Cádiz - Valladolid

Pues para esto vino Bongonda (2-0)

Dos goles del congoleño abren las puertas de un paraíso que se encuentra a una victoria en tres partidos

Bongonda conduce el balón hacia el área rival. Francis Jiménez

Alfonso Carbonell

Se llevó una broncazo del quince en los vestuarios del Metropolitanoque aún lo recuerda. Para no recordarlo. Los gritos resonaron con fuerza en una caseta que veía como el entrenador la tomaba con él cuando eran todos los que estaban en el ajo tras el baile al que sometió el Atlético al Cádiz en 45 minutos. Él era Théo. Y el que abroncaba era, por supuesto, su entrenador. Porque a Sergio le dolió mucho la imagen que los suyos estaban dando pero especialmente la de uno, el suyo, el que él pidió ardientemente en la pasada pretemporada. Las ha tenido tiesas con un jugador que incluso se le coló en la pretemporada pasado de quilos. La responsabilidad era tremenda y para colmo el belga comenzaba a mostrar su peor virtud, esa indolencia en según qué circunstancias del partido que le hace ser único. Es más, ante el Valladolid tuvo varias de esas, ya saben, del que parece que está pero no va. Pero vamos que si estaba. Su entrenador estaba tan cabreado con él que hasta lo sentó debido al buen momento de Alejo. Théo sabía que le debía una. Y se la dio en la mejor noche. En la Mejor. Su primer gol mediada la segunda mitad le daba a su equipo casi todas las papeletas de mantenerse otra año más en la elite y de golpe y porrazo Sergio no tenía otra que perdonarlo. Para no perdonarlo, míster.

Y es que Sergio andaba buscando todo el fútbol que su equipo había ido perdiendo por el camino y no tuvo más remedio que intentar volver a buscarlo en las piernas cansadas y desconfiadas de un Rubén Alcaraz apagado pero que mostró un leve haz de luz en Son Moix. Y a ello se agarró su entrenador para volver a lanzarlo al once titular de su equipo en detrimento de San Emeterio, tan necesario en el equilibrio como inoperante en la creación. Además, a la sanción de Alejo respondió el entrenador con el indolente talentoso Bongonda , que volvía tras dos partidos en el banquillo. En principio esas iban a ser las dos únicas novedades pero a diez minutos del comienzo Fali abandonaba el calentamiento entre lágrimas a causa de unas molestias que lo echaban antes de tiempo de la batalla. Era lo que faltaba. Una vez más, Meré salía para sustituir a un titán que no es inmortal aunque lo intente. Y hasta llora como un niño cuando ve que no puede.

No se llevaba aún ni un minuto cuando una pérdida en el centro del campo de Sobrino dio la posibilidad al Valladolid de estrenar los guantes de Ledesma , pero el lanzamiento de Larin desde la frontal murió en las manos del arquero de Pergamino.

Serían los nervios, la preocupación por perder a última hora a Fali o por el ambiente de un Carranza en ebullición, pero el caso es que fueron los pucelanos los que mejor salieron de inicio hasta que pasados los diez primeros minutos el Cádiz dio señales de vida. Fue tras una gran asistencia desde la izquierda de Sobrino a Guardiola que el balear controló para a la media vuelta dar un pase mortal a Bongonda que venía entrando solo aunque sin contar con Escudero, que salvó del primero a los suyos llevando el balón a córner.

Se encendía el estadio con esa maravillosa situación de gol y se volvá a encender tras el saque de esquina rechazado y recogido en la banda por Alcaraz, que ponía un buen centro para que Chris Ramos la peinase para mandar por alto el balón.

Reaccionó el Valladolid a estos avances amarillos y lo hizo encogiendo el corazón de los presentes después de que Sergio León le ganase la partida en un salto a Meré y se adentrara en el área tras driblar a Espino pero no poder con Alcaraz, que se puso la capa para evitar un mal mayor .

Transcurría el partido como se vaticinaba. Dos equipos tensos, nerviosos, pero con la mirada puesta en la portería contraria. Se notaba la trascendencia del encuentro en cada roce, en cada carrera, en cada pelota dividida, en cada bronca, en cada empujón, en cada lance del juego. Y para colmo, con valiente acierto, Martínez Munuera pedía calma pero dejaba jugar dando rienda suelta a los contactos. El trencilla mandaba callar a todos al mismo tiempo que veía como los voltios subían y el encuentro se iba engolfando, abroncando. Normal con lo que había en juego.

Penalti al larguero

El ritmo del encuentro bajó un tanto y no fue hasta la media hora recién cumplida que el público no gritó un 'uy' y fue tras un lanzamiento lejano de Escalante que no consiguió sorprender a Masip. Justo cuando más parecía tranquilizarse el asunto llegó una doble acción que encabritó al Valladolid, que ya venía con las banderillas negras puestas tras aquel gol que no subió al marcador ante el Sevilla por llegar fuera de tiempo. Sacaba el balón jugado el Cádiz desde atrás y Escalante conectaba con Chris Ramos para que el gaditano, tras controlar, se metiera dentro del área y llegando a la línea de fondo se iba al suelo tras notar el contacto de El Yamiq. Cinco minutos después, tras las protestas y la revisión de la jugada, Alcaraz disparaba desde los once metros engañando al portero pero no al larguero , donde fue a parar el balón y todas las frustraciones del mediocentro catalán.

Intentaba reponerse como podía el Cádiz al varapalo del penalti errado y cerca estuvo de conseguirlo en el 43' de juego, momento en el que el Pacha Espino filtró un pase desde su banda para dejar solo a Bongonda ante Masip, pero el disparo del congoleño casi que sin levantar la mirada del suelo se fue al exterior de la red.

La volvería a tener Bongonda apenas unos minutos después, ya en el descuento, después de una catapulta ensayada de Luis Hernández que Chris Ramos cabeceó desde la línea de fondo para servir un balón que no pudo conectar el congoleño tras la acción de un rival. La jugada siguió hasta que de nuevo le llegó al congoleño un balón llovido del cielo que ligó a botepronto con su pierna derecha y que hizo revolverse a Masip para que el primero del Cádiz no subiera al marcador de ninguna de las maneras.

El descanso ponía un paréntesis a un encuentro al que el Cádiz no entró bien pero comenzó a gestionarlo de manera aceptable hasta el punto de neutralizar a un Valladolid que, al menos en esos primeros 45 minutos, fue de más a menos.

Para no malacostumbrar a los más agoreros, el segundo tiempo vino acompañado por un cambio por lesión de Chris Ramos, que jugó buena parte de la primera mitad con molestias en su rodilla. Su sustituto no era otro que el Choco Lozano y todos los recelos que despierta tras sus coqueteos con el Getafe.

También el Valladolid cambiaba en sus filas y dejaba en el vestuario a Escudero y Kike Pérez, de los más activos en su equipo, y entraban Olaza y Aguado para refrescar las dos bandas. Y como en la primera parte, también pasó en la segunda porque era el Valladolid el que comenzaba mandando sobre el césped si bien tampoco crearon mucho peligro. Y si en la primera el Cádiz apeló al ataque para aminorar el control pucelano, en la reanudación optó por emponzoñar el partido para cortar la dinámica de un Valladolid al que le sentó muy bien los cambios de Pezzolano . De hecho, el técnico uruguayo se quejó amargamente de un leve agarrón de Espino sobre un delantero de los suyos tras una llegada de Olaza por banda izquierda que silenció Carranza.

Pasados los 60 minutos ambos equipos bajaron ostensiblemente la intensidad y el choque se perdía por derroteros de faltas, parones y cambios. Uno de ellos fue el de Alcaraz, que había perdido un balón comprometido en campo propio poco antes de que Sergio lo sustituyera por San Emeterio. Piernas, piernas y más piernas para unos minutos finales que se presentaban eternos .

Pero para pierna, la zurda de Théo Bongonda, que en el 68' cogió un balón en su banda y se olvidó de todo para centrarse en su jugada preferida. Él solito, con su querida indolencia que le hace hacer esto que hizo, se creó el silencio dentro de un volcán y pasó de todo, obvió a Iza, al que casi que apartó con un dribling para armar su izquierda y mandar un trallazo para que el balón cogiera una parábola imposible para el meta vallisoletano, que escuchó retumbar su larguero y acto seguido el clamor de un público que le comunicaba que le acababan de marcar un portentoso gol.

Doblete de Bongonda

Con el marcador a favor, llegó una contra brutal tras un córner mal ejecutado por el Valladolid y que daba opción a salir en tromba Escalante, con el balón, Sobrino, al que se lo cedió, y Lozano, que pasaba por allí y al que le hacen penalti ya hasta sin querer, con solo estar. El pase del manchego no llegaba Escalante pero el catracho andaba por ahí para que Aguado lo derribase dentro del área para mayor sorpresa del hondureño, que se convierte en determinante hasta sin quererlo. Desde los once metros, Bongonda redondeaba su noche ajustado su disparo a la cepa del palo largo .

Y si ya estaba el camino allanado, más lo volvería a facilitar de nuevo Lozano, que controlaba un balón en una zona neutral y veía como se llevaba un codazo de Hongla con el que el Valladolid se quedaba con uno menos a diez minutos del 90. Poco antes, Sergio abrochaba la victoria sacando a Momo Mbaye por Meré y José Mari por Guardiola.

Faltaba uno por aparecer, Ledesma, y lo hizo en el descuento, tras atrapar un remate de Olaza que se colaba en la portería de no ser por el meta argentino. Tan metido en el partido como si estuviera bajo un tiroteo a pesar de que apenas le llegaron en muchos minutos. Pudo ponerle la guinda Lozano, que en la última jugada del partido casi bate a Masip tras un pase del otro denunciado por el club, el Pacha.

Carranza explotaba con el pitido final de un partido que volvía a demostrar la entereza en los peores momentos de un equipo que se ha olvidado del fútbol pero que mantiene el tipo gracias a un corazón de león que se le sale por la boca y se lo entrega a su afición. Eso sí, tras 90 minutos de pasión sobre el campo .

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