Anders Behring Breivik, el terrorista ultraderechista que asesinó a 77 personas en 2011
Anders Behring Breivik, el terrorista ultraderechista que asesinó a 77 personas en 2011 - REUTERS

Noruega respeta los derechos humanos de Breivik en prisión, según el tribunal de apelación

El fallo revoca una sentencia anterior consideraba que el ultraderechista recibía un trato inhumano que había afectado a su estado mental

CORRESPONSAL EN COPENHAGUE Actualizado: Guardar
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El terrorista noruego Anders Behring Breivik que, en julio de 2011, asesinó a 77 personas, no sufre trato inhumano en prisión según ha dictaminado este miércoles el tribunal de apelación de Oslo. El juez Øystein Hermansen considera que Noruega respeta los derechos humanos y revoca la sentencia que condenaba al estado por las condiciones de aislamiento a las que estaba sometido Breivik en la cárcel de Skien, situada cien kilómetros al suroeste de la capital. «Breivik no está ni ha estado sometido a tortura ni a tratos inhumanos o degradantes», dice la resolución. Además, ha confirmado que el derecho a su privacidad no ha sido violado y que es necesario controlar su correspondencia por el bien de la sociedad.

Será ahora el Tribunal Supremo quien analice el caso, ya que el abogado defensor Oystein Storrvik ha anunciado su disconformidad con el veredicto.

Un tribunal de primera instancia había fallado en abril de 2016 que el estado noruego violaba el artículo 3 de la Convención Europea de Derechos Humanos que prohibe castigos «inhumanos o degradantes» y urgía a las autoridades a modificar las condiciones del encarcelamiento del ultraderechista. La sentencia, que causó estupor e indignación en la opinión pública así como entre los familiares de las víctimas y supervivientes del ataque, fue recurrida por el estado.

Durante el proceso de apelación celebrado el pasado mes de enero, el fiscal Fredrik Sejersted calificó a Breivik de «preso VIP», ya que disfruta de condiciones acogedoras en la cárcel, y alegó que, en general, goza de buena salud. Además, los abogados del estado expusieron al tribunal que es un hombre peligroso y manipulador y que no ha mostrado ningún síntoma de arrepentimiento, como se vio el primer día del juicio en el que realizó el saludo nazi. Breivik, de 38 años, culpó al aislamiento y a la falta de contacto con otros presos de haberle radicalizado todavía más. «Era radical antes, pero estos cinco años pasados aun me han radicalizado más», explicó. Esta falta de arrepentimiento era, para el abogado defensor Oystein Storrvik de Breivik, la principal prueba del daño psicológico que sufre.

No puede relacionarse con otros presos

Desde su arresto, el asesino vive en condiciones de aislamiento, no tiene derecho a relacionarse con otros presos, por su propia seguridad, y su correspondencia es controlada para evitar que ponga en marcha una red de extrema derecha desde la cárcel. Dispone de un espacio de 30 metros cuadrados compuesto por tres celdas, donde tiene un ordenador, sin acceso a Internet, una vídeoconsola, televisión, libros, periódicos y aparatos de gimnasia para que realice actividades físicas. Mantiene contactos con los guardias de prisión con los juega al backgammon y ve regularmente a un sacerdote. Además, según se explicó en el juicio, ha rechazado ser visitado por la Cruz Roja. «Calificar el trato al que está sometido Breivik como una violación de los derechos humanos es hacer un flaco favor a los derechos humanos», dijo el fiscal Sejersted.

En julio de 2011, Anders Breivik, un radical de extrema derecha, colocó una bomba en un edificio del gobierno en Oslo, que costó la vida a ocho personas. Horas después, disfrazado de policía, asesino a 69 personas, en su mayoría jóvenes del partido Laborista que se encontraban en un campamento de verano en la isla de Utøya. Breivik quería acabar con los futuros líderes de un partido al que culpa de la multiculturalidad de Noruega. Fue condenado a 21 años de cárcel que se prorrogarán mientras sea considerado un peligro para la sociedad.

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