La pesadilla más salvaje del ferrocarril «Lunatic Express»: lo que no mataron los leones, lo exterminaron los mosquitos

Durante la colonización británica en África se creó una linea de tren para fines comerciales y militares pero la suerte de los invasores quedó a la merced de la hostilidad de la naturaleza africana

Locomotora en la estación de Kampala, Uganda C.C
Eugenia Miras

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La salvaje ambición colonial de los ingleses durante el Imperialismo británico, llevó al Gobierno a iniciar uno de sus proyectos más feroces: el Ferrocarril de Uganda en 1896, más conocido como Lunatic Express .

Miles de indios trabajarían en aquel infierno inhóspito. Alrededor de 2,500 personas murieron violentamente ; así como otras 6,000 quedaron inválidas por la hostilidad de aquella rutina, como también por aquella despiadada naturaleza del continente africano contra los invasores.

Lo que no logró sepultar el abuso colonialista , lo harían las fieras, los mosquitos y la ausencia de agua potable.

«Su construcción fue demencial, repleta de tragedias y atravesando territorios inexplorados. Que gracias a la base de operaciones que se montó para su construcción nació la actual Nairobi, la capital de Kenia; y lo peor, que durante el tendido del Lunatic Express nació la leyenda de los leones devoradores de hombres», escribió Nieves Concostrina en su libro «Menudas historias de la Historia».

La salvaje ambición británica

«A finales del siglo XIX las potencias europeas se estaban repartiendo África. En el sentido más literal: repartiéndosela. El que primero llegaba a un territorio, plantaba sus reales y se quedaba con él. Los alemanes ya estaban construyendo su ferrocarril hacia el interior de África para abrir nuevas rutas comerciales, y si Inglaterra no reaccionaba se quedaría a verlas venir», explicó la autora de «Menudas historias de la Historia».

Con la «excusa» de finalizar con la compra-venta de esclavos -sin olvidar la descarada importación de indios para la construcción de las vías entre Mombassa hasta Port Florence-, las empresas británicas presionaron al Gobierno para obtener su bendición en dicha obra.

No obstante detrás de la «filantropía» del proyecto, según diferentes autores, se escondía una salvaje ambición . Distintas fuentes coinciden en la importancia que tenía para los británicos conectar el continente a través de una línea de ferrocarril; pues de esta manera aseguraban la prosperidad comercial a través del Nilo , así como su incuestionable ocupación militar . Pues para el Gobierno era de vital importancia sellar su hegemonía a través de este afluente, especialmente en Egipto y el canal de Suez .

«Inglaterra se propuso construir un ferrocarril como fuera y cuanto antes, desde Mombassa, en la orilla del océano Índico, hasta el lago Victoria en Uganda», relató Concostrina

Lo que parecía ser una puñalada letal al corazón de África; se convertiría en un episodio terriblemente desmoralizador para los británicos. Pues ¿cómo era posible que hubiera tantas bajas a manos de aquel infierno sin recursos potenciales?. Leones, mosquitos, y la tribu de los masai -con poco más que un pico y una pala-, todos esos factores fulminarían a una parte importante de los recursos humanos de los anglosajones . De esta manera, la Historia nos envía un recordatorio: No importa la carrera armamentística, los colores de la bandera, ni tampoco que tan llenas estén las arcas de una nación porque cualquier patria se enfrenta a la vulnerabilidad de la naturaleza.

Mordiscos y picotazos, aquella África fatal

«Aquellos mil kilómetros de tendido fueron un vía crucis. Murieron cientos de trabajadores, el calor deformaba las traviesas, los cenegales se tragaban los raíles, había que subir montañas, atravesar desiertos. A los obreros, cuando no les picaban las moscas tse-tseé les breaban los mosquitos de la malaria, y cuando no caían fulminados por la disenterías, les atacaban los masais», relató Nieves Constrina.

Las duras condiciones en las que estuvo inmersa la empresa también las relata Brian Herne en su libro «White Hunters: The golden age of African safaris»:«Se tuvieron que trazar rieles desde el nivel del mar a través del formidable desierto de Taru, luego a través de millas o junglas espinosas infestadas de leones. Y más allá había cordilleras escarpadas, una de más de 9,000 pies, sin mencionar la oposición de las tribus, los animales, los insectos y el clima tropical».

Cerca de 500 trabajadores cayeron a causa de la malaria, otros contraerían disentería -por el consumo de agua no potable-, otros tantos serían víctimas de la gula de los leones; los cuales cazaban a sus presas sin ánimo de roer los huesos. Desde esa terrible pesadilla para los británicos comenzarían a surgir las leyendas sobre estos desalmados felinos; en la que -tal como asegura Concostrina- fueron engullidos a más de 2oo trabajadores.

Por otro lado la tribu de los masais -pastores y rastreadores de leones- también sembraban el pánico entre los trabajadores y funcionarios del Imperio británico. Muy enfadados por semejante y aparatosa invasión, borrarían a unos cuantos del mapa.

No obstante, después de cinco angustiosos años durante la construcción del Lunatic Express -tal como bautizó la sensacionalista prensa inglesa a este ferrocarril (todavía operativo)- se haría el primer viaje en 1901.

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