Te engañan cuando te dicen cuál es la mejor postura para dormir

A pesar de la creencia popular en realidad no existen posturas buenas o malas durante el descanso, lo que sí que sucede es que las posturas repetitivas pueden ser un factor de riesgo a la hora de sufrir daños musculares o molestias

No existen normas o consejos generalistas para determinar cuál es la mejor postura para dormir.
Raquel Alcolea

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La mejor referencia para saber si hemos dormido en la postura correcta la encontramos al despertar: ¿siento fatiga, falta de energía o alguna molestia en el cuello o en la espalda o, por el contrario, me levanto con energía y con la sensación de haber tenido un sueño reparador? La respuesta a esa pregunta puede ponernos sobre la pista para averiguar lo que hacemos bien o mal durante el descanso, tal como explica Alejandro Blanco, fisioterapeuta de la clínica AzRecovery y asesor de Intex. Sin embargo, el experto aclara que en realidad no existe una buena o una mala postura a la hora de dormir, sino que las posibles molestias se deben al hecho de mantener una misma postura durante un tiempo prolongado. «La postura en sí no es la que genera el problema o la solución. Lo que es un factor de riesgo que puede llevar a sufrir algún tipo de dolor es pasar buena parte de la noche en la misma postura, sin movimiento», aclara.

Para el experto no tiene mucho sentido generalizar a la hora de determinar cuáles pueden ser buenas posturas para dormir pues, tal como aclara, es algo que debe individualizarse en función de la dinámica muscular, la forma de movernos y la morfología del cuerpo. Y no solo eso, pues el experto explica que conviene distinguir entre las personas sanas y las que sufren algún tipo de patología , ya que en estos casos sí que se pueden aconsejar algunas adaptaciones para evitar el empeoramiento de algún síntoma o para evitar alguna molestia. Un ejemplo es el de las personas que padecen trocanteritis pues, tal como explica el fisioterapeuta, solo con el hecho de mantener una misma posición al dormir durante varias horas pueden sufrir irritación y molestias en la zona lesionada. «Lo que se suele aconsejar a estas personas es que procuren dormir boca arriba o boca abajo y, en algunos casos, con algún tipo de almohada debajo, ya que tanto si duermen del lado de la lesión como si duermen del otro lado, pueden sentir dolor por la mañana», comenta.

Otro ejemplo es el de aquellas personas que sufren alguna molestia digestiva pues para ellas es más aconsejable dormir del lado izquierdo ya que eso ayuda a prevenir el reflujo gástrico por el modo en el que se colocan los órganos internos en esa postura.

Es distinto el caso de las personas que no sufren patologías pues en estos casos no habrá ni una norma ni un consejo que pueda servir para todo el mundo. «La clave sería buscar la posición más cómoda durante el sueño, sin presiones en ninguna zona del cuerpo y de modo que sintamos que nuestros músculos están en reposo y relajados. Es algo que debemos ir probando», apunta.

Buen colchón y buena almohada

Lo que sí puede resultar útil a cualquier persona, según matiza Blanco, es una correcta elección tanto del colchón como de la almohada , aunque aquí también apunta que no hay consejos que valgan para todo el mundo. Eso sí, la clásica prueba de tumbarse en el colchón la tienda no resulta para él una referencia válida ya que para saber si un colchón nos conviene realmente es necesario probar a dormir en él durante un tiempo. «Si lo probamos durante unos días y sentimos que algo no va bien, nuestro sueño no es reparador y empezamos a notar que tenemos dolores 'nuevos', eso será un indicador de que no es un buen colchón para nosotros», revela.

En cuanto al material o la dureza más adecuados propone que cada persona se base en su propia experiencia. «A lo largo de nuestra vida es probable que hayamos tenido oportunidad de dormir el colchones blandos, duros, de viscoelástica, de látex o de muelles y lo cierto es que no hay mejores o peores, sino que todo dependerá de si nuestras experiencias con cada uno de ellos han sido buenas o malas», aporta Blanco.

Sobre este punto el experto comenta que las personas más activas o que suelen moverse mucho o dar muchas vueltas durante la noche suelen preferir colchones más duros, mientras que los más tranquilos se sienten más cómodos en los que son más blandos.

Lo mismo sucede en el caso de la almohada pues a nivel fisiológico la elección dependerá de la distancia del hombro al cuello de esa persona y eso hace que tanto la dureza como la altura de la almohada puedan influir en el descanso más de lo que creemos.

Además de elegir el colchón y la almohada conforme a nuestras características individuales, el experto recuerda que hay una norma aplicable a todo el mundo que sí que puede contribuir a prevenir dolores y molestias articulares: la práctica regular de ejercicio. «El cuerpo está diseñado para moverse y realizar actividad física diaria es fundamental. Cualquier persona activa, que haga ejercicio a diario, tendrá un sueño mejor y más reparador pues tanto su salud cardiovascular como musculoesquelética e incluso mental será mucho mejor», explica.

No en vano, el fisioterapeuta revela que la mayoría de las lesiones físicas no deportivas que se tratan en las consultas tienen su origen en la falta de ejercicio, el desacondicionamiento físico o incluso la realización de ejercicios que no son adecuados para esa persona. Una de las más comunes es el dolor lumbar , que se da precisamente por la inactividad o por mantener una misma posición durante un tiempo prolongado en la oficina.

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