Pena de muerte

Florida ejecuta por primera vez a un blanco por matar a un negro

La estadística muestra la disparidad racial en la aplicación de penas de muerte en Estados Unidos

Mark Asay, primer blanco al que Florida aplica la pena de muerte por matar un negro EFE
Javier Ansorena

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El estado de Florida aplicó la pena de muerte a un hombre de 53 años , Mark James Asay, por un homicidio doble. La ejecución no debería ser noticia en un sistema penitenciario en el que han muerto por esta condena una media de casi 70 personas por año desde 1976, cuando el Tribunal Supremo restauró la pena capital. La novedad es que Asay es blanco y una de sus víctimas era negra . Es la primera vez que se ejecuta a un blanco en Florida por un asesinato de este tipo, en una muestra de la disparidad racial en la aplicación de la pena de muerte en EE.UU.

Desde 1976, 18 negros han sido ejecutados en Florida por matar a blancos , según los datos del Death Penalty Information Center. Es una tendencia que se extiende a todo el país, donde solo 20 blancos han sido ejecutados por el asesinato de negros, frente a los 288 negros a los que se les ha aplicado la pena de muerte por matar a blancos, en el mismo periodo de tiempo.

No es el único capítulo en el que la minoría negra se ve perjudicada en la aplicación de la justicia. Un negro tiene además muchas menos posibilidades de resultar exonerado por matar a un blanco que en el caso contrario. En casi una de cada seis muertes de muertes de negros a manos de blancos -el 17%- , este último no es condenado, un porcentaje hasta ocho veces superior que en casos con otras combinaciones raciales, según los datos del Marshall Project. En total, solo el 2% de los homicidios se justifican frente a la Justicia.

Crimen racial

Asay ha negado que hubiera connotaciones raciales en su doble homicidio , ocurrido en 1987, por el que murieron Robert Lee Booker, de 34 años, y Robert McDowell, de 26 años (durante el proceso judicial, se confirmó que este segundo no era negro, sino blanco o hispano, o una mezcla de ambos). Hasta el final, Asay negó que fuera racista , al igual que hizo con la muerta de Booker, en la que defendió que no participó. Justificó su pertenencia a una banda supremacista en la cárcel como una forma de mantenerse a salvo, lo que también le llevó a tatuarse una esvástica. Poco antes de confirmarse su ejecución, aseguró que tenía amigos afroamericanos y que cuando ocurrió la tragedia estaba bebido.

La versión de la Fiscalía fue muy diferente . Asay pasó una noche de juerga con su hermano y un amigo en Jacksonville (Florida). Cuando los tres fueron a buscar prostitutas, Asay disparó a Booker que acercó a ofrecerse a uno de sus coches, después de lanzarle improperios racistas. Algo similar ocurrió pocos minutos después con Dowell. En el juicio, Asay dijo de este último que era amigo suyo, que fue una reyerta por dinero y que no tenía la intención de dispararle.

La ejecución de Asay también fue novedosa por el uso de un nuevo cóctel de fármacos letales que nunca había sido utilizado en EE.UU., después de que la Justicia bloqueara la aplicación de penas de muerte en Florida durante más de año y medio. El Tribunal Supremo consideraba que el sistema penitenciario del estado daba demasiado poder a los jueces, y no a los jurados, para decidir sobre la pena capital.

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