Susana Díaz afronta muy ilusionada la recta final de su embarazo

A la cigüeña, siempre caprichosa, le ha costado encontrar a Susana Díaz. «Nunca nos hemos llevado bien», ha reconocido la presidenta de la Junta de Andalucía en más de una ocasión, ante el recurrente tema de su maternidad. Ella no ha ocultado su deseo de ser madre, y ahora, a sus 40 años, la vida le ha agasajado con aquello con lo que tanto soñó. «Un niño muy deseado, pero ante todo inesperado».

La socialista encara con su marido, José María Moriche, la recta final de su embarazo. Sale de cuentas a finales de julio y dará a luz a su primer hijo en Sevilla. Todo hace prever que el parto tendrá lugar en el hospital público de Valme, cuyo equipo ginecológico se encarga de atenderla.

Durante sus siete meses de embarazo Susana ha mantenido una intensa agenda de trabajo. No se cansa de decir que está «preñá», pero no enferma y se equipara a otras muchas mujeres que van a trabajar con normalidad, igual que ella. Sin embargo, durante los próximos días tratará de aminorar el ritmo de trabajo para consolidar el proceso madurativo del bebé, que será un niño. Seguramente se cogerá unos días de baja maternal y la sustituirá al frente del Gobierno su vicepresidente, Manuel Jiménez Barrios. Está previsto que esta ausencia se prolongue durante el mes de agosto y algunos días de septiembre.

Elecciones andaluzas

El anuncio de su embarazo no pudo producirse en un momento político más candente. Un portavoz de la Junta de Andalucía informaba de que se encontraba en el tercer mes de gestación el pasado 19 de enero, con vistas a un año repleto de citas electorales. Sin ir más lejos, dos meses después se proclamaba vencedora en las elecciones de Andalucía. La campaña fue un tanto atípica. Las promesas electorales y sus discursos se vieron salpicados de patucos y chupetes.

En sus visitas a los diferentes rincones de Andalucía para captar votos recibió numerosas muestras de cariño. Una señora mayor de Serrato (Málaga) le entregó unos patucos y un babero de punto de cruz. Otra vecina le regaló una canastilla, otra un caballo de madera, y así en cada pueblo que visitaba. La presidenta agradecía estas muestras de afecto acariciándose la tripa y refiriéndose a su niño como «mi chicharito», ya que según ella era como un chícharo (judía, para los andaluces) de pequeño. Como de momento no ha decidido qué nombre le pondrá, prefiere referirse a él con este cariñoso apelativo.

Echando la vista atrás, hay pocos precedentes de embarazos de mujeres en puestos relevantes de la política en España. Carmen Chacón, siendo ministra de Defensa, o Soraya Sáenz de Santamaría, como portavoz del PP en el Congreso. Y quizá por ello el estado de buena esperanza de Díaz ha generado un inmenso volumen de información. Se llegó incluso a especular con la posibilidad de que esperaba gemelos o que se había sometido a algún tratamiento de fertilización in vitro. Algo que el matrimonio se vio obligado a desmentir, a pesar de que siempre han optado por la discreción.

Su marido, José María Moriche, un año menor que la presidenta, conoció a Susana cuando ambos eran vecinos en el barrio de Triana. Él trabaja como reponedor en una librería y se definió en Twitter como «trianero, bético, de izquierdas y amante del gazpacho, el salpicón y el tomate con sal». Forman una pareja muy arraigada en su tierra y que disfruta de la Feria de Sevilla y de la Semana Santa. Ambos son devotos de la Esperanza de Triana. Su boda se celebró en septiembre de 2002 en la capilla de los Marineros.

Trece años después, Susana no le puede pedir más a la vida. Muy pronto será la primera presidenta de un Gobierno autonómico que se convierte en mamá durante su mandato.