¿Tiene sentido sofisticar todos nuestros entrenamientos?

Por qué ser innovador en el gimnasio no debe convertir cada entrenamiento en un numerito circense

Alfonso M. Arce

Alfonso M. Arce

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Que no sorprenda ver a alguien hacer unas zancadas combinadas con unas elevaciones laterales indica que nuestra tolerancia a las cosas raras es muy alta. Los vídeos en redes sociales han hecho mucho daño en este sentido. Ya no solo hay gente sin ningún control intentando imitar lo más difícil que hayan visto, el problema es que también hay atletas de mucho nivel, o con unas capacidades fuera de lo normal, que en su búsqueda de nuevos seguidores se dedican a publicar proezas que empiezan a parecerse más a un truco de circo que a cualquier ejercicio.

Diferenciarse en un mundo tan saturado de información es cada vez más complicado. Hace no tantos años ser quien sobresalía en el barrio te ponía en un pedestal, pero ahora tienes que destacar entre millones y millones de personas que cuelgan sus proezas en Instagram o en TikTok . Hace muchos años la industria del fitness y los entrenadores enloquecieron con el concepto del entrenamiento funcional. Hay enormes discusiones sobre qué es y qué no es funcional y sus múltiples ventajas. El desvarío ha llevado a pensar a determinadas personas que cuanto más inestable, o más patrones de movimiento combinados tiene un ejercicio, mejor será.

Sé que suena muy poco 'sexi', pero si tenemos en cuenta que una gran parte de la población tiene serios problemas para hacer una simple sentadilla con su propio peso corporal, resulta mucho más efectivo y prudente perfeccionar y pulir los ejercicios básicos antes que lanzarnos a lo complejo y sofisticado.

La innovación dentro de lo razonable puede acabar con la monotonía del entrenamiento e inyectar algo de diversión al mismo, y esto puede ser extremadamente motivador. Pero si te interesan los resultados reales y el entrenamiento efectivo, estas sesiones deberían ser herramientas accesorias. ‘Satélites’ del entrenamiento principal.

Todo tiene más sentido si intentamos pensar en un entrenamiento óptimo, un término amplísimo que podríamos simplificar como aquellos ejercicios que acaban siendo mejores que otros porque necesitan trabajar múltiples articulaciones y músculos en diferentes planos de movimiento. Bajo este prisma, la fuerza óptima no es exclusivamente tu fuerza bruta o absoluta, sino la capacidad de aplicar dicha fuerza en tareas que requieran coordinación, flexibilidad, movilidad y equilibrio en los tres planos de movimiento (sagital, frontal y transversal). Aplicando este enfoque podemos incorporar multitud de variaciones a un movimiento sin que nos confundan en el gimnasio con un aspirante a ingresar en el Circo del Sol.

Salvo que tengas objetivos muy concretos, propios de una práctica deportiva específica, si quieres mejorar tu estado de forma a nivel global, tu planificación debería tener en cuenta estas recomendaciones.

•Haz pesos muertos

•Haz sentadillas

•Haz dominadas

•Haz fondos

•Haz presses de hombro

•Los ejercicios abdominales aislados son complementarios, no hace falta hacerlos a diario. Cualquier ejercicio de fuerza realizado con la técnica correcta trabaja tu abdomen.

•Prioriza intensidad a duración. Mejor media hora intensa que dos horas mal aprovechadas.

Dormir lo suficiente es tan importante como todo lo demás. La falta de descanso afecta a tu rendimiento.

•Si quieres entrenar ‘cardio’ sal a correr o montar en bici en la naturaleza e intenta evitar las máquinas de los gimnasios. Y recuerda que se puede hacer cardio con pesas.

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