¿Y si las plantas fueran las baterías del futuro?

La compañía está inmersa en el desarrollo de otra tecnología que ha bautizado como interruptores biológicos

Bioo. Bioo

Arantxa Herranz

Bioo nace hace ahora cinco años con el objetivo de generar electricidad a partir de la naturaleza. Para ello, están desarrollando dos tecnologías. Una de ellas permite tener unos sensores que funcionan directamente enchufados a la tierra y que están diseñados para reemplazar las baterías o pilas de botón.

Así, una plantación que tuviera asociado un riego por goteo que funciona de forma intermitente, gracias a unas baterías, sería autosuficiente con esta tecnología desarrollada por Biotech.

¿Cómo es posible? Gracias a la microbiota que se encuentra en el subsuelo. Los microorganismos que hay bajo la tierra están alimentándose de la materia orgánica que hay en el subsuelo y al hacerlo, liberan los electrones. La tecnología de Bioo es capaz de utilizar esos electrones en forma de batería. «Por decirlo mal y pronto, los electrones colonizan nuestra biobatería, dónde se desarrollan mejor de lo que lo harían en el suelo de forma natural, generando corriente eléctrica», resume Pablo Vidarte, CEO de Bioo.

Además, la compañía está inmersa en el desarrollo de otra tecnología que ha bautizado como interruptores biológicos y que, básicamente, que lo que hace es utilizar la propiedad conductora de las plantas para activar o desactivar dispositivos electrónicos. Por poner un ejemplo, gracias a esta tecnología somos capaces de activar una lámpara a través del contacto humano con una planta.

Uno de sus ejemplos más famosos es el piano que tienen instalado en el Jardín Botánico de Ibiza, que puede replicar las notas musicales a través del contacto con las plantas.

Las aplicaciones de esta tecnología también han llevado a Bioo, en colaboración con Sanitas, a replicar el tradicional juego Simon de luces de colores para permitir mantener la memoria cognitiva de las personas mayores y otra aplicación para mejorar la capacidad de atención de los niños pequeños.

La compañía pretende realizar diferentes soluciones en función de las necesidades de cada segmento empresarial.

Primer producto comercial

Más allá de estas aplicaciones en el ámbito empresarial, Bioo también se prepara para el que será el primer lanzamiento de su producto comercial, para todos los públicos, durante el primer trimestre del año que viene. Por decirlo brevemente, será una maceta que será capaz de activarse y emitir luz con el contacto humano.

Es decir, es una maceta de cerámica traslúcida. En este caso no se genera energía de la naturaleza. «Simplemente estamos utilizando una planta como interruptor biológico”, detalla Vidarte. “No hace ni siquiera falta tocar la planta, sino que ella misma es capaz de percibir que un ser humano está cerca. Cuando lo detecta, enciende la luz directamente», nos cuenta.

El sueño de una noche de verano

La idea de ser capaz de transformar las plantas en energía surge de un sueño que tuvo el a las 3 de la mañana hace siete años. Aunque ya tenía experiencia como emprendedor, reconoce que todo lo que podía saber a nivel de ingeniería tenía que ver con su experiencia trabajando con motores de combustión interna. «No tenía ni idea de biotecnología», nos reconoce. El fundador empezó a investigar cómo podría hacer realidad ese sueño. «Las baterías biológicas se llevan utilizando bastante tiempo, desde los años 70, pero para sistemas de tratamiento de aguas residuales. No se estaban empleando en entornos abiertos naturales», detalla el fundador de la compañía.

Con el apoyo de un grupo de colaboradores que cree en el proyecto y que, de manera desinteresada, colaboran en el proyecto, un año después investigar y presentar su idea a diferentes instituciones, es cuando empieza a conseguir la financiación para ponerlo en marcha.

Reconoce que cuando hablaba de su idea hace seis años le miraban como si estuviera loco. Pero también que el primer prototipo que consiguieron construir funcionaba. «Producía muy poca electricidad, pero algo producía», lo que les animó a seguir investigando, puesto que su teoría estaba en lo cierto y se podría producir energía de las bacterias del suelo. «Hasta que no llegamos a hacer prototipos bastante decentes no constituimos la empresa de forma oficial. Y hasta que no tuvimos una tecnología con cara y ojos de verdad no levantamos la primera ronda», recuerda este emprendedor que ya ha levantado cuatro rondas de financiación.

El gran reto

Cuando le preguntamos a Pablo Vidarte cuál es su gran reto con esta empresa, asegura que «hacer una transformación tecnológica del mundo».

Con una de sus líneas de trabajo están «transformando entornos urbanos» con vistas a la siguiente revolución tecnológica que, según su opinión, es la biotecnológica. Pero, además, quiere llevar esta misma transformación a la agricultura. Para ello, próximamente se preparan para el lanzamiento del primer producto agrícola: una batería biológica para activar sensores en agricultura y que los campos se rieguen por sí solos, sin necesidad de añadir fertilizantes, con sensores que tienen esta información y que se alimentan de la de la propia tierra. «Ahora mismo se alimentan con pilas o con paneles solares. Las pilas hay que cambiarlas. Nosotros estamos haciendo una batería que no haga falta cambiarla y que se alimente de la propia tierra», avanza.

Por este afán de transformar tecnológicamente el mundo, Pablo Vidarte descarta, por el momento, vender su empresa. «Quiero que todo en lo que hemos estado trabajando sirva para esa transformación biotecnológica que está a punto de verse», subraya. Algo para lo que solo falta tiempo, el principal reto al que, según la compañía, se enfrenta de cara al futuro. «La aceptación de los pilotos que hemos lanzado hasta el momento está siendo muy positiva, sobre todo en el ámbito corporativo y el sector agrícola, la investigación tecnológica requiere de tiempo para asentar y optimizar nuestros productos», sentencia.

Esta información se enmarca en el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) número 7.

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