Fotografía satélite facilitada por el Departamento de Estado de la prisión de Saidnaya
Fotografía satélite facilitada por el Departamento de Estado de la prisión de Saidnaya - REUTERS

EE.UU. acusa a Damasco de ejecutar prisioneros y eliminarlos en un crematorio

El Departamento de Estado dice tener pruebas fotográficas de una prisión cercana a Damasco

Corresponsal en Washington Actualizado: Guardar
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Estados Unidos dio ayer un paso más en su estrategia de denuncia política y diplomática del dictador Bashar Al Assad, a quien Washington acusó de ejecuciones e incineraciones masivas de prisioneros. Según el Departamento de Estado, sólo en la prisión de Saydnaya, en las afueras de Damasco, el régimen sirio habría utilizado este macabro procedimiento para acabar con «cincuenta opositores al día» entre 2011 y 2015. Incluida la utilización de «lo que parece ser un gran crematorio» para la quema de los prisioneros, según denunció ayer el subsecretario de Estado encargado para Medio Oriente, Stuart Jones.

La información no es estrictamente nueva. La ONG Amnistía Internacional difundió su propio informe el pasado febrero, cuando denunció ejecuciones e incineraciones masivas, que entonces cifró en «una media de treinta a cincuenta prisioneros por semana», hasta unas 15.000 víctimas en total.

Datos que fueron respaldados por el Observatorio Sirio de Derechos Humanos. La respuesta del dictador sirio fue la de tachar las informaciones de «fake news» («noticias falsas»). El conjunto de las organizaciones no gubernamentales calculan que en todo el país, el régimen habría eliminado entre 65.000 y 117.000 víctimas con este tipo de atrocidades durante esos cinco años.

El subsecretario de Estado amplió la denuncia de brutalidades del régimen de Al Assad a «tortura y desaparición sistemática de civiles detenidos, a menudo golpeados, electrocutados, y violados». Estas denuncias están recogidas en un amplio informe denominado Caesar, que incluye más de 10.000 fotografías de las víctimas del Gobierno sirio, que han sido distribuidas a la comunidad internacional.

La denuncia que hace suya ahora la Administración Trump, fue acompañada ayer de la difusión de una docena de fotografías de la prisión siria, tomadas desde un satélite, intenta comprometer a los países aliados del dictador. «Estas atrocidades fueron cometidas (por Al Assad) con el apoyo incondicional de Rusia e Irán», declaró el portavoz del Departamento de Estado, cuya estrategia consiste en debilitar los lazos de Moscú con Al Assad.

Como buscaba la Administración Obama, el objetivo último de la de Trump también es forzar la salida del dictador. Lo que ha cambiado es la estrategia, ahora más agresiva. El primer movimiento del nuevo presidente fue ordenar un ataque contra la base militar siria de Al Shayrat, desde donde el régimen había lanzado un ataque con armas químicas en zonas que controlan los opositores. Moscú respondió con duras críticas a Estados Unidos, pero se quedó solo en la defensa de Al Assad en el Consejo de Seguridad de la ONU. La nueva denuncia, otro desafío para el presidente Putin, tiene lugar pocos días después de que Trump recibiera al ministro de Exteriores ruso, Sergéi Lavrov, una reunión que sirvió para limar las profundas diferencias que se mantenían desde entonces.

Ayer, el subsecretario de Estado aseguró que no se habían presentado las imágenes del incinerador a la delegación rusa la semana pasada, pero desveló que Washington y Moscú mantienen conversaciones al respecto. La Administración Trump presiona al Kremlin para que ponga freno al dictador sirio.

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