Uno de los salones del Palacio de Dueñas, en Sevilla
Uno de los salones del Palacio de Dueñas, en Sevilla - EFE
Duquesa de Alba

El patrimonio de la duquesa de Alba: una herencia de valor incalculable

La Casa de Alba atesora palacios, castillos, fincas, tierras y una de las mejores colecciones de arte del mundo

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Suena a tópico, a frase hecha, pero en este caso es real. El Patrimonio de la Casa de Alba tiene un valor incalculable, no solo histórico-artístico, también monetario. Imposible tasar este fabuloso legado, que comprende una soberbia y exquisita colección de arte, amén de numerosas propiedades inmobiliarias repartidas de norte a sur por toda España (incluidos palacios –Liria, Monterrey, Arbaizenea...– y castillos –Alba de Tormes, El Tejado, Moeche, Andrade...–), fincas –El Carpio, La Pizana...–, y terrenos de explotación agrícola (se habla de 34.000 hectáreas), administrados por diversas sociedades. En 2013 la revista «Forbes» incluía a la duquesa de Alba en el octavo puesto de los más ricos de España, con un patrimonio de 3.000 millones de euros.

Uno de sus hijos, Cayetano Martínez de Irujo, se apresuró a aclarar que esa cantidad se había calculado «a ojo de buen cubero».

En 2012, coincidiendo con la exposición que el Ayuntamiento de Madrid dedicó a la colección familiar, la Casa de Alba abría a ABC las puertas de su buque insignia, el Palacio de Liria. Le preguntábamos entonces al duque de Huéscar y hoy jefe de la Casa cuántas piezas atesoraba una de las mejores colecciones privadas del mundo, en cuánto estaban tasadas... Se especula con que incluye 249 óleos de grandes maestros, 177 acuarelas, 137 miniaturas, 54 dibujos, 52 tapices, 31 cerámicas, una biblioteca con 18.000 volúmenes, el archivo histórico... «Son datos bastante aproximados -explicaba Carlos Fitz-James Stuart-. Hay piezas de incalculable valor, por lo que no podría dar una cifra concreta sobre el valor de la colección». Tampoco soltaba prenda la duquesa al respecto: «No sé en cuánto está tasada la colección». Nobleza obliga...

Liria es la joya de la Corona de los Alba. Un palacio que mandó construir Jacobo Fitz-James Stuart, duque de Berwick y de Liria, al arquitecto Ventura Rodríguez en 1770. Los tesoros que alberga se salvaron del bombardeo de 1936 gracias a un exilio que los llevó hasta Ginebra. El XVII Duque de Alba, padre de Cayetana Fitz-James Stuart, se propuso levantarlo de nuevo, ingente tarea que acabó su hija con gran tesón.

Entre las grandes joyas pictóricas que hay en Liria, obras maestras de Fra Angelico («La Virgen de la granada»), Goya («La Duquesa de Alba», «Retrato de la duquesa de Lazán»), Tiziano («Retrato del Gran Duque de Alba»), Mengs («Autorretrato»)... La nómina es interminable: Perugino, Rubens, Rembrandt, El Greco, Luca Giordano, Reni, Guardi, Palma el Viejo, Ribera, Vaccaro, Murillo, Zuloaga... Y aún podía serlo más de no haber sido por la rapacidad de Godoy (se quedó con tres tesoros: «La Venus del espejo», de Velázquez; «La Madonna de la Casa de Alba», de Rafael; y «Escuela de amor», de Correggio) y los efectos de la guerra (se perdieron destacados bronces de Pompeo Leoni).

1975: se crea la fundación

Pero no solo de pintura se nutre el legado de la Casa de Alba: hay artes decorativas, armas, joyas que en su día pertenecieron a Eugenia de Montijo -la emperatriz falleció en Liria-... La biblioteca es uno de los lugares más especiales de este palacio: encierra documentos autógrafos de Colón (incluido el excepcional dibujo que hizo al avistar La Española), el testamento de Fernando el Católico, la primera Biblia traducida al romance, una primera edición del Quijote...

Para salvaguardar este patrimonio único se creó en 1975 la Fundación Casa de Alba. Como todas las fundaciones privadas, cuenta con exenciones fiscales, pero no recibe ayudas públicas. Todo está inventariado (en este trabajo jugó un papel importante Jesús Aguirre, segundo esposo de la duquesa) y desde hace años se está llevando a cabo la tarea de digitalizar los fondos. La duquesa de Alba confesaba en una entrevista a ABC que, «gracias a Dios», jamás tuvo la necesidad de vender obras de su colección: «Nunca he recibido ayudas públicas. Todo el patrimonio de la Casa lo he mantenido yo». No solo lo ha mantenido, sino que además lo ha incrementado, adquiriendo para su colección particular obras de Renoir, Picasso, Chagall...