Vladimir Putin y Donald Trump durante su primer encuentro en la cumbre del G20 en Hamburgo
Vladimir Putin y Donald Trump durante su primer encuentro en la cumbre del G20 en Hamburgo - EFE

Las mansiones de la discordia

Dos palacetes para uso de los diplomáticos rusos en EEUU amenazan la relación entre Trump y Putin

CORRESPONSAL EN MOSCÚ Actualizado: Guardar
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Pese a que las relaciones entre Rusia y Estados Unidos no hay quien las haga despegar, los líderes de ambos países, Vladímir Putin y Donald Trump, se siguen intercambiando elogios. Pero hasta estas cortesías podrían tornarse agrias si Washington no devuelve a la embajada rusa las dos mansiones, una en Centreville (Maryland) y la otra en Glen Cove, en Long Island (Nueva York), incautadas el pasado diciembre por orden de la Administración del todavía presidente Barack Obama. Estos lujosos edificios, argumentó la Casa Blanca entonces, fueron utilizados como nidos de espías.

Este asunto no es una cuestión menor porque el Kremlin amenaza con confiscar dos inmuebles pertenecientes a la embajada estadounidense en Moscú y echar del país a una treintena de diplomáticos americanos.

Obama ya expulsó a 35 miembros de la legación diplomática rusa y Putin no respondió de igual manera para no predisponer a Trump en su contra. Ahora, la buena sintonía entre ambos está en peligro.

A principios de la semana pasada se reunieron en Washington para buscar una solución el viceministro de Exteriores ruso, Serguéi Riabkov, y el subsecretario de Estado norteamericano, Thomas Shannon. No hubo acuerdo. El Departamento de Estado emitió un comunicado calificando las conversaciones de «duras» aunque «sinceras y deliberativas». Según esa nota oficial, «hay buena fe, pero se necesita hacer más».

Por su parte, el Ministerio de Exteriores ruso difundió también un despacho de prensa advirtiendo que «si Washington no elimina este y otros factores irritantes, incluida la continua obstrucción de las actividades de nuestras misiones diplomáticas, nos reservamos el derecho de adoptar medidas de respuesta partiendo del principio de reciprocidad».

Según el periodista norteamericano destacado en Moscú, Michael Bohm, teniendo en cuenta la situación de acoso que actualmente sufre Trump por sus supuestos lazos con el Kremlin, «necesita desde el punto de vista puramente político obtener algo a cambio de la entrega de los dos castillos» embargados a Rusia por Obama.

Al parecer, Shannon le propuso a Riabkov que, a cambio de los caserones, el Gobierno ruso concediera al estadounidense un terreno en San Petersburgo para construir un nuevo consulado. A causa de trabas burocráticas de distinta índole, el Departamento de Estado norteamericano lleva años sin conseguir del Ayuntamiento de la antigua capital imperial rusa que designe un solar bien situado para su adquisición con el objetivo de erigir un edificio más espacioso. La respuesta del responsable ruso, según Bohm, fue no.

Riabkov recibió entonces una nueva propuesta de su interlocutor, tratada ya según la prensa americana durante los encuentros que Trump y Putin mantuvieron en Hamburgo. Puesto que las residencias de Centreville y Glen Cove son para el asueto del personal de la embajada rusa y sus familias, no para operaciones de inteligencia, será devuelto el acceso a ellas (a Rusia nunca se le negó su propiedad), pero privadas de inmunidad diplomática. El viceministro ruso contestó también que «niet».

El ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, ha calificado de «robo a plena luz del día» la medida de Obama de privarles de las dos mansiones. Según su opinión, se trata de un problema que Washington arrastra del anterior presidente y ahora, con Trump en el poder, «debería solucionarse por sí solo, sin más demandas». Pero Estados Unidos habría sugerido ahora a Rusia más contrapartidas, por ejemplo, modificar su política en Siria y avenirse a renegociar el tratado de desarme nuclear START.

«Muy pronto adoptaremos medidas de respuesta. Hemos explicado a los estadounidenses que sus intentos de hacer ver que tienen derecho a exigir contrapartidas son inaceptables», afirmó Riabkov tras su reunión con Shannon. Moscú celebró la victoria de Trump en los comicios estadounidenses y esperaba que las relaciones se enderezaran, pero, por ahora, las cosas no han mejorado. Si las autoridades rusas cumplen sus amenazas de expulsar a diplomáticos americanos y de embargar una dacha de la embajada estadounidense en una bella zona de Moscú y un almacén al sur de la capital, se podría alcanzar un punto de no retorno.

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