(Previa) Una victoria para la fe y para hablar de fútbol

El Cádiz, el cadismo, necesita cuanto antes una victoria. Es verdad que pedirla, casi exigirla, resulta complicado porque el escenario y el rival no es nada fácil. Eso sí, el Villarreal de Unai Emery tampoco está para tirar cohetes puesto que solo ha ganado una vez más que los pupilos de Cervera, que andan entre la depresión y la tristeza pero a poco camino de la recuperación en el caso de que esta noche consigan los tres puntos. Que es complicado, muy complicado. Lo saben ellos y también lo sabe la afición, que se teme lo peor ante el otro submarino después de ver como hace dos días los de Cervera no eran capaz de ganar al colista, que hasta su llegada a Carranza no sabían lo que era ganar esta temporada.

Pero en la vida hay que ser optimistas. Y hasta alegre. Y buscar la felicidad o al menos aproximarse a ella incluso cuando vienen mal dadas, como es el caso. Y es así, yendo con confianza, con buen rollo y con compañerismo como mejor se consiguen las cosas. Y lo que es peor, como son más fáciles de conseguir. Salir del estado de medio depresión en la que se encuentra un vestuario que ha dejado por momentos de ser esa banda que remana en bloque es fundamental para emprender un camino que, verdaderamente y siendo realistas, no se ha emprendido aún.

Porque sí, vale que en las primeras jornadas hubo un equipo distinto, más alegre, más dinámico y hasta menos ‘cerveriano’. Pero, ay, en qué error se estaba metiendo. Después llegó esa dolorosa y hasta desgraciada derrota en casa ante el Osasuna en el descuento que desbarató todas las confianzas habidas y por haber. Tantas que ni recuperaron en Vigo en lo que ha sido la única victoria liguera hasta hoy. ¿Y por qué no se recuperó? Porque hasta el tato sabe dentro de ese vestuario que las cosas no se están haciendo ni con las mismas ganas ni con la misma fe que antaño.

Es eso precisamente lo que va buscando el cadismo, y el equipo por supuesto, esta noche en Villarreal. Más que la victoria, que también, busca reencontrase, volver a sentirse igual, volver a quererse . Y eso no lo dan solo las victorias -solo hay que mirar lo que ha pasado después de Balaídos-, eso lo da la imagen, la sensación de ser un equipo armado, confiado, solidario y unido.

Rasgos que se perdieron en Cornellà pero que volvieron a sentirse en la derrota ante el colista Alavés, donde se perdió pero se enchufó a la grada, que está loquita por enchufarse juegue el equipo al patadón, al toque o al calamar, ahora que está tan de moda. Y sin ser a vida o muerte este partido en Villarreal, sí que ya toca sumar .

Para ello, Cervera variará un poco su once tal y como está haciendo en toda la Liga y confiará sus cartas a los que mejor cree él que se saben la lección, su lección. Bajo palos, Ledesma. Ya en la defensa seguirá confiandos en los mismos laterales (Iza y Espino) y piensa introducir a Cala con el deseo de que el sevillano comience a entrar en la dinámica competitiva. Justo al de Lebrija estará Haroyan, al que lo entiende poco pero ni falta que le hace porque ve en el armenio un trinquete capaz de meter la cabeza en un ventilador. Volverá a echar mano de Fali en el centro del campo y podrá dar descanso al chileno Alarcón en beneficio de Jonsson, que lleva unos últimos partidos muy correctos. Y es eso lo que le falta al Cádiz, corrección. En las bandas repetirán Salvi y Perea, mientras que le dará de nuevo el beneficio de la duda a Álex, pero a diferencia del pasado sábado frente al Alavés, como mediapunta. Y arriba, fresco, el Choco Lozano, que deberá sentar a Sobrino por el bien de todos, incluido un futbolista que necesita descargarse de tanta responsabilidad ofensiva. Y con estas cartas, el Cádiz confía ganar para volver a hablar de fútbol. Y nada más.