De izq. a der., Eugenia Montoro, Carlos Huéscar, Alfonso Aliaga, Jacobo Siruela y su mujer, Inka Martí, y Cayetano Arjona, en la entrega de la Medalla de Oro de Madrid a su madre, en 2010
De izq. a der., Eugenia Montoro, Carlos Huéscar, Alfonso Aliaga, Jacobo Siruela y su mujer, Inka Martí, y Cayetano Arjona, en la entrega de la Medalla de Oro de Madrid a su madre, en 2010 - ernesto agudo

Los hijos de Cayetana de Alba emprenden caminos por separado

La relación entre los seis vástagos se enfría. Solo tres de ellos han querido comer con Alfonso Diez

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Fue el propio Cayetano Martínez de Irujo quien, en plena tormenta del noviazgo de su madre con el funcionario Alfonso Diez, comentó que los hermanos estaban «más unidos que nunca». En esos meses de nerviosismo, cuando veían que la duquesa estaba decidida a casarse por tercera vez, los seis hijos de Cayetana de Alba demostraron que la unión hace la fuerza y consiguieron llegar a un pacto por el cual la progenitora renunció a su fortuna para casarse con Diez. Las reuniones en Liria, las llamadas para anunciar lo que estaba ocurriendo, los viajes a Sevilla, los empleados de confianza como informantes, los amigos comunes y hasta el confesor privado de la aristócrata hicieron su papel para ese fin.

Con la firma ante notario y los bienes repartidos, las aguas se tranquilizaron y la boda fue un hecho.

Han pasado cuatro meses de la muerte de Cayetana y el ambiente que se respira es bien distinto. Con su marcha se acaba una época en esa Casa y comienza el ducado de su primogénito, Carlos Huéscar, un hombre que ama la discreción casi tanto como el legado que ha recibido. Y aunque aún faltan unos meses para que salga en el BOE su nombramiento como duque de Alba, lo que sí ha hecho es capitanear en solitario y de forma absoluta todo lo relacionado con la Casa. En esta nueva etapa quien más pierde sin duda alguna es el hijo jinete, Cayetano, por quien la duquesa sentía debilidad. De entrada, porque ha sido desposeído de todas las funciones que acometió con su madre en vida, y hoy su única labor es promover la marca Alba en los productos gastronómicos.

Aunque públicamente parece como si hubiera una especie de pacto de no querer contar nada, en privado se sabe de las distancias que ya hay entre los hijos y cómo se han ido separando entre sí. En esto también el más afectado es Cayetano, que ha tenido que abandonar el palacio de Liria por orden de Carlos en su deseo de que cada uno viva con lo que ha heredado y se acabe eso de pasar los gastos a la Casa.

Ausencias

La comida que días atrás se ofreció a Alfonso Diez en Liria dejó claro cómo están en este momento. Según la versión del duque viudo y la del propio Huéscar, fue un encuentro tranquilo donde se habló de cine y temas sin mayor relevancia. Se sumaron Alfonso Aliaga y Jacobo Siruela y en ningún momento se habló de la herencia ni del valor del porcentaje que como viudo le corresponde a Alfonso. La ausencia de los otros tres hermanos es muestra de que las cosas no son tan cordiales como se cuenta. Lo más llamativo fue que Eugenia no se sentara en esa mesa. Precisamente la única mujer de la casa estrechó lazos en los últimos años con Alfonso, y es muy significativo que desde la muerte de su madre ni siquiera se hayan visto.

Por su parte, Fernando Martínez de Irujo me asegura que ese día se encontraba en Suiza. Ha aparecido en las televisiones con aspecto enfadado y evitando las preguntas de los reporteros sobre el «señor duque», como se refería a Huéscar. «No tengo ningún problema con mi hermano, lo que ocurre es que estaba sufriendo un acoso intolerable por parte de esos reporteros y mi enfado era con ellos. Fueron momentos desagradables en los que incluso empujaron a un señor que pasaba delante. No se pueden tolerar estas cosas», se defiende el cuarto hijo de la duquesa. Aunque Carlos quiere que cada hermano se mantenga con sus bienes, Cayetana dispuso que Fernando tenga una habitación en sus palacios, así que él sigue viviendo en Liria.

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