El alto representante de la ONU para Libia, Martin Kobler, en el centro con corbata azul, rodeado de milicias y autoridades locales en Trípoli
El alto representante de la ONU para Libia, Martin Kobler, en el centro con corbata azul, rodeado de milicias y autoridades locales en Trípoli - REUTERS

Las potencias europeas se plantean reabrir sus embajadas en Trípoli tras la mejora de la situación

La llegada del nuevo Gobierno de Unidad respaldado por la comunidad internacional ha paliado el caos en un país fragmentado y sumido en las luchas de poder tras la caída de Gadafi

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Países europeos como Francia o Italia han anunciado su intención de reabrir embajadas en Libia, que la mayoría de las representaciones diplomáticas extranjeras abandonaron en 2014 ante los cada vez más violentos enfrentamientos entre milicias por el control del territorio. Sin embargo, tras la estabilización en Trípoli del nuevo Gobierno de Reconciliación Nacional (GNA), auspiciado por las Naciones Unidas y presidido por el tripolitano Fayez Al Sarraj, Libia ha comenzado a escribir una nueva página en su turbulenta historia reciente, bienvenida tanto por las Naciones Unidas como por las potencias extranjeras.

«Estamos trabajando en ello, si se garantizan las condiciones de seguridad. Reabrir la embajada sería una fortísima demostración de que no rendimos Libia ante los terroristas», señaló esta semana el titular de Exteriores francés, Jean Marc Ayrault, quien añadió que París reabrirá su legación en Trípoli «tan pronto como sea posible».

Unas declaraciones a las que se ha unido el ministro de Exteriores italiano, Paolo Gentiloni. Según el mandatario italiano, los últimos acontecimientos en Libia muestran un «valiente» avance hacia «una Libia unida, estable y segura». Italia espera reabrir su legación, un edificio blanco a la usanza libia junto al mar Mediterráneo a finales de este mes. Túnez, Turquía o Jordania también han adelantado su intención de reabrir sus misiones. Otras potencias europeas y occidentales no se muestran tan presurosas de reanudar su presencia diplomática sobre el terreno.

El embajador del Reino Unido en Libia, que actualmente actúa desde la vecina Túnez, pese a sus «esperanzas», ha informado de que todavía no hay planes firmes al respecto. Una postura compartida con España, cuya Oficina Diplomática señala a ABC que -junto a la Unión Europea- España reabrirá embajadas «cuando se den las condiciones políticas y de seguridad. Las primeras –las políticas- van avanzando, pero las de seguridad son asimismo determinantes». En 2015, la embajada española sufrió un atentado de Daesh que no causó víctimas, pues el personal había sido evacuado del país pocos meses antes. Actualmente, la embajada opera tan sólo algunos trámites, a cargo de personal administrativo.

«Espero regresar a Libia pronto. Sé que muchos otros (diplomáticos) esperan lo mismo», señaló el enviado especial de los Estados Unidos para Libia, Jonathan Winer. Estados Unidos anda con pies de plomo sobre la posibilidad de reabrir su embajada en Libia, donde en 2012 su embajador Christopher Stevens murió durante un ataque al consulado estadounidense en Bengasi. Sin embargo, añade: «Ver tantos oficiales de las Naciones Unidas en Trípoli es un buen comienzo».

El enviado especial de las Naciones Unidas para Libia, Martin Kobler, señaló el «gran paso en el difícil camino» del GNA, que ya ha empezado a operar en la capital libia, pese a las dudas que su salto adelante, sin contar con la aprobación expresa de la Asamblea de Representantes en Tobruk, ha sembrado sobre su legitimidad. Ante los continuos retrasos de la Cámara, que retrasó de nuevo hace dos días por octava vez la votación ante la falta de quorum, el GNA tomó la iniciativa y se declaró única autoridad legítima en Libia hace apenas tres semanas.

Pese a los intentos del Gobierno islamista en Trípoli para impedir que el GNA se estableciera en la ciudad, llegando incluso a cerrar el aeropuerto de la capital libia, el Ejecutivo encabezado por Sarraj gobierna ya desde Trípoli, donde está recibiendo a cuentagotas numerosas muestras de apoyo de las distintas y muy fragmentadas facciones libias, así como esporádicas manifestaciones en las calles a favor de un gobierno que pueda hacer frente a la crisis económica que sufren en la calle, así como a la cada vez mayor presencia de Daesh, que se hace fuerte en Sirte, a menos de 500 km.

Expansión de Daesh

La proliferación de gobiernos, parlamentos y milicias con la caída del dictador Muamar Gadafi en Libia, a poco más de mil kilómetros de la costa italiana, favorecieron la expansión de Daesh, que en el último año ha doblado sus milicianos hasta alcanzar los cerca de 6.000 reclutas, según advirtió esta semana EE.UU. Mientras Estados Unidos lanza ataques aéreos contra objetivos del grupo terrorista, Francia ya ha ofrecido su apoyo al Gobierno libio para luchar contra esta amenaza, aunque Ayrault insisitió en que «no hay forma de que lo decidamos nosotros (sin petición expresa del Gobierno libio), especialmente tras lo que pasó en 2011».

Debido a su estratégica posición geográfica, Libia es también puerto a Europa de la ruta africana de las migraciones, y tras el acuerdo entre las potencias europeas y Turquía, la Unión Europea teme que Libia comience a vomitar decenas de miles de refugiados y emigrantes hacia Malta e Italia. La canciller alemana Angela Merkel y el presidente francés François Hollande ya han declarado su intención de negociar con Libia un acuerdo similar al que firmaron con Turquía.

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