La DUI como metáfora o errata del DIU

Qué tiempos tan raros: cualquier ciudadano sencillo puede ver una foto precisa del planeta enano llamado Plutón, pero le resultará imposible de ver con precisión una foto enfocada del paisaje enano que plantea con su «lista surrealista» el proceso soberanista. Tiempos extraños en los que lo lejano se acerca pero lo cercano se aleja.

En el primer caso hay un encomiable trabajo y esfuerzo científico y de progreso, y en el segundo un despreciable, pero también científico, esfuerzo regresivo, fecal, sectario… Ya lo dijo la número dos de la lista, la militarmente civil Carme Forcadell, que los que no están con el proceso (o sea, los catalanes más cercanos al Partido Popular, a Ciudadanos o al PSC) no son catalanes, que es un argumento históricamente estudiado desde los tiempos en que los nazis alemanes decían lo mismo de los judíos (y otras razas, religiones y sentimientos) alemanes.

Uno ve el cartel de los cinco primeros de la «lista», con Romeva, Forcadell, Casals, Mas y Junqueras y, si no lo tiene muy, muy claro (hablamos en el mejor de los casos de un cuarenta y tantos por ciento del material votante catalán, según las encuestas), lo tendrá muy, muy oscuro: ¿qué hace el votante de toda la vida de un partido como CiU?... Una vez consumada la última destrucción de Artur Mas (su propio partido político), ¿dónde encuentra el argumento, o sea, la papeleta con su voto de toda la vida?... ¿En esa foto con Junqueras?..., ¿en la de Raúl Romeva?..., ¿en la de las Pili y Mili de la acción «civil», programada y subvencionada?... Por no hablar del votante de ERC echándole su voto, como quien le echa maní a las palomas, a la jugadita de Artur Mas, el interpuesto, el delfín de Pujol, aunque ahora haya echado colmillos de tiburón.

Hay foto de Plutón, pero no hay foto creíble (sin fotoshop) del 27 y del 28 de septiembre, porque la estratosférica idea de ponerse farruco con una DUI, que en realidad está entre metáfora y errata del método anticonceptivo llamado DIU, y con un apenas cincuenta por ciento de los catalanes, es sencillamente absurda, demencial y lamentablemente peligrosa: ningún Estado democrático, sensato, con idea de progreso y que respetara los derechos de sus ciudadanos aceptaría semejante atentado a la Ley, a la Constitución y al sentido común.

Qué tiempos tan raros, en los que hay que encontrar ciudadanos que representen a los políticos. Que los tapen, en realidad.