LA TERCERA DE ABC

Rusia-EE.UU.: un nuevo equilibrio

«Lo que cuenta del bombardeo químico sirio y la respuesta de Estados Unidos es el enfrentamiento entre Washington y Moscú. Las relaciones entre los dos grandes países son hoy pieza clave en el orden y la estabilidad mundiales»

Darío Valcárcel
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Rusia es una pieza esencial del orden mundial, miembro del Consejo de Seguridad con derecho de veto; segundo arsenal atómico del mundo; fuerzas armadas convencionales poderosas; Europa depende energéticamente de Rusia, y Rusia es una gran fuerza de la lucha contra Daesh. Y sobre todo, Rusia es una gigantesca nación en las manos de Putin.

Es difícil para cualquier analista no mencionar a dos gigantes, Winston Churchill, Henry Kissinger. A sus 94 años, Kissinger habla como un autor directo (The Atlantic, noviembre 2016) de setenta años de la relación de Estados Unidos con Rusia... La máquina económica de Estados Unidos es la primera del mundo pero «no podemos hacer todo solos ni simultáneamente», añade el antiguo secretario de Estado.

Al final de la Segunda Guerra mundial, Estados Unidos tenía el 55 por ciento del PIB mundial, hoy no llega al 22 por ciento…

Putin, además de presidente omnívoro de la nación, es presidente-consejero delegado de Rusia Inc, con los intereses que ello conlleva.

Steven Pifer, un influyente diplomático norteamericano, estudia estos movimientos: Estados Unidos ante Rusia y viceversa. Hoy observa sobre todo al vicepresidente Mike Pence y al secretario de Defensa, James Mattis, ambos pesimistas sobre Rusia. La primera línea roja, cree Pifer, es la seguridad de la OTAN. Pence, Mattis y McMaster han sido protagonistas de un giro radical del presidente Trump, obligado a evitar las ironías sobre Nato en sus primeras semanas en la Casa Blanca. Hoy, Trump debe dar seguridades a la OTAN, a toda la OTAN. Rusia no debe hacerse ilusiones. No se le permitirá el uso de su fuerza militar contra cualquier miembro de la Alianza, incluidos los tres países bálticos. En contrapartida, y siempre que Rusia cumpla este compromiso, ninguna fuerza norteamericana interferirá en las fronteras rusas. La caja de Pandora no se abrirá. Tal es el compromiso de la primera potencia nuclear. Rusia ha dado un paso muy grave en Crimea, anexión evidentemente ilegal. En resumen, sigue Pifer, se trata de prevenir cualquier movimiento que empujara a Rusia a un nuevo punto de peligro. Por ejemplo, en paralelo con la posición de reforzamiento de la OTAN, los estados mayores de uno y otro lado, los generales Dunford, Dempsey y Gerasimov, operarán con la máxima proximidad, sin olvidar la exploración de posibilidades de choque de fuerzas convencionales. Como hoy los secretarios de Estado Tillerson y Lavrov en Moscú.

¿Cuál es la situación ahora? La Rusia con la que se encuentra Estados Unidos no es aquella pobremente equipada que invadió Georgia en 2008. La situación es más grave que la que halló la administración Obama en 2009. Será difícil para Rusia, en un momento de bajos precios del petróleo y el gas, mantener el nivel de inversiones, 4,2 por ciento del PIB en 2005, quizá 3,7 por ciento hoy, al cabo de doce años. Pero Rusia lo hará.

En materia nuclear, Rusia pudiera estar cerca de la fuerza de Estados Unidos, un duro competidor en ciberdefensa. El hybrid warfare es hoy un enemigo. Los episodios de hacking, espionaje, interferencia, son un problema político, también de seguridad nacional.

Rusia quiere disuadir a Estados Unidos e impulsar a sus amigos occidentales hacia nuevas negociaciones. Partiendo del fracaso en el intento de integrar a Rusia en la comunidad euroatlántica, estas son algunas materias: 1, mantener el balance nuclear y prevenir la proliferación con respeto del INF. 2, fortalecer la seguridad de Europa. 3, cooperar en el balance geopolítico del Pacífico, China especialmente. 4, luchar contra el terrorismo de Daesh, 20 millones de musulmanes en el sur de Rusia. Este Nuevo Equilibrio debe establecerse sobre bases globales, no sobre intereses nacionales.

Cierto que Rusia es más débil que Estados Unidos… Putin piensa, quizá con razón, que su país perdió 300 años de historia imperial en el colapso de la Unión Soviética… Es cierto que conoce sus amenazas estratégicas, la pesadilla con el islam radical, la pesadilla demográfica en torno a China… En Europa, a quien Rusia considera un histórico enemigo en el oeste, quiere un reconocimiento como gran poder: como igual, no como mendicante dentro del sistema americano. También es cierto (de nuevo Kissinger) que Rusia es el país de once franjas horarias que fue decisivo para parar a los mongoles en el siglo XVI, a Napoleón en el XIX, a Hitler en el XX…

Debemos dar los primeros pasos con cautela. Hemos de estar prevenidos ante cualquier sorpresa. Rusia necesita ser estudiada como lo que es: su poder es incalculable. El de Estados Unidos también lo es, pero un elemento distingue a ambas naciones: Estados Unidos no puede cambiar sus obligaciones ante el mundo. Rusia, por el contrario, siempre parece dispuesta a hacerlo. En los próximos cinco o seis meses debemos concentrar nuestra atención: observemos a Rusia, vigilémosla. En marzo de 1945, sus soldados penetraron, por fin, en el centro de Berlín después de una batalla final de solo tres días. En el aire de la capital alemana estaba todavía el cuerpo de Hitler convertido en humo.

Hoy se trata de integrar a Rusia en un nuevo orden mundial. Deberemos recurrir ante todo a la capacidad de cooperación. Y si hemos citado a Kissinger no podemos terminar sin las palabras de Churchill, en octubre de 1939: «No puedo pronosticar cuál será la reacción de Rusia: porque Rusia es una incógnita envuelta en un misterio, dentro de un enigma…». Quizá exista una clave. No es imposible que sea el interés nacional ruso.

Darío Valcárcel es director de la revista Política Exterior

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