Kar Lagerfeld transformó el casino en la pasarela
Kar Lagerfeld transformó el casino en la pasarela - reuters
semana de la moda

La costura que no cesa: un día en el casino de la mano de Chanel

Los desfiles de ayer en la semana de la Alta Costura de París demuestran que la moda no cesa de cambiar. Ese devenir constante conforma la más pura esencia de la moda

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La moda, que no el vestido, nació hace varios siglos como mecanismo para diferenciar las clases sociales. Adoptando nuevos estilismos, las élites intentaban distinguirse del resto. Pero la naciente clase media -una incipiente burguesía del final del medievo- trataba de emular a la nobleza, replicando sus prendas y accesorios. Para mantener su superioridad y diferenciación, las clases altas se vieron forzadas a inventar continuamente distintos estilos, en busca de nuevas señales de estatus. Lo que una temporada indicaba estar en «el ajo», meses después era imitado por la clase media y perdía su representatividad.

A veces, en cambio, los usos y costumbres del «pueblo llano» han influido en las nuevas modas de las élites.

Tal ha sido el caso de las alpargatas o de los vaqueros, inicialmente utilizados por cargadores de barcos franceses y vaqueros del Oeste americano.

El ser humano, a través de los siglos, ha demostrado que disfruta cuidando la estética de sus vestidos, ya sean de un estilo o de otro. El placer de la sensación de actualización y renovación que aportan los cambios en la moda de cada momento, existirá mientras pisemos la faz de la tierra.

Pero no hay que llevarse a engaño: todas las modas no ocurren de modo espontáneo. Aunque la mayoría de los cambios de atuendo reflejan cambios sociales subyacentes, actualmente, la industria de la moda, también maneja un sistema de cambios ordenado como un reloj suizo.

Es por ello que Chanel, tal y como están haciendo otros creadores, ha vuelto a sus orígenes, mostrando un desfile cargado de trajes de chaqueta de tweed, lana y guata, sin dejar atrás los vestidos de noche inspirados en los años 20. Lagerfeld ha cambiado el escenario, eligiendo esta vez el decorado de un casino, con sus mesas y crupiers. Ha vestido a las modelos con una sinfonía de prendas que iban desde lo más adecuado para la tarde a lo indicado para la noche. En vez de sentar a sus amigos y musas en primera fila, KL las ha hecho formar parte de su ficticio casino:Kristen Stewart, Julianne Moore, Rita Ora y Lily-Rose Depp, abrieron el juego permaneciendo en el centro de la escena durante todo el desfile. Y la ya imprescindible Kendall Jenner, fue la elegida para cerrar el acto, luciendo un original traje de novia que consistía en un traje de chaqueta cruzada y pantalón blanco, con un chal-velo como tocado.

Bouchra Jarrar se consolida como versión algo postmoderna de la Alta Costura. Pero es Stephane Rolland el que se lleva la palma con una colección que rinde honores a Halston: vestidos asimétricos, mangas kimono extra large, pocos colores, tejidos elásticos, la sobriedad del blanco y negro, siluetas impolutas y ausencia de ornamento.

Armani, siempre de una espectacular sencillez, no conquistó París en esta ocasión. Presentó una colección muy de sus comienzos en los años 80, con hombreras marcadas, telas con caída, fucsia y negro, plumas y pantalones brillantes. La luz ultravioleta enfatizaba aún más la dureza de la colección. Son los gajes de fiarse en exceso de los burós de estilo.

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