Cádiz - Sporting
Estos van sobrados, presi (1-0)
El Cádiz suma una victoria que le deja a un suspiro de salvar la categoría y acabar definitivamente con otra temporada insufrible
Así lo vivimos
Esta gente va sobrada, presi. Igual, con un par de retoques en verano, se le cuelan en Primera sin enterarse el año que viene. Porque, desde luego, el objetivo que se les marcó desde el club en la pretemporada lo han cumplido con creces. Que estén prácticamente salvados en el mes de abril es todo un éxito de una gestión mayúscula, de esas que deberían estudiarse en los cursos de dirección deportiva que el Cádiz no tiene. ¿Para qué si todo va de gran categoría?
Dejaba al descubierto esta semana el bueno de Víctor Chust que el objetivo de este recién descendido Cádiz era salvarse y los futbolistas han demostrado ser los más eficientes empleados de un presidente que hace no mucho osó decirle al cadismo que eso de celebrar las permanencias en Primera era de equipo pequeño. Qué cosas.
Hoy por hoy, no hay peor forma de ayudar a este Cádiz que ir al estadio a ver a un equipo incinerado por una directiva que está haciendo todo lo posible por quemar lo poco de una afición que, se entiende, va al fútbol aún porque tendrá poco más que hacer que aburrirse. Que todo es respetable, pero la lectura no debería ser esa. Allá cada cual y cada cual con su allá.
Basta ampararse en lo sucedido en El Rosal, o en la salida por la puerta de atrás de Chirino, o en la triste expulsión del estadio de Manolo Lapi o en esto o en lo otro... hay donde elegir, pero darle el gusto a esta directiva de ver las gradas como que aquí no pasa nada duele a esos cadistas que lo son igual o más que esos a los que se les llena la boca diciendo banalidades como que hay que ir a muerte con el equipo siempre pase lo que pase. Pues mire, no. Pase lo que pase, no. Pero vale, que sigan así que los otros seguirán igual. Porque solo un estadio vacío -y su alrededores- les haría dar que pensar y, ojo, no lo harían por su afición, lo harían por LaLiga, la patronal que les llamaría al orden preguntando que qué están haciendo por allí abajo para que las gradas presenten un desolador estado que daría que hablar, y mal, a los dirigentes de los que mandan en las teles que pagan un espectáculo que no se compra ni en la casa donde se da. Lo de convocar una protesta, ponerse de espaldas y después animar eso ya es de matrícula de honor.
Sorprendió, si es que ya sorprende algo dentro de esta monotonía, la presencia de dos jugadores que buena parte de la afición espera y desea que no sigan el año próximo como son Fali y Roger, dos hombres que representan la viva estampa de lo que este Cádiz marchito. Eso sí, dentro del once de Garitano no todo fueron malas noticias porque reaparecía el único que ha intentado, a veces consiguiéndolo, agradar a la sufrida parroquia gaditana, Javier Ontiveros. Como tampoco era una mala noticia ver al equipo jugando con dos delanteros y dos creativos de tres cuartos de campo hacia delante.
A sabiendas de que el Sporting había hecho buena parte de los deberes que no hizo el Cádiz en las dos semanas anteriores, los de Garitano no tuvieron otra que salir con decisión ante un equipo más acomodado a una clasificación que da para sestear, despertarse, poner el despertador de nuevo, seguir sobándola y solo de vez en cuando levantarse. Como este viernes se despertó, qué remedio, el Cádiz.
Como estaba mandado con un Sporting algo más salvado que el Cádiz, los asturianos salieron sin ningún tipo de presión, algo que aprovecharon los locales para acechar la portería de Rubén Yáñez, que tras algún que otro aviso vio como en el 19' de partido Chris Ramos se hacía con un balón previamente repelido por Climent y prolongado por Roger que le llegó a la frontal del área para con un espléndido derechazo le batiese poniendo el 1-0 en el electrónico.
Se sabía el Cádiz en la necesidad, en el deber y casi que en el cumplido de merendarse a un Sporting a medio gas y en esas siguió para atar cuanto antes la permanencia que colocó como objetivo un Manuel Vizcaíno que tras el 1-0 comenzó a recibir la consabida carga de una grada anestesiada.
A los pocos minutos de adelantar a los suyos, Chris Ramos se dolía en su muslo izquierdo y se iba a las duchas sustituido por Rubén Sobrino, que recibió el premio del gol en Burgos con un sonoro banquillazo. Al manchego le da igual porque es un tío de club y no se va a quejar, sobre todo porque cuando lo hizo antaño de poco le sirvió con Sergio.
Por descontado que el partido era tan insufrible como los dos últimos años de este Cádiz. Como era fácil de intuir, tampoco el Sporting parecía morirse de ganas por responder al primer golpe recibido, así que los minutos fueron pasando con la misma pena que siempre pero con alguna que otra acometida de los asturianos, que no tenían otra que irse hacia arriba aunque fuera sin querer por culpa de un rival destruido.
Tras el descanso, pasó lo que tiende a pasar siempre con este Cádiz hundido y desmotivado. Y lo que pasa es que cualquier rival desganado le pone ganas ante un equipo que ni sabe, ni quiere, ni sabe lo que quiere más que termine esta temporada cuanto antes. Y si es sin jugar, mejor.
Pero el caso, para infortunio de los amarillos, es que los partidos se tienen que jugar y cada vez que pasa eso se retratan. Poco a poco, las vergüenzas salen al aire y el adversario, aunque no quiera hacer demasiado daño, va imponiendo su ritmo al tiempo que las Brigadas se centran en atacar a Vizcaíno y sus subordinados.
Jugaba con fuego el Cádiz y ahí, en eso de jugársela, Kovacevic es un crack. El serbio pecó de lo que es, un novel, y pisó al no medir bien la distancia con Dubasin, al que derribó dentro del área para que los colegiados, con buen criterio, dictaminaran 'jueguen, jueguen' pese a que para muchos de sus equivocados colegas esa acción supondría un penalti como un castillo.
Finalmente, el Sporting daba su brazo a torcer y los de Gaizka Garitano volvían a ganar cinco jornadas después para finiquitar la segunda temporada para olvidar. Ya se acabó este penar. Por fin.
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