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Estela del misil norcoreano lanzado - REUTERS

Corea del Norte desafía a la comunidad internacional lanzando un nuevo misil

Tras su último ensayo nuclear en enero, el régimen de Kim Jong-un dispara un cohete de largo alcance en plenas celebraciones del año nuevo lunar en Asia

Corresponsal en Pekín Actualizado: Guardar
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Mientras China y buena parte de Asia se preparan para celebrar esta noche la llegada del nuevo año lunar, el dictador de Corea del Norte lo ha festejado tirando uno de sus petardos favoritos: un cohete de largo alcance.

Según informa la agencia estatal surcoreana de noticias Yonhap, el régimen de Pyongyang ha disparado dicho cohete a las 9:30 de la mañana (1:30 de la madrugada, hora peninsular española) desde el Centro de Lanzamiento de Satélites de Sohae, enclavado en la costa occidental del país. Tanto Estados Unidos como Corea del Sur tratan de determinar si el lanzamiento ha sido un éxito o no, pues las primeras informaciones apuntan a que el cohete se desintegró a los pocos minutos al suroeste de la isla de Jeju.

Sin embargo, la televisión japonesa NHK anunció que había sobrevolado la isla de Okinawa, pero que no había sido interceptado por los misiles defensivos Patriot que el Ejército había desplegado por si amenazaba su territorio. Por su parte, la televisión estatal norcoreana anunció con su habitual tono propagandístico que el cohete había puesto en órbita el satélite espacial Kwangmyongsong-4 (Estrella Brillante 4).

A la espera de aclarar los detalles, el lanzamiento de este cohete viola las resoluciones de la ONU contra Corea del Norte prohibiendo dicho tipo de pruebas. Aunque el régimen estalinista de Pyongyang insiste en que se trata de la puesta en órbita de un satélite espacial, EE.UU., Corea del Sur y Japón sospechan que es el ensayo encubierto de un misil de largo alcance, ya que ambos usan el mismo cohete para propulsarse. Desde 1998, Corea del Norte viene probando su tecnología espacial y militar con un programa que combina los lanzamientos de misiles y los ensayos nucleares. Tras los fracasos anteriores, cuando sus cohetes se estrellaban a los pocos minutos de haber sido disparados, Pyongyang puso en orbita un satélite espacial en diciembre de 2012. Poco después, llevó a cabo su tercera prueba atómica en febrero de 2013, en plena celebración del año nuevo lunar.

El orden ha sido el inverso en esta ocasión. Tras efectuar su cuarto ensayo nuclear el pasado 6 de enero, supuestamente con una bomba de hidrógeno, el régimen norcoreano ha vuelto a desafiar a la comunidad internacional con el lanzamiento de otro cohete. «No podemos permitirlo. Tomaremos todas las acciones necesarias para proteger la seguridad y bienestar de nuestro pueblo», aseguró el primer ministro de Japón, Shinzo Abe, a los periodistas reunidos en su residencia, según informan las agencias internacionales. Por su parte, la presidenta surcoreana, Park Gen-hye, consideró que se trataba de una «inaceptable provocación».

Anunciado desde hace días, el cohete norcoreano ha sido disparado justo después de que Pyongyang adelantara su ventana de lanzamiento, que empezaba este mismo domingo y se prolongaba durante toda la semana. A la espera de conocer el éxito de este ensayo balístico, supone un paso más en el desarrollo del programa militar de Corea del Norte, la última frontera que queda de la Guerra Fría.

Bajo su política «songun» de primacía militar, este hermético y paupérrimo país mantiene a su población con cartillas de racionamiento y aislada del exterior mientras el régimen se gasta una millonada en su programa atómico y de misiles. Tras sus ensayos nucleares de 2006, 2009, 2013 y el mes pasado, la Casa Blanca teme que esté desarrollando la tecnología necesaria para miniaturizar sus bombas atómicas en las cabezas de sus misiles de largo alcance, que en teoría podrían golpear Hawái y la costa oeste norteamericana. Aunque los expertos sospechan que Corea del Norte puede tener una decena de bombas atómicas, dudan de que pueda montarlas en sus cohetes.

Al margen de esta amenaza, el régimen de Kim Jong-un juega así la baza de su «diplomacia atómica» para negociar con la comunidad internacional, perpetuarse en el poder y conseguir ayuda humanitaria para su sufrido pueblo. Poco después de su primera prueba nuclear, Pyongyang llegó en 2007 a un acuerdo en las conversaciones a seis bandas de Pekín, que incluyen a las dos Coreas, EE.UU., Rusia, China y Japón, para detener su programa atómico a cambio de reconocimiento diplomático, petróleo para suplir su falta de energía y ayuda humanitaria. Pero su compromiso se vino abajo en 2008 por las dificultades para comprobar su desarme. En 2009, su segundo ensayo nuclear y nuevas pruebas de misiles volvieron a elevar la tensión en esta conflictiva región del noreste asiático, donde aún permanecen acantonados 28.500 soldados estadounidenses en la frontera del Paralelo 38. En esta escalada, las dos Coreas estuvieron a punto de ir a la guerra en 2010, cuando perecieron 46 marineros del Sur en el hundimiento de la corbeta «Cheonan», al parecer por un torpedo del Norte, y Pyongyang bombardeó una isla próxima a su frontera donde murieron cuatro personas.

Cuando Kim Jong-un sucedió en 2011 a su padre, el difunto «Querido Líder» Kim Jong-il, pareció abrirse un clima de distensión. Pero el obeso sucesor volvió pronto a las bravuconadas para consolidar su poder y en 2013 no solo llevó a cabo su tercer ensayo nuclear y nuevas pruebas de misiles, sino que hasta declaró el estado de guerra y cerró temporalmente un polígono industrial gestionado con el Sur en la frontera de Kaesong. Con el lanzamiento de este nuevo misil, Kim Jong-un vuelve a la «diplomacia atómica» para reforzar su poder, galvanizar a su pueblo y chantajear a la comunidad internacional..

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