La deuda ecológica de la sociedad: «Consumimos tres planetas»

El reciclaje crece en España, pero aún se mantiene lejos de los mínimos establecidos por la Ley

Televisor en un cubo de basura. Archivo

R. A.

Envases, al amarillo; cartón, al azul; vidrio, al verde. Estos tres gestos ya están interiorizados en la sociedad española. «Pero, todavía tenemos mucho más que reciclar», asegura Cristina Muñoz, coordinadora de comunicación corporativa de Ecoembes. La teoría está clara, pero la práctica aún necesita mejorar.

La tasa de reciclado de residuos municipales en España en 2021 fue del 35%, lejos del objetivo marcado por la Comisión Europea del 50% y de la media de la Unión Europea del 48%, según un informe sobre economía circular presentado por la Fundación Cotec para la Innovación. «Tenemos mucho trabajo por delante si queremos cumplir con los objetivos impuestos», destaca Muñoz.

No obstante, en el reciclaje de plásticos y envases, la media española está por encima de la europea. «El 37% de la materia que desechamos es orgánica y ahí está el problema», advierte Muñoz. Sin embargo, la responsable de Ecoembes va más allá: «reciclar es el último eslabón de la cadena».

La población mundial está en constante deuda con el planeta, «no hay un plan B y aún así mantenemos un alto consumo». Según datos de varias organizaciones ecologistas, para satisfacer la demanda alimentaria y energética de los más de 9.000 millones de personas que habrá en 2050 se necesitarían casi tres planetas.

La Tierra y sus recursos son finitos y, además, «su extracción tiene impacto en el cambio climático», destaca Muñoz. «En la última década se han perdido especies de animales en la misma cantidad que en los 50 años anteriores», advierte.

Por ello la ‘R’ de reciclar ya no está sola y «hemos pasado de tres, a siete o, incluso, a nueve», comenta. Patas en las que se asienta la economía circular. «No es activismo ecológico, es también una forma de economía».

El reciclaje es la parte más visible de este concepto que nació en la década de los 70 del pasado siglo, pero que «es imitar la naturaleza», responde la coordinadora de comunicación corporativa de Ecoembes.

Una estrategia adoptada por las autoridades a nivel mundial. En 2015, la Unión Europea ya firmó un plan de acción con medio centenar de medidas para adoptar la circularidad a su economía. Cinco años después, el Pacto Verde Europeo incluyó ese paso inicial. «La UE importa seis veces más de lo que sacamos fuera, esto está relacionado con la economía circular», añade.

Diseñar ecológicamente

Por su naturaleza, la economía circular basa su modelo de producción y reaprovechamiento en la imitación y reproducción de los procesos naturales. «Es una de las mejores formas de entender el concepto», asegura.

Sin embargo, también se puede repensar la forma de producir, revela Muñoz. «El 80% del impacto ambiental de un envase se determina en la fase del diseño », destaca. El diseño con materiales sostenibles permite que los bienes de la economía circular terminen su vida útil en condiciones de adoptar nuevas funciones

Plástico o cartón, cuadrado o redondo, peso. Estas son variables que cada vez más se tienen en cuenta a la hora de diseñar y fabricar un producto. «Adelgazar unos gramos un envase, genera menos recursos y contamina menos», explica Muñoz.

«Esto no es una moda, es una realidad», apostilla. De hecho, el ecodiseño tiene su propia normativa, la que acredita la naturaleza sostenible de los productos que salen al mercado. Además, existen varias normas ISO que acreditan la gestión ambiental y evalúan la integración de los aspectos ambientales en el diseño y desarrollo del producto.

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