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Crujidos y chasquidos en rodillas y tobillos: cuándo deben preocupar

Existen dos tipos de ruidos frecuentes cuyo origen son las articulaciones: los que se producen por cavitación y los que se dan cuando hay cartílagos desgastados. Te contamos en qué se diferencian

Algunas personas perciben crujidos o chasquidos frecuentes en sus articulaciones. Vídeo: ¿Por qué crujen las articulaciones?
Raquel Alcolea

Raquel Alcolea

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Al levantarse de la cama y apoyar los pies en el suelo, al agacharse para recoger algo que se nos ha caído, al estirar el brazo para alcanzar un libro situado en lo más alto de la estantería o al girar la cabeza para comprobar de dónde procede un molesto ruido... En el día a día podemos encontrar decenas de situaciones que tienen su réplica sonora en nuestro cuerpo, o más bien en nuestras articulaciones (rodillas, codos, tobillos, muñecas, cuello...), en forma de chasquidos o crujidos. Algunos de ellos nos suelen poner en alerta, bien por la frecuencia o por lo inesperado. Sin embargo lo expertos explican que, si no van acompañados de dolor o de inflamación no tendrían por qué preocuparnos.

Tal como explica Pablo Herrera, vicedecano del Colegio Profesional de Fisioterapeutas de la Comunidad de Madrid, existen básciamente dos tipos de ruidos que provienen de las articulaciones y que pueden llegar a ser frecuentes. Uno es el que se produce por cavitación y que están originados por una pequeña burbuja de aire en el líquido sinovial , que es el que lubrica y rodea las articulaciones. Uno de los ejemplos clásicos de este tipo de sonido es el 'clac' de la persona que se cruje los nudillos. Y el otro caso frecuente es el que tiene que ver con el ruido que se produce por un roce articular cuando hay cartílagos desgastados . Este tipo de ruidos, más habitual en las personas mayores, es más constante (en lugar de puntual) y se asemeja más a dos maderas en contacto.

En el segundo caso la edad evanzada y el sedentarismo suelen ser factores determinantes debido al desgaste de las articulaciones, aunque también puede estar producido, según revela Herrera, por una actividad muy repetitiva que genere desgaste en una zona de nuestro cuerpo que incluso puede llegar a derivar en artrosis .

Si los ruidos van acompañados de dolor, deben preocuparnos.

Cuándo deben preocupar los ruidos

Hace años existía la falsa creencia de que los crujidos o chasquidos del cuerpo, voluntarios o provocados, podrían terminar generando lesiones o incluso artritis. Sin embargo existen estudios científicos que han echado por tierra esa idea. De hecho, tal como recuerda el fisioterapeuta, existe la experiencia de un médico de California (Estados Unidos) llamado Donald Unger que logró el Premio IG Nobel de Medicina tras hacerse crujir cada día los dedos de su mano izquierda durante 60 año para demostrar que, pasado ese tiempo, el grado de artritis entre sus dos manos, la que hizo crujir y la que no, era similar. «Unger demostró que ese gesto no provocaba un desgaste extraordinario de la articulación, como se pensaba, ni otro tipo de dolencias», revela.

Pero lo que sí que debe ser motivo de preocupación cuando se producen esos ruidos en el cuerpo, según recuerda Herrera, es la aparición de dolor o de inflamación persistente, pues estos dos sí que serían síntoma de que existen problemas mecánicos en las articulaciones o en las vertebras.

Cómo evitar los crujidos y chasquidos

Lo cierto es que, como aclara el experto, no existen productos milagrosos para resolver estos problemas fisiológicos y lo aconsejable es que aquella persona que se vea afectada por una dolencia asociada a estos ruidos debe consultar al traumatólogo . Además, en los casos en los que aparece dolor o existe una limitación de los movimientos, la figura del fisioterapeuta también puede ser útil tanto para reducir el dolor como para mejorar la movilidad .

También es aconsejable seguir pautas tanto de alimentación como de ejercicio física que contribuyan a prevenir las molestias articulares. Evitar el sedentarismo , practicando regularmente ejercicio adaptado a las características físicas de cada persona, asegurarse una correcta hidratación y nutrición y dormir las horas suficientes contribuyen a que las articulaciones funcionen bien y además ayudan a evitar la obesidad, que es uno de los factores de riesgo.

A nivel nutricional una alimentación rica en calcio , mineral que el cuerpo necesita para mantener los huesos fuertes y disminuir la pérdida de masa ósea y unas dosis adecuadas de vitamina D (que se consigue principalmente a través de la exposición al sol y que ayuda a absorber ese calcio) suponen una ayuda a la hora de mantener los huesos y las articulaciones fuertes. Algunos especialistas pueden aconsejar en casos puntuales el consumo de complementos alimenticios a base de colágeno , una proteína que se encuentra en los tejidos como la piel, las articulaciones, los huesos y los músculos pero que disminuye con la edad.

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