17 minutos de vuelo, una tonelada de CO2: la huella de los jets privados

Políticos, futbolistas o artistas… son solo el 1% de la población pero provocan más de la mitad de las emisiones en aviación

Avión privado. Archivo

José A. González

«Esta mañana he hablado con la empresa que organiza nuestros viajes para ver si podemos viajar en un barco de vela». Estas palabras, pronunciadas por el nuevo entrenador del Paris Saint-Germain Christophe Galtier, han levantado un importante revuelo en Francia, después de que varias personalidades del país vecino, entre ellas el responsable de TGV (líneas de alta velocidad en Francia); la ministra de Deportes de Francia o la alcaldesa de París criticaran los desplazamientos del actual campeón francés.

El pasado fin de semana, el equipo de Mbappé, Messi y Neymar disputaba su encuentro de Ligue 1, el campeonato doméstico galo, en Nantes. El equipo de la capital cogió un avión fletado por su patrocinador principal, Qatar Airways, para llegar al destino en poco menos de una hora. La respuesta llegó en un tuit del responsable de la alta velocidad en Francia: «París-Nantes está a menos de 2 horas en TGV. PSG renovamos nuestra propuesta de oferta adaptada a sus necesidades específicas, para nuestros intereses comunes: seguridad, velocidad, servicios y eco movilidad».

No es un tuit vacío, sino que responde a los planes del Ejecutivo de Macron de cortar las alas a los vuelos privados. «Creo que hay que actuar y regular los vuelos en jet privado», señala una entrevista el ministro francés de Transportes, Clément Beaune. El ahorro energético y las emisiones son las razones.

La oenegé Transport & Environnement calcula que una décima parte de los vuelos en Francia corresponden a aviones privados. Las emisiones de CO2 de un vuelo privado de cuatro horas equivalen al total de emisiones de una persona durante un año. Los viajes en este tipo de medios han despertado el recelo a ambas orillas del Atlántico.

La cuenta de Twitter ‘Celebrity Jets’ ‘vigila’ los viajes de los famosos por Estados Unidos y también por Europa. Viajes de 17, de 40, de 23 o 38 minutos y toneladas de CO2 emitidas a la atmósfera, críticas que se repiten en el Viejo Continente. «Usted se quita la corbata pero coge el helicóptero Super Puma de aquí a Torrejón», recriminaba Feijóo a Sánchez en su cara a cara en el Senado.

Aunque, el último en estar en el centro del debate ha sido Leo Messi. Según la ONG Attac, la aeronave del argentino hizo, solo entre junio y agosto, un total de 52 vuelos. Esto equivale a una emisión de 1.502 toneladas de CO2, «es tanto como un francés en 150 años», denuncia la organización.

Unos pocos, contaminan mucho

La Covid-19 dejó en tierra toda la flota de las aerolíneas y su despegue real no ha comenzado hasta este 2022 y aún no al 100%. Sin embargo, los vuelos privados no han notado la aparición del Sars-CoV-2. «En julio de 2020, las ventas de vuelos privados aumentaron un 11,3%», recoge Transport & Environnement (T&E).

Vuelos exclusivos al alcance de unos pocos. Los clientes de este tipo de servicios suelen ser artistas, futbolistas, políticos, reyes y millonarios. «Solo el 1% de las personas causan el 50% de las emisiones de la aviación mundial», apunta la oenegé especializada en transporte.

Unos viajes que en escasas ocasiones superan la hora de vuelo y suelen ser una media de 500 kilómetros, la distancia recorrida. «Los jets privados representan la forma de movilidad más dañina para el planeta. Resulta inadmisible que unos pocos individuos, solo por su altísimo nivel adquisitivo, tengan la posibilidad de generar una huella de carbono tan disparatada y, por tanto de causar tan graves perjuicios al conjunto del planeta», denuncia Pablo Muñoz Nieto, responsable de la campaña de aviación de Ecologistas en Acción.

A pesar de su impacto sobre el clima, a día de hoy los aviones privados no están sujetos a impuestos en la mayoría de los países europeos debido a las exenciones del sistema de precios del carbono de la UE (RCDE UE) y a que el queroseno sigue sin estar gravado. «La mayor compañía de jets privados ha declarado el equivalente a 1.430 veces la huella de carbono anual de un francés, pero… no ha pagado nada al (disfuncional) mercado de derechos de emisiones», denunciaba una política francesa hace unos días en Twitter.

Uno de cada diez vuelos que salen de Francia son aviones privados

Un status privilegiado que empieza a estar en tela de juicio. La Comisión Europea planea en su paquete Fit for 55 la creación de un gravamen sobre el queroseno para los vuelos entre países de la Unión Europea. «Los aviones privados procedentes del Reino Unido y Francia son la mayor fuente de contaminación, ya que en conjunto representan más de un tercio (36 %) de las emisiones de los vuelos privados en Europa», revela el informe. De hecho, uno de cada diez vuelos que salen de Francia son aviones privados.

Es por ello que el país vecino es uno de los más beligerantes con esta forma de movilidad. El Elíseo francés trabaja en su reducción, aunque, por el momento, no se conocen medidas concretas para reducir sus despegues y aterrizajes. El ministro galo de transporte ha apuntado varias posibilidades que van desde incentivos para reducir esos vuelos a restricciones, pasando por gravámenes con efecto disuasorio.

No obstante, entre los escenarios probables está el de obligar a las empresas a hacer públicos sus desplazamientos en avión privado, crear un dispositivo para enmarcar su uso e incluso impedirlo si existe una alternativa con vuelos comerciales o tren.

Más impuestos

Si la hoja de ruta de Bruselas en su Fit for 55 se cumple, «se podrían recaudar 325 millones de euros anualmente si se aplicara a todos los vuelos que salen de la UE y el Reino Unido», destaca T&E. «Los ingresos recaudados de este modo podrían utilizarse para acelerar la descarbonización del sector de la aviación», añaden.

Esta es una de las recomendaciones que hacen a los reguladores, aunque su petición va más allá: «se insta a las empresas y los particulares a reducir sustancialmente el uso de aviones privados; y, finalmente, se propone la prohibición de aquellos vuelos para los que existan alternativas que no incrementen la duración del viaje en más de dos horas y media».

Un guante que ya recogió Francia el pasado 2021 cuando decidió prohibir los vuelos domésticos cuando haya una alternativa en tren de menos de dos horas y media. Medida recurrida por los aeropuertos franceses ante la Comisión Europea.

En España, esta decisión también ha sido barajada por La Moncloa, aunque el sector aéreo siempre ha defendido que estas medidas son residuales, pues «el impacto que tendría sobre las emisiones sería mínimo y el coste económico, grande», señalan.

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