El presidente colombiano, Juan Manuel Santos, saluda a una bebé que sostiene el líder de las FARC, «Timochenko», en la ceremonia de dejación de armas en la zona veredal transitoria de normalización de Buenavista
El presidente colombiano, Juan Manuel Santos, saluda a una bebé que sostiene el líder de las FARC, «Timochenko», en la ceremonia de dejación de armas en la zona veredal transitoria de normalización de Buenavista - Efe

Santos y el líder de las FARC escenifican el fin del desarme de la guerrilla

El presidente de Colombia y el líder de la guerrilla, «Timochenko», celebran un acto simbólico en un campamento

La ONU ha recibido más de 7.000 armas, pero quedan cientos de «caletas» (zulos) por identificar y destruir

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El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, y el líder las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), Rodrigo Londoño Echeverri, alias «Timochenko», se reencontraron este martes en un paraje rural a 250 kilómetros de Bogotá para escenificar el fin del desarme de la principal guerrilla de Colombia.

Se trata de uno de los grandes hitos en el tortuoso camino para acabar con 53 años de violencia que se abrió con la firma del acuerdo de paz el pasado 24 de noviembre en el teatro Colón de la capital colombiana y al que tiene por delante no pocos obstáculos. Los contrarios al proceso pactado denuncian que se trata de un desarme incompleto, ya que hay miles de armas que aún no se han recuperado.

Según indicó el lunes Naciones Unidas en un comunicado, la misión encargada de supervisar el desarme «tiene almacenado el conjunto de las armas de las FARC registradas: 7.132 armas, salvo aquellas que, de conformidad con la Hoja de Ruta, servirán para dar seguridad a los 26 campamentos», en alusión a las llamadas zonas veredales transitorias de normalización (ZVTN), donde 7.000 guerrilleros se hayan concentrados para su incorporación a la vida civil.

Además, la misión ha verificado un total de 77 caletas (depósitos ocultos de armas), «de las cuales ha sido extraído el armamento y destruido municiones, explosivos y armamento inestable», de acuerdo con el comunicado. Sin embargo, el número total de caletas estimado se eleva por encima de las 900 y hasta el 1 de septiembre no se prevé completar su identificación y la destrucción de su contenido.

Para Juan Manuel Santos, Colombia está ante «la mejor noticia en 50 años. Según el mensaje con que la celebró este martes en Twitter el presidente de la República, «las FARC dejan sus armas y la palabra será su única forma de expresión».

El acto simbólico del fin de la entrega de armas ha tenido lugar en la zona veredal transitoria de Buenavista, también conocida como La Guajira, en el municipio de Mesetas, perteneciente al departamento del Meta. La ceremonia se abrió con el canto del himno nacional por parte de Santos, «Timochenko» y los invitados, seguidos de una interpretación del cantante y activista César López.

Sin embargo, se ha evitado en todo momento la imagen de los guerrilleros depositando sus armas, para evitar dar la sensación de derrota de las FARC tras más de medio siglo de sembrar la violencia en Colombia.

Los críticos con el acuerdo de paz, como el expresidente Álvaro Uribe, plantean qué sucede con el resto de las armas que no se han entregado.

La senadora Paloma Valencia, del partido uribista Centro Democrático, advierte que el Gobierno había cifrado las armas de las FARC en 14.000 «y luego bajaron a 7.000, nadie entendió por qué». Además, según declara a ABC, la inteligencia militar había informado al expresidente Álvaro Uribe de que había 40.000 y hay datos de que solo el peruano Montesinos había proporcionado 10.000 fusiles AK47. En cuanto a los escondites aún por identificar, apuntó que «si las ponemos baratas, a 20 armas por caleta, estamos hablando de 18.200 armas de las que todavía no hay información».

«Una se pregunta si las armas van simplemente a recircular a otras organizaciones criminales»Paloma Valencia, senadora de Centro Democrático

Las FARC debían haber completado el pasado 1 de junio la entrega de sus armas, según el acuerdo de paz, pero se retrasó al 20 de junio debido a problemas logísticos, según Santos, y luego hasta este 27 de junio. Además, se aplazó dos meses la reincorporación a la vida civil de los combatientes, que ahora se producirá el 1 de agosto. «No es nada para terminar bien 53 años de enfrentamiento y violencia fratricida», dijo Santos en ese momento.

Estas demoras son solo parte de las dificultades con los que está topando la aplicación del acuerdo, que en su primera versión fue rechazado por la mayoría de los colombianos en un plebiscito el pasado 2 de octubre. Tras aquel varapalo, el Gobierno y las FARC retocaron el documento, sin volverlo a someter al criterio de las urnas.

Una reciente encuesta de Caracol TV, Blu Radio y Semana revela un extendido pesimismo ciudadano ante la implementación del acuerdo. Casi un tercio de la población, el 65,2%, cree que va por mal camino y solo el 27% piensa que avanza por la senda correcta.

«La impaciencia y el escepticismo de algunos colombianos son entendibles después de tantos años de conflicto», explica a ABC el embajador de ese país en España, Alberto Furmanski, convencido, no obstante, de que «poco a poco los colombianos van a ir reconociendo los avances en seguridad y los enormes beneficios» de este esfuerzo.

Cultivos de coca en máximos históricos

Otro de los problemas es que los cultivos de coca están en máximos históricos y Colombia es de nuevo el primer productor mundial de cocaína. Además, los territorios que dejan las FARC son objeto de disputa entre otras guerrillas y bandas criminales. El número de homicidios se ha disparado en esas zonas, según el fiscal general, Néstor Humberto Martínez.

«Los colombianos van a ir poco a poco reconociendo los avances en seguridad y los beneficios»Alberto Furmanski, embajador de Colombia en España

En cambio, la senadora Paloma Valencia alerta de un «crecimiento exponencial de bandas» y de que en muchos casos «simplemente se han sustituido los brazaletes de las FARC_por los del ELN (segunda guerrilla del país) «para tener los mismos negocios de extorsión, narcotráfico, minería ilegal...». «Mientras esos negocios persistan, va a haber violencia», señala.

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