El candidato de Syriza tras votar hoy en Atenas
El candidato de Syriza tras votar hoy en Atenas - afp
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Tsipras, de las entrañas del comunismo al liderazgo de una Grecia vapuleada

El candidato de la izquierda radical se enfrenta ahora al desafío de convertir en hechos unas promesas electorales que los críticos califican de utópicas

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A sus 40 años, el ingeniero Alexis Tsipras se ha convertido en la cara visible del fenómeno político del momento en Europa. El triunfo de la coalición de izquierda radical Syriza en las elecciones griegas lo sitúa a las puertas del poder en un país vapuleado por más de un lustro de feroz crisis económica y podría forzar un cambio de rumbo en una zona euro aferrada al dogma septentrional de la austeridad.

Hartos de ajustes, recortes y exigencias de la troika, los votantes dieron hoy su apoyo en masa a una alternativa alarmante para amplios círculos del poder político y económico, pero esperanzadora, a la luz de los resultados, para los sectores más castigados por unas vacas flacas que se resisten a abandonar la nación que presume de haber inventado la democracia.

Y la cara visible de esa alternativa es Alexis Tsipras.

Lejos quedan ya los tiempos en los que Tsipras se fogueaba políticamente como concejal de un Ayuntamiento de Atenas que vivía la resaca de los fastos olímpicos de 2004, una resaca que obligaría a hacer unos encajes de bolillos contables que coadyuvaron a la catástrofe que llegaría después. En el ámbito municipal, el que con toda probabilidad será el próximo primer ministro griego puso en práctica algunas de las dotes y técnicas adquiridas como militante estudiantil curtido también en las entrañas del fuerte y rígido Partido Comunista.

Si Syriza ha sido beneficiaria de la ineptitud que tanto los conservadores de Nueva Democracia como los socialistas del Pasok mostraron en la dirección de un país hoy convertido en paradigma del fracaso y la chapuza, idéntico fenómeno se ha producido con su candidato. En 2009, en lo peor de la travesía del desierto helena, la coalición emergía en el Parlamento con trece representantes. En 2012, el vórtice era ya imparable. Después de que el tándem formado por Angela Merkel y Nicolas Sarkozy hubiera obligado al entonces primer ministro Papandreu a desistir de su empeño de someter a un referéndum las dolorosas obligaciones de los programas de rescate, en los comicios de ese año, Syriza devoraba la porción de tarta electoral del Pasok y se convertía, como segunda fuerza más votada, en la principal opción opositora al nuevo primer ministro Andonis Samarás. Había nacido una estrella y se llamaba Alexis Tsipras.

Los últimos dos años y medio, los que desembocan en este histórico 25 de enero de 2015, han pasado rápida y vertiginosamente para un líder del que quienes lo conocen personalmente destacan su cercanía y apostura, pero que se enfrentará ahora al más difícil de los desafíos de su carrera política, el de convertir en hechos las promesas rayanas en la utopía de su campaña electoral. La hora de la verdad para Alexis es ahora.

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