Los balcones, muy engalanados para la ocasión
Los balcones, muy engalanados para la ocasión - l. p.

La Romería de San Benito, una tradición lagunera que involucra a toda Canarias

Pocas fiestas populares resumen en Tenerife tanto colorido y tradición como la que se vive en esta ciudad Patrimonio de la Humanidad

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La Romería de San Benito Abad sigue siendo, dado su carácter regional, quizá la más representativa de cuantas se celebran en los diferentes pueblos y comarcas de la tierra canaria. A ella acuden multitud de personas ataviadas a la usanza tradicional isleña, entonando las canciones propias de su folclore y ofreciendo a los presentes los productos culinarios más representativos: nadie se va sin recibir de cortesía una papa arrugada, una chuleta o un poco de gofio. Todo ello confiere a esta manifestación un colorido y una excelente oportunidad para conocer de cerca un importante aspecto de la cultura popular de Tenerife y, en general, de toda Canarias.

Esta fiesta popular tiene lugar el segundo domingo del mes de julio, que este año es el domingo 12, y ha sido declarada de interés turístico nacional por ser, entre otras cosas, el fiel reflejo del «beñesmén» guanche, la celebración que hacían los antiguos pobladores de Tenerife para dar gracias por las cosechas al principio del verano.

Con el tiempo y la incorporación a la Corona pasó a ser un reconocimiento que los campesinos tributaban al Santo por su protección y sus desvelos en la obtención de una buena cosecha.

Con el tiempo, esa presencia del campo en la ciudad fue adquiriendo un carácter multitudinario y participativo y la Romería se convirtió en un encuentro de ambos mundos, el agrario y el urbano, que se reunían en un encuentro lleno de gozo y alegría.

La celebración tiene en total una duración de quince días en los que se realizan las elecciones de Romera Mayor, Infantil y Mayores. Pero más allá de la parte más institucional, la Romería es una experiencia que merece ser vivida para saber de qué manera los canarios entienden las tradiciones y se entregan al disfrute de ellas.

La fiesta, la gran fiesta, tiene su punto de partida en el «baile de magos» en el magnífico entorno de la plaza de la Concepción, un lugar recuperado para los peatones donde nadie se quiere quedar sin mesa, pese a que se calcula su asistencia en nada menos que 4.000 personas. Por supuesto y como es regla estricta estos días, todos deberán ir ataviados de traje típico, y aquí es donde se ve uno de los aspectos más coloridos de la fiesta, ya que al convocar a gentes de distintas comarcas tinerfeñas e incluso de otras islas, permite observar cómo se han conservado las líneas de la indumentaria del «mago», el hombre y la mujer que habita en el campo.

Y el domingo, el día grande, esto queda de manifiesto, ya que el cortejo de esta romería está compuesto por siete mujeres, cada una con el traje típico correspondiente a cada una de Islas Canarias, jóvenes que portan flores y frutas como ofrenda a San Benito, carretas, rondallas, parrandas y ganado que recorren distintas calles. Desde las carretas, durante todo el recorrido, se reparten huevos duros, chuletas, gofio, papas (patatas) arrugadas y frutas. Como era hace años y como sigue siendo hoy, siempre que haya laguneros dispuestos a mantener esta larga tradición.

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