Un buen viejo

La palabra «viejo» tiene connotaciones negativas en una sociedad poco reflexiva

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Mario Vargas Llosa y Amancio Ortega, dos hombres exitosos en distintos campos, cumplieron ayer 80 años. Son buenos ejemplos de esa hermosa obra que esculpe el tiempo. Tuve la oportunidad de escuchar a un amigo de Vargas Llosa cómo le decía a este que pocas cosas había mejores en la vida que un buen viejo. A lo que el Nobel contestó que sin duda. Porque la mirada es libre, y la vista, amplia y serena. Porque se deja huella y en la mayoría de los casos se aborda la gran aventura de la paternidad. Porque ese tiempo de sabiduría y pecados refrenados tiene como recompensa una hermosa existencia. Ortega y Vargas cumplen casi todo. El camino no siempre fue fácil y seguramente estará lleno de sombras, pero en la balanza final pesa más lo positivo.

La palabra "viejo" tiene connotaciones negativas en una sociedad poco reflexiva. Pero no cuando uno observa estos dos casos. No hay receta para llegar así a los 80 años. Cada uno vivió su propia peripecia. Es cierto, sin embargo, que nada da más vida que conservar la esperanza, tener proyectos. Porque lo mejor aún está por llegar.

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