Kim Jong-Un, líder supremo de Corea del Norte, en una imagen de archivo de 2014
Kim Jong-Un, líder supremo de Corea del Norte, en una imagen de archivo de 2014 - EFE

El ciberejército con el que Corea del Norte quiere desestabilizar el mundo

Kim Jong-Un mantiene la «Oficina 121», una unidad de 1.200 «hackers» de élite con los que lanza ataques a Corea del Sur y otros objetivos de su régimen

MADRID Actualizado: Guardar
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El líder supremo de Corea del Norte, Kim Jong-Un, salió al balcón del Palacio de la Cultura del Pueblo el pasado 11 de octubre tras 2 años y medio sin hablar en público. Se dirigió a las masas, ya encendidas ante la inusitada presencia del «amado líder», y lanzó la soflama prevista por todos: «Estamos preparados para combatir en cualquier tipo de guerra que provoquen los imperialistas estadounidenses».

Los medios de todo el mundo recogieron sus palabras. Se hablaba de «clima prebélico» y «aumento de la tensión». También de que la enésima amenaza de Kim Jong-Un parecía más seria que en anteriores envalentonadas. Pero lo cierto es que mentía. Corea del Norte ya está combatiendo contra sus «enemigos», solo que lo hace en un terreno menos vistoso, el ciberespacio.

Corea del Norte intenta atacar –y ataca– con frecuencia a su principal enemigo, Corea del Sur. Un ejemplo de estos ataques ocurrió el pasado 2014. Entre los meses de marzo y agosto de ese año, 58 ordenadores y dos servidores del metro de Seúl fueron hackeados. La precisión del ataque fue tal que hasta julio no se descubrió la vulnerabilidad y aún hoy no se ha podido precisar la autoría «oficial», aunque el ministro de Defensa surcoreano apunta directamente a Pionyang, tal y como recuerda la revista del Real Instituto Elcano.

Es sólo un ejemplo. Las cibertropas de Kim Jong-Un han lanzado ataques contra centrales nucleares de Corea del Sur, donde robaron documentos confidenciales, contra cadenas de televisión -KBS, MBC y YTN- y bancos -Shinhan y Nonghyup- a los que «tiraron» sus redes informáticas. Y, claro, el famosísimo caso del ataque a Sony a cuenta de la película « The Interview» en la que se parodiaba al líder supremo.

Para entender cómo un país en el que la práctica totalidad de su gente no tiene acceso a internet puede hackear los sistemas ferroviarios de uno de los países más avanzados tecnológicamente hay que acudir a esa retórica belicista que los mandatarios llevan utilizando desde que accedieron al poder en 1948. La tecnología a disposición del Estado. De los objetivos del Estado, para ser más precisos. Y el Estado, hoy, es Kim Jong-un. Así surge la Oficina 121, la unidad de élite de ciberguerreros con los que Pionyang amenaza constantemente a Seúl.

La Oficina 121 tiene capacidad para lanzar ataques cibernéticos a sus enemigos

Hasta 1.800 jóvenes de la Universidad de la Automatización engrosan las filas de este ejército invisible. Son la élite de los estudiantes. A los mejores, a los que destacan por sus habilidades, los reclutan. Y a los que destacan entre ellos los mandan a China y Rusia en forma de «Erasmus antiimperialista». A su vuelta, están listos para competir en igualdad de condiciones con el resto de hackers del mundo. Y con mano abierta para tratar de atacar las defensas de los «enemigos de la patria». Así lo resumía para la agencia Reuters el profesor Heung-Kwang, un disidente que logró huir del país en 2004. Ahora Heung-Kwang asegura que la Oficina 121 ha recibido mayores recursos y podría contar con hasta 6.000 militares. Además, según reconoció en una entrevista con la BBC, esta oficina se podría llevar entre un 10 y un 20 por ciento del presupuesto militar del país y tendría la capacidad para «atacar infraestructuras críticas y matar a personas», según el profesor.

Las «aventuras» de la Oficina 121 se remontan a los primeros 90. Ahora se sospecha que operan desde China, donde tienen mayores facilidades para acceder a material con el que realizar sus ataques. Y también para proteger a su país. Aunque para garantizar la seguridad Corea del Norte se apoya en unas infraestructuras deficitarias y en una menor dependencia de la tecnología debido a su situación de subdesarrollo: su dependencia de la tecnología es ínfima respecto a la de Corea del Sur.

Sin embargo no siempre les sale bien. Desde Estados Unidos se creó el « hackathon», un evento en el que invitaban a «informáticos, investigadores, ingenieros, diseñadores, activistas y desertores para acumular ideas con las que robar información del país más aislado del mundo». El acto fue una forma de respuesta a ataque contra Sony y se celebró en San Francisco el agosto del año pasado gracias a la Human Rights Foundation. El éxito de esta iniciativa fue muy moderado y no anunciaron los resultados de las «invetigaciones».

Entre tanto, miles de «cibermilitares» de Corea del Norte continuan pensando los ataques con los que desestabilizar a sus enemigos. En un momento en el que Kim jong-Un y su régimen están en un momento de «latencia mediática», las hormigas invisibles de la Oficina 121 intentan abrir las puertas traseras de internet. Mientras las principales siguen cerradas para sus compatriotas.

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