El primer ministro británico, David Cameron, tras depositar su voto en el referéndum
El primer ministro británico, David Cameron, tras depositar su voto en el referéndum - Reuters

El triunfo del Brexit deja a Cameron contra las cuerdas

El primer ministro fracasa en la consulta que él mismo impulsó y queda a merced de la revuelta interna en el Partido Conservador

Madrid Actualizado: Guardar
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El triunfo del Brexit en el referéndum deja al primer ministro británico, David Cameron, políticamente contra las cuerdas. Pocos analistas dudan de que la decisión de los británicos de abandonar la UE supondrá el final político del jefe del Gobierno y líder del Partido Conservador. Cameron se convertiría en paradójica víctima de una consulta que él mismo se sacó de la chistera y cuyo desenlace se le ha vuelto letalmente en contra.

Durante la campaña, Cameron aseguró que no dimitiría aunque se produjera un triunfo del «leave», pero ahora tendrá que afrontar presiones brutales desde dentro de su propio partido. Los conservadores han estado tradicionalmente divididos respecto a la pertenenecia a la Unión Europea y, de hecho, los más activos defensores de la opción del Brexit han sido dirigentes opuestos a Cameron como el exalcalde de Londres, Boris Johnson, o el ministro de Justicia, Michael Gove.

Ahora que las urnas se han pronunciado en contra del deseo del primer ministro de continuar en el club comunitario, es previsible que quienes desafiaron su liderazgo redoblen su ofensiva. El runrún de esos movimientos hace tiempo que se percibe y ya han circulado incluso quinielas con los nombres de posibles sucesores, como el de la secretaria de Interior, Theresa May. En realidad, la guerra del Brexit hace mucho tiempo que es, sobre todo, la guerra civil de los «tories».

Si el primer ministro sucumbe finalmente, habrá caído a causa de una votación que él mismo promovió con fines electoralistas. Fueron la emergencia del eurófobo partido UKIP y la inquietud en el ala más euroescéptica del Partido Conservador los factores que empujaron a Cameron a convertir el referéndum en una de las promesas electorales que le auparon a la mayoría absoluta en las generales de mayo de 2015. Después, no ha podido salir indemne a la contradicción de apostar por el «remain» en una votación inspirada en el fondo por un mensaje xenófobo que en su momento abrazó sin empacho. Tras el 23-J, el Reino Unido tiene los días contados en Europa. Cameron en Downing Street, también. Puso a Europa en cuestión para salvar su carrera política. Quién sabe si no habrá malogrado ambas cosas.

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