El autor cocina en su última publicación un corolario de recetas sardónicas, como es habitual en su prosa fresca y sin complejos
El autor cocina en su última publicación un corolario de recetas sardónicas, como es habitual en su prosa fresca y sin complejos - abc

Itxu Díaz: «Las mujeres caen rendidas ante quien sepa hacer bien una tortilla de patata»

Desmenuza el arte coquinario como si pelase una granada. El escritor satírico publica su última obra y da más de un consejo «útil», como comérselo todo para no tener que limpiar y no guisar bien delante de amigos para evitar hacerlo en cada evento

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«Aprende a cocinar lo suficientemente mal como para que otro lo haga por ti» es el regreso delante de los focos del periodista, escritor y columnista Itxu Díaz (La Coruña, 1981). Lo hace con su usual prosa nada lisonjera para la humanidad y hasta sardónica después de haber «matado a un gurú en internet» cuando estallaba el boom de las nuevas tecnologías. Ahora, su propósito es el de desencajar la sonrisa desternillante que provocan siempre sus textos en el mundo -tan rimboso últimamente- de los fogones.

Contesta a ABC.es justo cuando su publicación de Hércules de Ediciones sale a la luz, directa a las estanterías. Para que se hagan una idea del contenido sobre el arte coquinario que completa el autor valga su última recomendación orientada al sabroso momento de la digestión amodorrada: «La forma más rápida de limpiar la cocina es comérselo todo».

Poco habrá de objetársele. Un consejo propio: tómense sus respuestas siempre con una dosis de humor, si no, puede resultarles un pelín indigesto este guiso.

-Con su anterior volumen señaló en una entrevista a ABC que su misión era «alertar al mundo de que la tecnología acabaría con nosotros». Con un título tan sugerente como su nueva obra y mensajes como «la cocina es el arte de que otros se manchen por ti para darte de comer», ¿cuál es el eslogan que quiere transmitir en esta ocasión?

-Hay demasiada gente en la cocina y no cabemos todos. Nuestras abuelas no lo habrían tolerado. El lema: «Millones de personas en el mundo no saben cocinar. Es importante que sigan sin saber hacerlo».

-¿Y por qué se ha decantado esta vez por el mundo de la cocina?

-Me gusta despistar a mis lectores. La cocina es un entorno cotidiano, universal, y divertido: ¡está lleno de cosas que arden, pinchan y manchan!

-Además de amenizar con una lectura distraída y satírica como es usted y su estilo... ¿este es el libro de cocina que todo vago debe tener?

«Que el lector experimente recetas horribles con las que el fracaso es seguro»

-Sin duda. Todas las personas que aspiren a aprender el arte de no cocinar deben devorar el libro. Literalmente. Pero también es para los hombres de acción: pongo al lector a experimentar recetas verdaderamente horribles con las que el fracaso está asegurado.

-¿O es un libro, al contrario de lo que parece, para que el que sepa de cocina aún sepa más y el trabajador en los fogones aún se esmere más?

-En absoluto. En realidad, es un libro que no tiene nada que ver con la cocina. No recuerdo haber escrito nada de cocina.

-¿Cuál es su meta con él, entonces?

-Que yo pueda retirarme este año después de haber vendido dos millones de copias. A mí no me vale lo comido por lo servido.

-¿Y qué demanda del lector?

-Que lo compre, lo lea, lo ría, lo relea, y lo regale. Y que vuelva a empezar este ciclo al terminar.

-¿Qué opinión le merece que proliferen programas de cocina más que hongos?

-Me parece genial. Aunque desde que no hago televisión, casi no la veo. En ese sentido no he cambiado. Para entretenerme prefiero leer a Chesterton, Dickens, Wodehouse, Waugh, O’Rourke, a Hunter S. Thompson, y a nuestros genios, por supuesto, desde Cervantes hasta Gómez de la Serna, Jardiel, Agustín de Foxá, o nuestros últimos satíricos, Campmany, Ussía... O esas columnas contemporáneas tronchantes que a veces nos regalan David Gistau, Ignacio Peyró, y Manuel Jabois. Leo más que escribo. Y escribo demasiado.

-¿Nos hemos vuelto toda la audiencia «cocinitas» repentinamente?

-La audiencia española es un inmenso tertuliano. Así que supongo que también cocina de maravilla. O al menos, igual que resuelve el paro en cinco minutos, evita que se caigan los aviones, acaba con el Ébola antes de la publicidad, arregla la vida sentimental de Cristina Pedroche, e imparte doctrina sobre sociología de las migraciones. Lo dice un tertuliano.

-Al hilo de lo anterior, cuando usted estaba sacando este libro, se ha levantado tormenta por la forma de tratar a los incipientes cocineros o aprendices en este arte en programas como «Masterchef». ¿Usted cree que es mejor aleccionar sobre comida con buenas o malas formas, con violencia o con sutileza?

-No se puede hacer una tortilla sin romperle los huevos a alguien. Cito de memoria.

-¿Ingeriría un «león come gamba»?

-Sospecho que debería ver más a menudo la televisión. ¿No?

-¿Cuál es el plato que jamás degustaría?

«El mundo sería un lugar mejor sin pepinillos»

-Cualquiera con pepinillos. Mis lectores están felices porque comprando mi libro se adhieren al célebre Manifiesto Contra el Pepinillo. El pepinillo es el enemigo. El mundo sería un lugar mejor sin pepinillos. Mi abrazo a los fabricantes de pepinillos.

-¿Y cuál es el más rico que ha probado en su vida... y sobre todo quién fue el o la cocinera en ese caso?

-La paella de mi compadre Quero. El gran Quero me enseñó que se puede comer de maravilla sin esfuerzo: dejando que cocine él.

-¿Los gallegos como usted son buenos cocineros?

-No hay más que ver a Rajoy.

-¿Usted lo es o precisamente ha escrito de algo que luego no sabe hacer? (perdone la intromisión personal, vaya por delante, claro)

«Que quede aquí y entre nosotros: cocino a diario y lo hago bien»

-Le diré un secreto. Pero que quede entre usted, yo, y los lectores de ABC. Cocino a diario. Y lo hago preocupantemente bien. Estoy intentando dejarlo.

-¿Cómo de buenos cocineros somos en España y cómo de buenos comedores? Mi pregunta, en suma es, ¿nos gusta más hacer de comer o que nos den de comer?

-«Hablar de comida despierta la glotonería», decía el sabio Campmany. El mismo que advirtió en este periódico ABC sobre el acoso a los gordos felices: «Nada hay más depauperado y extenuado que un gordo sometido a severa dieta de adelgazamiento». Así que lo importante es comer, da igual cómo. Y además, al español medio lo que realmente le gusta es que le den de beber. España es el vino. ¡Viva el vino!

-El mensaje que usted da al que no sepa cocinar es que es importante que no sepa hacerlo, que siga así. Y al que sabe cocinar, ¿usted qué le dice?

-Que nunca olvide la lúgubre cercanía fonética entre chef y chof.

-Con tantos manuales de cocina como hay... ¿cómo o por qué le surgió hacer un libro con el gancho justo opuesto, el de enseñar a no saber cocinar?

-Porque es importante para la Humanidad levantar ese tabú temático. Y porque probablemente estaba borracho en ese momento.

-Aprovechando la ocasión, dígame el plato que cocinaría para las siguientes autoridades y/o personajes famosos:

-Artur Mas. Unos bollos suizos de esos que le pirran.

-Mariano Rajoy. Manitas de Bárcenas en su salsa.

-Pablo Iglesias. Creo que adora la Casta con papas fritas.

«A Albert Rivera le haría palomitas de maíz para la noche electoral»

-Nicolás Maduro. Huevos a la Libertad. Dicen que de lo que se come se cría.

-Isabel Pantoja. Chivo expiatorio estofado en salsa Montoro.

-Albert Rivera. Palomitas de maíz. Para la noche electoral.

-Pedro Sánchez. Vino con vino. Para la noche electoral.

-Doña Letizia. Lo que sea. Pero por Dios, que coma, que coma la Reina.

-Belén Esteban. Algo para princesas del pueblo: callos con chistorras.

-¿Cuál juzgaría como el mayor defecto de los españoles en la cocina?

-Los españoles no tienen defectos, y mucho menos en la cocina, si pasamos por alto el pepinillo.

-¿Y la virtud?

-El jamón ibérico. Está comprobado que un español puede sobrevivir con jamón ibérico y vino durante al menos doscientos años. Trescientos, si el vino es bueno.

«El español sobrevive con jamón ibérico y vino al menos durante 200 años»

-¿Diría que en esto hay o no hay diferencias entre sexos?

-En absoluto. Estoy siempre con el refranero: a cocinero regalado, no le mires el diente.

-Usted dice en el libro que va a dar tácticas psicológicas que harán creer a los comensales que es un psicópata. Dígale a nuestros lectores varias de esas técnicas o recetas....

-Es muy importante quemar a los comensales. También la receta Conejo vivo a la guindilla nunca me ha fallado para espantarlos. Por otra parte, si se trata de hacer creer a los amigos que te has vuelto completamente loco, el plato ideal a servir es Cerveza sin Alcohol.

-Usted concita su «cóctel del amor» en la página 142 de esta forma: «Cuando quieras que una chica caiga enamorada a tus pies, no dudes en recurrir a este combinado. Mezcla tres cuartas partes de una botella de vodka con medio vaso de zumo de naranja, seis tapones de brandy, una botella de champán, tres chupitos de tequila, dos bolsas grandes de hielo y seis paquetes de azúcar. Sirve el Cóctel del Amor en un coco vacío adornado con flores y con dos pajitas. Asegúrate de obstruir prudentemente la tuya antes de llevar el coco a la mesa». Es humor, claro, no intenten probarlo en sus casas.

La pregunta es... ¿qué plato le sale bien por mucho que se empeñe en lo contrario?

-El besugo. El besugo lo hago de maravilla.

-¿Y cuál haría para la conquista de su pareja que le resulta infalible y que no sea por supuesto la del vodka y el zumo?

-Lo siento. No puedo mostrar mis cartas. Si mostrara mis cartas, estaría mostrando mis cartas. ¿Se da cuenta?

-Abundando en esa tónica... ¿se sigue conquistando por el estómago? Del 1 al 10, ¿cuánto cree usted que cuenta el desempeño en los fogones a la hora del romance?

-Las mujeres de nuestro siglo, guardianas del sentido común, caen rendidas ante quien sepa hacer bien una tortilla de patata. A los hombres ahora se les conquista con lechuga y col lombarda. La pregunta es si merece la pena conquistar algo así pudiendo tener la casa llena de adorables conejos.

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