Los colores de Italia y de la Casa de Saboya lucen en el food truck del príncipe
Los colores de Italia y de la Casa de Saboya lucen en el food truck del príncipe - ABC

Manuel Filiberto de Saboya: «Mis padres creen que estoy loco»

El nieto del último Rey de Italia pone en marcha un «food truck» para vender pasta en las calles de Estados Unidos

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Manuel Filiberto Humberto Reza Ciro René María de Saboya, príncipe de Venecia y de Piamonte y nieto del último Rey de Italia, podría estar ahora veraneando en Montecarlo, «capital» del reino de su íntimo amigo Alberto de Mónaco. O en el elegante lago Lemán, donde su familia posee un castillo modernista construido por el arquitecto suizo Jacques Lopez. En cambio, «el último príncipe italiano», como le gusta llamarse al hijo de Víctor Manuel de Saboya y de Marina Doria, ha decidido coger las carreteras de Estados Unidos a bordo de un furgón-restaurante para probar suerte en el floreciente negocio hipster de los «food trucks».

A sus 44 años, Su Alteza Real (el Estado italiano no reconoce su tratamiento ni sus títulos principescos) no es un principiante en el mundo del emprendimiento.

Antes de lanzarse al negocio de la venta de pasta fresca en la calle, Manuel Filiberto diseñó camisetas y produjo películas y documentales. También protagonizó realities televisivos, hizo sus pinitos como cantante en el Festival de San Remo y hasta se presentó a unas elecciones. «Desde pequeño he sido muy inquieto. No soy el típico nostálgico. Siempre miro hacia adelante», reconoce en conversación telefónica con ABC. «Todavía tengo mi línea de ropa y la productora de cine, que marchan bien. Y tengo entre manos el proyecto de la 'Marca Italia', un certificado para todos aquellos productos elaborados cien por cien en mi país. Hay miles de pequeñas y medianas empresas que todavía apuestan por Italia y que merecen ser reconocidas», explica.

Saboya nunca soñó con reinar, no en vano un referéndum popular abolió la monarquía italiana en 1946. Tampoco envidia a los príncipes herederos de su generación, aunque no falta a las citas reales, como la boda de Don Felipe y Doña Letizia, donde fue testigo de una reyerta entre su padre y su primo Amadeo por un trono que no existe. «Uno tiene que saber cuál es su lugar en la vida, y yo sé que soy un ciudadano italiano como cualquier otro», suele decir. «Podía haberme quedado en mi casa, mirando a través de una ventana y pensando en los viejos tiempos de la monarquía. O podía seguir adelante. Elegí lo segundo», reconoció hace unos años a ABC. En su caso, seguir adelante es soñar con una cadena de restaurantes de comida rápida en Estados Unidos. El «food truck» es el primer paso en su plan para convertirse en el príncipe del «fast food» italiano.

Victor Manuel, Marina de Samboya y su hijo en la Real Maestranza de Sevillla
Victor Manuel, Marina de Samboya y su hijo en la Real Maestranza de Sevillla - REUTERS

Marca Italia, «for export»

La idea de la furgoneta se le ocurrió durante un viaje a Los Ángeles. «Vi muchos 'food trucks', pero me di cuenta de que ninguno vendía comida italiana. Los había de cocina americana, coreana, china, mexicana, pero ni uno de pasta. Me gusta el concepto del restaurante móvil. Y aspiro a que el mío sea el primero con una estrella Michelin», dice. Pasta italiana en un minuto, rica, sana y real. Incluso ha intervenido el camión con los colores de la Casa de Saboya. «Y le he añadido grandes ventanas para que el público pueda ver la cocina y el proceso de preparación de la comida».

Al final, el «food truck» es solo una excusa para que Manuel Filiberto pueda «vender» la Marca Italia en el extranjero. «Quiero promover mi cultura y llevar los mejores productos italianos a Estados Unidos. Con este proyecto ofrezco un buen plato de pasta, pero a mitad de precio que en un restaurante», señala. «Hoy la gente joven no puede gastar 30 dólares en un almuerzo, es un robo. Mi plato más caro son unos fettuccine con trufa de 16 dólares. En un restaurante convencional lo ofrecen por 35 dólares. Estoy muy orgulloso de esta idea. Quizá, hasta monte una furgoneta en España».

Manuel Filiberto y su mujer, la actriz francesa Clotilde Courau, con quien se casó en 2003
Manuel Filiberto y su mujer, la actriz francesa Clotilde Courau, con quien se casó en 2003 - ABC

En esta aventura americana, su relativo anonimato es una ventaja. «Aquí en Estados Unidos no me conocen. Así es más fácil que yo pueda involucrarme en todos los aspectos del negocio: cocino, atiendo al público, participo en el diseño de los camiones y de la carta, etc». En septiembre espera poner en marcha su segundo food truck. «Y en dos años me gustaría tener toda una flota, e incluso abrir una cadena de restaurantes».

Es difícil imaginar qué pensará su padre, Víctor Manuel, jefe de la Casa Real de Italia (en disputa con su primo Amadeo de Saboya) y aludido como príncipe de Nápoles, sobre la idea de que su único hijo y heredero sirva pasta en América. «Mis padres creen que estoy loco, siempre han pensado que estoy loco», responde Manuel Filiberto entre risas. «Bueno, no sé si la palabra es loco, pero sí original». Más carcajadas. «Desde pequeño viajo a Estados Unidos, mi familia tiene un piso en Nueva York y es un país que me encanta porque te empuja a innovar y a emprender. En Europa habría sido imposible comenzar este negocio. Solo en América puedes soñar con convertirte en el príncipe de la pasta». Al final, Manuel Filiberto de Saboya encontrará su reino en la república más antigua del mundo.

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