revista Cell apuntan la posible presencia de un sexto componente en nuestro material genético - abc

Un sexto componente del ADN presente en bacterias podría estar en humanos

La metil-adenina, detectada en organismos primitivos, se ha hallado ahora en células de algas, gusanos y moscas, similares a las de nuestro organismo

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

La composición básica de nuestro ADN (adenina, citosina, guanina y timina) se amplió a principios de los años 80 con la descripción de la metil-citosina (mC), derivada de la citosina, cuyas alteraciones se ha desmostrado que contribuyen de manera importante al desarrollo de numerosas enfermedades, entre ellas el cáncer. Ahora, tres investigaciones paralelas que publica la revista Cell, una de ellas liderada por el profesor Manel Esteller, del Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge (Idibell), apuntan la posible presencia de un sexto componente en nuestro material genético: la metil-adenina (mA). El estudio revela la existencia de mA en células complejas similares a las del cuerpo humano y señala su posible papel regulador en la expresión de determinados genes.

La armadura de células primitivas

«Desde hace años se sabía que las bacterias, organismos vivos evolutivamente muy alejados de nosotros, tenían mA en su genoma con una función protectora frente a la inserción de material genético de otros organismos.

Pero se creía que este era un fenómeno de células primitivas y que era muy estático, como una armadura fija que las protegía», describe Manel Esteller, autor de una de las investigaciones.

Ahora, tres artículos del Cell sugieren que células más complejas, denominadas eucariotas (tienen su información genética encerrada dentro de la envoltura nuclear) como las del cuerpo humano, presentarían también esta sexta base. «Concretamente, los estudios apuntan a que algas, gusanos y moscas poseerían mA y que actuaría para regular la expresión de determinados genes, constituyendo por tanto una nueva marca epigenética», apunta Esteller, quien señala que «estos trabajos han sido posibles gracias al desarrollo de métodos de análisis de elevada sensibilidad, debido a que los niveles de mA en los genomas descritos son bajos».

Papel específico en las células madre

«Las investigaciones apuntan también que la mA tendría un papel específico en las células madre y en etapas tempranas del desarrollo», explica Esteller, profesor ICREA y profesor de Genética de la Universidad de Barcelona (UB).

«Ahora el reto que se nos plantea es confirmar estos datos y descubrir si los mamíferos, entre los que nos encontramos los humanos, también tenemos esta sexta base del ADN, y estudiar qué funciones realiza», concluye.