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Loca semana de Trump: aparta a Bannon y bombardea la base aérea de Assad del ataque químico

Desde el lunes, el presidente ha alejado al ideólogo ultra y ex editor de Breitbart del Consejo de Seguridad Nacional, ha cambiado su posición con respecto a Siria, y de paso ha roto, aparentemente, sus líneas de cooperación con Rusia

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Escudriñar cada semana de trabajo de Donald Trump en la Casa Blanca no es nada fácil, especialmente, por los últimos siete días del actual presidente de EE.UU. Desde el pasado lunes, Trump ha apartado al ideólogo ultra y ex editor de «Breitbart», Stephen K. Bannon, del Consejo de Seguridad Nacional, ha cambiado su posición con respecto a Bashar al Assad, ha bombardeado una base del Ejército sirio desde donde presuntamente lanzó el ataque químico contra civiles, matando a cerca de un centenar de personas, y de paso ha hecho trizas, aparentemente, sus líneas de cooperación con Vladimir Putin y Rusia.

Después de conocerse la noticia de la muerte de civiles en la provincia siria de Idlib, la familia Trump con el patriarca al frente se mostró especialmente afectada por la tragedia.

El ataque químico «ha tenido un gran impacto en mí. Es posible que mi actitud respecto a Siria y Al Assad hayan cambiado mucho», expresó el presidente. La noche siguiente bombardeó un aeropuerto de Assad. De un plumazo, quiso demostrar que no es el «muñeco del Kremlin», que Estados Unidos está de vuelta y que «Obama fue un blandengue».

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Dos fotos para reforzar su imagen: por un lado, Obama vestido de calle y un alto mando del ejército presidiendo la mesa de la «Situation room» mientras siguen por las pantallas la operación que mató a Osama Bin Laden; por el otro, un Donald Trump vestido de traje y corbata presidiendo la mesa en su residencia de Florida y arropado por sus asesores más cercanos y altos mandos militares (una sola mujer), en la que visiblemente se intercambian miradas el «yernísimo» Jared Kushner y el «apartado» Steve Bannon, presuntos rivales a la hora de influir en el presidente, según la prensa norteamericana. Este viernes, Kushner y Bannon, los dos asesores que más influyen en Trump, se reunieron y acordaron «enterrar el hacha» sobre sus diferencias, dijo el sábado un alto funcionario del gobierno en un intento por detener las luchas internas que enturbiado el entorno de Trump.

Para «The New Yorker», Bannon, ayudado por Breitbart News, la plataforma de alt-right que él impulsó a lo que es hoy, ha tratado de vender su pérdida de influencia como una evolución natural en la estrategia de gobierno de la administración. Dice que fue puesto en el comité para vigilar a Michael Flynn, el primer consejero de seguridad nacional de Trump y que con Flynn fuera, su presencia ya no era necesaria. La revista apunta que Bannon ya estaba en declive al haber perdido el beneplácito de otros asesores, entre ellos la hija y el yerno de Trump, que se han visto avergonzados por grandes derrotas en cuestiones importantes como el Obamacare o el veto a la inmigración.

«Para resumir, Trump era un mal presidente que no iba a pasar el año de mandato y que iba a ser destituido… hasta que bombardeó Siria. Estos primeros bombardeos, sin consecuencias para el momento de un régimen que explota continuamente las teorías de la conspiración, me parece que van dirigidos más a Putin que a Assad», sostiene el analista franco-sirio Barah Mikail, fundador de la consultora Stractegia. Si en EE.UU. este volantazo de Trump ha enfurecido a su masa de seguidores de la «derecha alternativa», el influyente troll Milo Yiannopoulos se refirió al ataque como «ese momento en el que tu papi te decepciona», en España ese golpe de mano de Trump ha servido para recuperar el hashtag #NoalaGuerra por medio de esa izquierda que apoya a Assad y Rusia sin fisuras.

Para muchos, se trata del enésimo impulso de Trump que, como buena estrella de la televisión y adicto también a su programación, aún hoy consigue mediatizar como nadie sus volantazos. Sin embargo, para Alberto Priego, profesor de relaciones internacionales de Comillas ICAI-ICADE, este giro no responde a una política impulsiva del presidente sino algo meditado de la administración, que se veía venir. «Va a estar más implicado en Oriente Medio, le va a dar más apoyo al Gobierno iraquí, va a marcar más las líneas en Siria y va a volver a tener presencia en Egipto. Así como con Obama los americanos se marcharon de Oriente, con Trump van a tener más presencia. Él va a ser un Reagan probablemente».

«The New York Times» consideró el jueves en su editorial que con la decisión de apartar a Bannon elimina una voz extremista de un órgano cuyas políticas son de vital importancia, y que personas con conocimientos reales ayuden a un presidente inexperto en elegir opciones difíciles supone una buena noticia para EE.UU.. Según añade, los presidentes anteriores a Trump decidieron que las políticas de Defensa debían estar separadas de políticas partidistas: «Karl Rove, el principal asesor político de George W. Bush, fue excluido de las reuniones del consejo. El nombramiento de Bannon fue condenado ampliamente, no sólo porque era un asesor político, sino también porque era particularmente combativo».

Salvo Bush hijo y Obama, todos los presidentes de EE.UU. han seguido las mismas políticas de acción-reacción como Trump ahora

A juicio del profesor de Comillas ICAI-Icade, a Trump este último movimiento le va a valer a él para afianzarse en los círculos de poder de Washington y tener menos cuestionamiento de las distintas agencias. «Yo creo que, salvo Obama y Bush hijo, todos los presidentes estadounidenses han llevado las mismas políticas de acción-reacción, Bill Clinton bombardeaba los campamentos en Sudán y Somalia, de Bush padre todos conocemos su intervención en Irak, Reagan atacó desde el aire Libia después de que Gadafi promoviera atentados contra objetivos occidentales... EE.UU. recupera la posición internacional que ha tenido casi siempre. Con Bush y Obama se rompieron los consensos». Trump ha marcado el territorio decidiendo hasta dónde está dispuesto a llegar y condiciona mucho las negociaciones de Kazajistán sobre Siria, agrega.

¿Y Rusia?

Por el momento, Moscú ha trasladado una fragata con misiles hacia la costa de Siria, ha suspendido el memorándum con los Estados Unidos sobre la prevención de accidentes aéreos en ese país y ha subido el tono de confrontación con Washington. El Kremlin denunció la decisión de bombardear el aeropuerto como un «acto de agresión ilegítimo» y advirtió de las consecuencias «extremadamente graves» para la estabilidad internacional que pueden tener esas acciones. «Es parte de una lucha de grupos de élite política y militar, que se han enzarzado en una pelea a vida o muerte», ha interpretado la portavoz de la cancillería rusa, María Zajárova. La diplomática añadió que el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, preguntará sobre las razones del ataque a su colega estadounidense, Rex Tillerson, que visitará Moscú los próximos días 11 y 12.

«Yo diría que el accidente no cambia mucho la situación sobre el terreno y Moscú no retrocederá en sus políticas ya que van mucho más allá de Assad», subraya Maxim Suchkov, experto del Consejo de Asuntos Internacionales de Rusia.

Turquía vuelve a criticar a Assad

Turquía ha vuelto de una manera más sigilosa a su dura denuncia al régimen de Al Assad, al menos al ataque químico, tras meses de acercamiento a sus políticas. «Turquía es la clave en esto. Siempre ha tenido una posición contraria a Assad, se vio obligado a acercarse a Assad porque necesitaba aliados después del golpe de Estado, pero con un cuestionamiento tan grande como tiene Erdogan no puede permitirse pasar por alto lo que ha ocurrido en Siria», comenta Priego, para quien todo esto puede llevar a un futuro sin Assad en lo más alto, pero con su entorno al frente del régimen. Con lo visto esta semana, parece que cuando el corazón de Trump sufre el mundo convulsiona.

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