Hombres de una aldea yanomami danzan en otra aldea vecina para mostrar su poderío militar y cohesión social
Hombres de una aldea yanomami danzan en otra aldea vecina para mostrar su poderío militar y cohesión social - Napoleon Chagnon

La guerra de los yanomami: lucha conmigo y me caso con tu hermana

Una investigación de Napoleon Chagnon, el polémico antropólogo que derribó el mito del «buen salvaje», dice que los varones de esta tribu del Amazonas se alían con extraños para atacar a otro pueblo a cambio del matrimonio

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Los yanomami o yanomamo son un pueblo indígena de cazadores y agricultores que habita la frontera entre Venezuela y Brasil. Posiblemente son la tribu más famosa del mundo, debido a que en los años sesenta el antropólogo Napoleon A. Chagnon descubrió que los varones más belicosos, los que habían conseguido matar a más enemigos, lograban un mayor prestigio y más mujeres. El hallazgo acabó con el mito del buen salvaje, al demostrar que la violencia también era una característica de los indígenas, y no solo del hombre moderno, viciado por una sociedad corrupta. El libro de Chagnon, «Yanomamo. La última gran tribu», se convirtió en un best-seller, con millones de ejemplares vendidos en todo el mundo, pero también fue muy criticado por sus colegas.

La idea de la existencia de indígenas violentos, agresivos y envidiosos, gente como hay en todas partes, en vez de puros y buenos por naturaleza no resultaba fácil de asumir.

Ahora, un nuevo estudio dirigido por el polémico Chagnon y escrito por el antropólogo de la Universidad de Utah Shane Macfarlan, incide en la forma en la que los yanomami guerrean. Según publican los investigadores en la revista Actas de la Academia Nacional de Ciencias (PNAS), cuando estos «hombres fieros», como también se les conoce, atacan las aldeas, forman alianzas con extraños, varones de otros pueblos en vez de parientes cercanos. Y el botín de guerra procede de casarse con las hermanas o hijas de sus aliados, en vez de tomar la tierra conquistada o las mujeres de sus víctimas.

Este descubrimiento sorprendió a los investigadores, que esperaban que los yanomami lucharan en «bandas de hermanos» y parientes cercanos, padres, hijos y primos de la misma comunidad que se enfrentan a otras cercanas. Así es como luchan los chimpancés, los únicos simios, además de los seres humanos, que forman coaliciones para luchar y matar.

«Banda de cuñados»

En cambio, estos indígenas amazónicos forman una especie de «banda de cuñados». El estudio proporciona un mecanismo para explicar por qué los guerreros tenían más esposas y niños que los que no mataban. «Estos chicos obtienen beneficios de participar en el crimen», dice Macfarlan. «Logran socios a largo plazo, otros varones en los que pueden confiar para hacer cosas, y oportunidades de matrimonio». Para los autores del estudio, la guerra no es solo evolutiva, sino también adaptativa (los beneficios son las alianzas por perpetrar actos de guerra en vez de robar y raptar a las mujeres del grupo vencido), lo que demuestra cómo la cultura, y no solo la genética, influye en la violencia.

Los hallazgos sugieren que «nuestras tendencias ultracooperativas tienden a ir mano a mano con nuestras tendencias ultraletales», apunta Macfarlan. «Se demuestra una relación entre la cooperación y la violencia a un nivel no visto en otros organismos. Eso puede parecer obvio para las naciones aliadas en las guerras modernas, pero nosotros decimos que incluso se da el caso en sociedades a pequeña escala».

El guerrero «unokai»

Los hombres yanomami adquieren la condición social de «unokai» cuando matan. Eso les da un gran prestigio. Su estrategia es la siguiente: se acercan sigilosamente a otro pueblo al amanecer, disparan con lanzas, arcos y flechas a la primera persona a la que ven y luego vuelven corriendo a casa.

El nuevo estudio analizó los datos recogidos por Chagnon en la década de los 80, cuando cerca de 25.000 yanomamis vivían en unas 250 aldeas de 25 a 400 personas.

El estudio examinó a 118 guerreros «unokai» que habían matado a un total de 47 personas formando grupos de asalto de dos a 15 hombres. Los investigadores descubrieron que entre los compañeros «unokai», las parejas de los hombres que matan juntos, solo el 22% eran del mismo linaje y solo el 34% del mismo lugar de nacimiento. Entre los compañeros que se sabe están relacionados, la mayoría lo están por el lado materno en vez de paterno, ya que los parientes maternos se consideran como pertenecientes a otro grupo social.

Además, el yanomami prefiere formar coaliciones con los hombres dentro de una media de diferencia de edad de 8 años. «Cuanto más similares en edad, más probable es que vayan a matar varias veces», dice Macfarlan. De los 118 unokai, 102 se casaron en un total de 223 matrimonios con 206 mujeres. De los asesinos casados, el 70% estaba casado por lo menos con una mujer de la misma línea paterna que su aliado en la guerra.

A pesar del debate sobre las raíces biológicas de las coaliciones mortales en los chimpancés y los seres humanos, el nuevo estudio muestra cómo la cultura puede hacerlo «exclusivamente humano», porque si los hombres yanomami «matan juntos, están conectados a este escenario social, este mercado matrimonial», sugiere Macfarlan. «Ellos están jugando el juego de su cultura».