Taberna japonesa Hattori Hanzo
Taberna japonesa Hattori Hanzo - JOSÉ RAMÓN LADRA

Hattori Hanzo: taberna japonesa

La carta consta de cuatro partes: platos de «raw bar», fundamentalmente pescados; platos representativos, tapas y postres

Madrid Actualizado: Guardar
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A un paso de la Gran Vía, Hattori Hanzo trajo hace dos años a Madrid el concepto de izakayas o tabernas japonesas, espacios informales en los que comer pequeños bocados tradicionales que recuerdan a nuestras tapas. El local está ambientado en esas tabernas tan populares en Japón, con dos zonas bien diferenciadas. La de la entrada, con mesas normales de madera y una barra. En la parte trasera un comedor con las mesas hundidas, a la altura del suelo, de forma que los comensales parecen estar sentados en el mismo suelo, como ocurre en el país nipón, pero sin embargo no hace falta doblar las piernas ya que hay espacio por debajo. Se evita así la incomodidad de comer en el suelo con las piernas encogidas, dura prueba para un occidental, aunque tampoco resulta demasiado fácil entrar y salir de estas.

Hattori Hanzo ha permanecido abierto durante todo el mes de agosto. Cada vez son más los restaurantes que no cierran sus puertas durante para atender a una también cada vez más numerosa clientela que permanece en la capital. Pero si se abre, hay que hacerlo bien. No pueden tardar tanto los platos en salir de la cocina ni el servicio estar desbordado. Y desde luego no valen excusas como «estos días tenemos menos personal» o «no esperábamos tanta gente». Al final, al margen de la propia comida, que también se resiente, la impresión, con largas esperas entre plato y plato, y tan sólo dos camareros, muy amables pero que no dan abasto, es negativa.

La carta se divide en cuatro partes. La primera con platos de «raw bar», o lo que es lo mismo, fundamentalmente de pescado. La segunda con un recorrido por distintas regiones de Japón con alguna de sus elaboraciones más representativas. La tercera a modo de tapas japonesas. Y la cuarta, los postres, que en esta casa tienen mucha importancia, hasta el punto de que todas las tardes, entre cinco y nueve, el local se convierte en una gran pastelería con buenas especialidades niponas. En la mayor parte de los casos precios muy asequibles, con alguna que otra lógica excepción como las tostadas crujientes con láminas de wagyu de la raza Tajima (36 €), que pese a su precio, justificado por la calidad de la carne, es el plato más recomendable de la carta.

Está bueno también el potente «black ramen» de la región de Hakata (16), un caldo con tallarines y huevo al que se añade, a elección del comensal, cerdo cocinado a baja temperatura o pastel de pescado japonés. Sin embargo, con la excusa del mes de agosto, las gyozas (empanadillas) de cerdo con sésamo picante (6,70, cinco unidades) llegan rotas a la mesa y el supuesto picante está desaparecido. Tampoco nos convence el okonomiyaki, la tortilla japonesa tradicional de Osaka, que se puede elegir de panceta y setas (13) o de pulpo y gambas (14). Optamos por la primera, con buen sabor pero excesivamente pesada, inferior a otras que hemos probado en Madrid.

Buenos postres (entre 6,50 y 8,80), especialmente los mochis caseros, muy delicados, y el de cerezas, té, leche de almendras y chocolate. Carta de vinos breve y con poco interés. Mejor la oferta de sakes y de cervezas japonesas, que acompañan bien estos platos.

Datos útiles

Dirección: Mesonero Romanos, 17. Tel. 91 786 57 80. No cierra

Lo mejor: Las tostadas de wagyu

Precio medio: 25 €

Calificación: 5,5

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