Una bicicleta de la plataforma Bicing, en Barcelona
Una bicicleta de la plataforma Bicing, en Barcelona - YOLANDA CARDO
CONSUMO COLABORATIVO

Seúl, Ámsterdam... y ahora Barcelona

La Ciudad Condal se perfila como una de las capitales europeas mejor preparadas para un cambio de modelo productivo que, según los expertos, es inminente

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Hace tiempo que el consumo colaborativo se perfila como una de las tendencias con mayor proyección en España. El imparable desarrollo de la tecnología ligado a la coyuntura económica se ha convertido, en los últimos años, en un trampolín perfecto para un nuevo modelo productivo que parece haber llegado para quedarse.

Hablar de consumo colaborativo es hablar de empresas como Uber, Airbnb o BlaBlaCar. Son, sin duda, las más mediáticas, aunque no las únicas en un nuevo ecosistema en el que cada vez más emprendedores buscan su camino hacia el éxito con una conexión a internet como único requisito. El ciudadano, lejos de ser un mero consumidor de bienes y servicios, ha iniciado su transformación hacia la figura de «ciudadano-productor», cuyo objetivo no es otro que el de poner en valor aquello que sabe o tiene para, así, contribuir al bien de una comunidad.

Ámsterdam como modelo

La capital de los Países Bajos ha sido nombrada recientemente primera ciudad colaborativa de Europa. El motivo no es otro que el empeño del gobierno en despuntar en este nuevo modelo productivo poniendo en práctica, para ello, no pocas iniciativas para hacer del consumo colaborativo toda una realidad para los ciudadanos. «La idea es transformar Ámsterdam en una ciudad puntera y utilizar las posibilidades que ofrece esta nueva modalidad económica en las áreas de sostenibilidad y cohesión social», aseguró la pasada semana Harmen van Sprang, cofundador de la iniciativa social SharingNL.

¿En qué punto se encuentra España? Albert Cañigueral, experto en consumo colaborativo y fundador del blog del mismo nombre puntualiza a ABC que, si bien es cierto que Ámsterdam lleva tiempo trabajando en este modelo, «la ciudad pionera en economía colaborativa es sin duda Seúl». Definida, de hecho, como la «ciudad más colaborativa del mundo», la capital de Corea del Sur ya puso en marcha hace tres años el proyecto «Seúl, la ciudad que comparte» con el fin de «promulgar políticas que fomenten la aparición de empresas basadas en la economía colaborativa para lograr un mejor uso de los recursos». El éxito del proyecto, que perdura en la actualidad, es indiscutible.

«Al margen de Seúl, si nos centramos en Europa es cierto que Ámsterdam ya ha sentado las bases para hacer realidad el cambio de modelo económico poniendo en marcha, entre otras cosas, un entorno de monitoreo y acompañamiento para elaborar un marco legal basado en datos y no solo en especulaciones», subraya Cañigueral.

El futuro pasa por Barcelona

En nuestro país, si hay una región que destaca en este sentido es Barcelona. «No podemos decir que España se haya quedado atrás en cuanto a consumo colaborativo», recalca Cañigueral. La Ciudad Condal, además, celebrará el próximo mes de noviembre uno de los eventos más importantes del sector, el organizado por «Oui Share», plataforma líder en economía colaborativa y cuya principal misión es construir ciudades que conecten a personas, organizaciones e ideas «en torno a la equidad, transparencia y confianza».

De hecho, un artículo publicado recientemente en esta plataforma destaca los puntos fuertes que hacen de Barcelona la ciudad colaborativa por excelencia. Entre ellos, la publicación destaca el caso de 'Bicing', «recientemente considerado por el 'Transportations and Development Policy (ITDP)' como el mejor programa de bicicleta compartida del mundo». Asimismo, prosigue el texto, «en el ámbito del turismo podemos destacar el éxito del alojamiento compartido en la ciudad ya que, de acuerdo con Jeroen Merchiers, ex Director General de Airbnb en España y Portugal, Barcelona es ya la cuarta ciudad en compartir alojamientos después de Nueva York, París y Londres».

«Hace ya tiempo —continúa el experto consultado por ABC— que comenzamos a hablar de economía colaborativa en Barcelona. Cada vez avanzamos más en este sentido, pues el parlamento catalán ya ha iniciado una comisión de estudio para tomar decisiones al respecto. [Puedes leer aquí sus conclusiones] El progreso en este sentido es evidente».

España pide cambio

Poner en práctica un sistema basado en el consumo colaborativo no es fácil. El malestar del sector hotelero con plataformas como Airbnb es evidente, por no hablar de los constantes altercados entre Uber y los taxistas. España es, a día de hoy, «un verdadero caos» en lo que atañe a la regulación de este modelo productivo. «Cada Comunidad Autónoma tiene un marco legal diferente, lo que ha complicado mucho las cosas». A pesar de ello, insiste Albert Cañigueral, «estamos dando pasos de gigante».

En una entrevista con ABC, el country manager de Uber en España, Carles Lloret, destaca cómo el crecimiento de la compañía en nuestro país «ha sido de los más altos de Europa». El mercado español, asegura Lloret, «está interesado en consumir de formas distintas a las convencionales y esa es, precisamente, la filosofía de una empresa como la nuestra». Preguntado por la conocida tensión entre Uber y los taxistas Lloret se muestra rotundo: «Nunca hemos querido tener una mala imagen en España y, de hecho, jamás hemos buscado conflicto alguno. Solo damos respuesta a algo que los ciudadanos nos piden».

Cambio de mentalidad

Asistimos, subraya Cañigueral, «a un cambio radical del modelo productivo y, en consecuencia, del modelo laboral». «Da vértigo hablar del tema porque, ciertamente, los pilares sobre los que se asienta nuestra sociedad han comenzado a tambalearse. Ahora es el ciudadano quien, a través de la tecnología, se ha convertido en productor de bienes y servicios. BlaBlaCar, por ejemplo, no encaja en nuestra mentalidad, pues nadie había previsto que los ciudadanos pusieran en jaque a los medios de transporte convencionales. Son cambios demasiados profundos y, sin duda, no exentos de polémica».

La transformación, subraya el experto, está a la vuelta de la esquina. «Hace cuatro años éramos cuatro gatos hablando de consumo colaborativo y ya empleamos este sistema de forma masiva. Lo mejor, sin duda, está por llegar».

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