El presidente de Rusia, Vladímir Putin, estrecha la mano de su homólogo francés, Emmanuel Macron
El presidente de Rusia, Vladímir Putin, estrecha la mano de su homólogo francés, Emmanuel Macron - REUTERS

Macron se pone el traje de tipo duro

Durante sus encuentros con Donald Trump o Vladímir Putin, el nuevo presidente de Francia ha mostrado una actitud bastante firme hacia sus homólogos

MADRID Actualizado: Guardar
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El nuevo presidente de Francia, Emmanuel Macron, juega a ser un tipo duro con los tipos duros de la política internacional. Sus primeros encuentros con otros mandatarios, como con el presidente de los Estados Unidos y el de Rusia, lo han demostrado. Así sucedió durante su reunión con Donald Trump en Bruselas, cuando Macron estrechó la mano de su homólogo en un gesto más propio de una llave de kárate o pulso que de un saludo. «No fue algo inocente (...) Era una forma de demostrar que no vamos a hacer pequeñas concesiones, aunque sean simbólicas», explicó el inquilino del Elíseo en declaraciones recogidas por el semanario «Le Journal du Dimanche».

Lo cierto es que la actitud de Macron tiene más pinta de respuesta a la defensiva que de estilo espontáneo.

La gira internacional que llevó a Trump a visitar Arabia Saudí, Israel, El Vaticano, Bélgica e Italia la pasada semana se saldó con un rosario de anécdotas en la que los modos del mandatario quedaron en evidencia: así sucedió en la frívola despedida que anotó en el libro de visitas del Museo Yad Vashem de Jerusalén, donde se conmemora a las víctimas del Holocausto, pero también durante la cumbre de la OTAN celebrada en Bruselas, cuando empujó al presidente de Montenegro, Dusko Markovic, para situarse en la primera línea de la foto. Fue precisamente en ese acto cuando el presidente galo aguantó el pulso de su homólogo con firmeza, según captó una fotografía de AFP que ha hecho correr ríos de tinta.

Plantar cara a Putin

Macron se enfrentó ayer lunes a una nueva prueba. En un acto lleno de pompa, el presidente francés recibió a su homólogo ruso en el Palacio de Versalles, donde se inauguraba una exposición sobre el zar Pedro el Grande, un personaje histórico admirador de Francia y admirado por el propio Vladímir Putin. Los antecedentes de la relación entre ambos líderes hacían prever que el ambiente sería tenso: las informaciones sobre la supuesta homosexualidad del líder de «En Marche!», que salieron a la luz durante la campaña electoral, fueron propagadas por medios afines al Kremlin; en declaraciones a uno de ellos, la agencia «Sputnik», el diputado ruso Nicolas Dhuicq afirmó que el político francés, a lo largo de su vida, solo había actuado «como un agente del gran sistema bancario americano». Por si no fuera poco, Putin dejó claras sus preferencias políticas cuando recibió a Marine Le Pen, poco antes de la elección presidencial, en Moscú.

Ayer, el presidente de Francia no quiso dejar pasar la oportunidad de devolver el guantazo. Tras la reunión celebrada con Putin, y ya en la rueda de prensa, Macron realizó estas duras acusaciones: «"Russia Today" y "Sputnik" difundieron falsedades sobre mi persona y mi campaña. Así que consideré que no debían tener acceso a mi cuartel general. Es grave que medios extranjeros hayan interferido difundiendo falsedades. Esos dos no se comportaron como órganos de prensa, sino de propaganda mentirosa». Por su parte, Russia Today se puso en contacto con ABC para dar a conocer la reacción de su directora general, Margarita Simonián, a estas declaraciones: «Es decepcionante que lo que ha empezado como una conversación bastante fructífera entre los líderes de los dos países, se haya convertido en otra oportunidad para el presidente Macron de lanzar acusaciones infundadas contra Russia Today». En su mensaje, Simonián lamentaba el «peligroso precedente» que el líder galo sentaba con esa actitud.

Lo cierto es que Macron empleó un tono muy diferente para desmentir los rumores sobre su supuesta pertenencia a un «lobby gay» y la presunta infelidad a su esposa con el locutor de radio Mathieu Gallet: «Si tengo una doble vida con él, debe de ser la de mi holograma, pero yo no puedo ser», explicó entonces, bromeando, y ya de paso burlándose del holograma que Jean-Luc Mélenchon, candidato de extrema izquierda a la Presidencia, sí había empleado en sus actos de campaña como un llamativo golpe de efecto.

La cuestión europea

El desafecto entre estos mandatarios puede explicarse en clave internacional. Durante la campaña electoral, Macron enarboló la bandera del europeísmo frente a su rival en la segunda vuelta, Marine Le Pen. En su programa, la líder del Frente Nacional proponía celebrar un referéndum con el que decidir si Francia rompía o no con Bruselas, para luego, decía, luchar por un modelo de Unión alternativo en el que las naciones recuperasen atribuciones hoy perdidas. Propuesta que entroncaba bien con aquellos que, en Reino Unido, habían apoyado el Brexit en la consulta celebrada en junio de 2016, y que eran los mismos con los que Trump había hecho buenas migas durante su visita a Escociapoco antes de ser nominadocandidato republicano: «Personalmente soy más partidario de salir, por muchos motivos, como ahorrarse un montón de burocracia».

La postura de Le Pen y Trump frente a la Unión Europea casa bien con los intereses en política exterior de Putin. Las relaciones entre Bruselas y Moscú están hechas añicos, especialmente después del inicio de la guerra Ucrania, la anexión de Crimea y la imposición de sanciones económicas contra Moscú. Ante ese frente, Macron ha optado por reforzar la relación con la canciller Merkel —ambos se comprometieron a profundizar la integración de la Unión Europea el mes pasado—, apostando por reforzar el eje franco-alemán sobre el que se soporta Bruselas. Precisamente, la complicidad entre los dos mandatarios no tiene nada que ver con la que el presidente de Francia dedica a sus homólogos estadounidense y ruso. Algunas imágenes, como el abrazo entre Charles de Gaulle y Konrad Adenauer durante la firma del Pacto del Elíseo de 1963 o la toma de manos entre François Mitterrand y Helmut Kohl en 1984, sirven de antecedente para esa expresión pública de buena sintonía.

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