Libros de firmas, álbumes y cuadernos personalizados son muy solicitados en el taller calero
Libros de firmas, álbumes y cuadernos personalizados son muy solicitados en el taller calero - BELÉN RODRIGO
Comercios centenarios

El taller de encuardenación donde se empezaron a fabricar las carteras de los ministros

Calero apuesta por recuperar del olvido un oficio y adaptarlo al siglo XXI. Usa técnicas antiguas que permiten personalizar los trabajos

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Cuando se cumplen 110 años de su existencia, Calero sigue siendo punto de referencia en el mundo de la encuadernación y la restauración de libros antiguos dentro y fuera de España. Entre los tesoros que aquí se guardan se encuentran escudos de todas las épocas y gobiernos (desde la Primera República hasta la Guerra Civil y el Franquismo pasando por el reinado de Alfonso XII), logos originales del hotel Ritz, Yves Saint Laurent o Chanel, más de 2.000 hierros entre tipografías, adornos y ruedas de ornamentación (una de las mayores colecciones de España) y sellos de las empresas y estamentos oficinales para las que ha trabajado Calero desde su fundación. Tampoco faltan las guillotinas, volantes, cizallas y máquinas de coser antiguas que siguen en uso.

En los orígenes de este negocio (1907) hay que hablar de dos familias, la de Manuel Calero y la de López Valencia. Dos amigos que siendo uno de derechas y otro de izquierdas, se vieron enfrentados en la Guerra Civil y el taller quedó en manos del que estaba en el bando ganador, Manuel Calero. Ni siquiera durante el conflicto bélico cerró las puertas y siempre gozó de una gran reputación convirtiéndose en proveedor de distintas instituciones como la Casa Real. Por su parte, López Valencia exilió a México donde fundó otro taller de encuadernación pero acabó regresando al cabo de los años para buscar el 50% de su negocio. Calero no le aceptó como socio sino que le ofreció trabajo en el taller. Por circunstancias de la vida todo acabó en manos de los López Valencia después de que la viuda de Calero contrajese matrimonio con uno de ellos y no tuvieron descendencia. De la segunda boda de López Valero nació Olga López Gómez quien ha sido la propietaria hasta hace menos de dos años.

Apuesta por el futuro

Es entonces cuando aparece en la historia de este local Nacho Mateos, un empresario del mundo de los vinos y del sector inmobiliario, y gran aficionado a la costura y a la encuadernación. Llega a sus oídos que Olga López Gómez iba a venderlo y luego se iba a dividir por áreas. «Era una pena dejar morir este taller, el número uno de España, con una gran historia por detrás y una magnífica atención al público», explica Nacho Mateos a ABC. Decide proponer a las dos trabajadoras más antiguas en el taller, Chon González y Mayte Gómez, unirse a él para comprar el negocio y sacarlo adelante. «Lo compré por romanticismo y por convertirlo en un negocio rentable», aclara Nacho Mateos. Padre de cinco hijos, cree que la enseñanza de oficios en la educación de los pequeños es un gran legado que les puede trasmitir y los más mayores ya han comenzado a aprender técnicas de encuadernación y cartonaje. Asegura que muchas encuadernaciones modernas son falsificadas y en Calero se logra realizar productos económicos hechos a mano, 100% artesanales. «Es algo que hay que conservar, respetando las tradiciones». Al equipo se unieron Mónica Sánchez que ha trabajado en los laboratorios de restauración de la Biblioteca Nacional, del Museo Naval o del archivo de la ciudad de Westminster y la restauradora de libros Mar Ortega, quien se ha ocupado de restaurar importantes documentos como la Constitución de Cádiz o las partidas de Alfonso X el Sabio.

Se han incorpordao al taller cursos de encuadernación y caligrafía
Se han incorpordao al taller cursos de encuadernación y caligrafía - B.RODRIGO

Desde que ellos se han hecho cargo del taller han ido introduciendo cambios. La primera, de espacio, mudándose al local continuo (número 11 de la calle Bárbara de Branganza). Y a la encuadernación artesanal y restauración de libros antiguos se unen variados cursos de formación de tres horas semanales o temáticos en los que es posible aprender las técnicas de iniciación a la encuadernación y al cartonaje, de restauración de libros antiguos y cursos de caligrafía y lettering, entre otros. Alumnos cultos y muy interesados por conocer las técnicas antiguas y realizar sus propios trabajos. La maquinaria utilizada es del siglo XIX, los dos amigos Calero y López Valencia, las compraron en el siglo XIX, en el juzgado, pertenecientes a una empresa que quebró.

«En este taller las ideas que tienes se pueden plasmar, se diseña todo a medida del cliente», puntualiza el propietario. Aconsejan mucho a las personas que por allí pasan para que se lleven un producto muy personalizado. Hay quien opte traer el tejido, «algo con un significado especial» y otros por elegirlo entre la gran variedad de pieles que hay en Calero. Son muy frecuentes los libros de firmas, álbumes o agendas. «Grandes firmas buscan regalos exclusivos para sus directivos», ponen como ejemplo en Calero. «Y eligen agendas o cuadernos con funda de piel personalizados con sus iniciales». Las pieles utilizadas, casi todas españolas, son normalmente de cabra o badana, y el oro que se utiliza en el sellado es de Francia.

Las carteras de los ministros

Antiguas fundas del carnet de prensa y otras asociaciones
Antiguas fundas del carnet de prensa y otras asociaciones - B.RODRIGO

Por Calero pasan muy ilustres clientes que por la confidencialidad que mantienen los dueños quedan en el anonimato. Son proveedores de distintas instituciones y recuperan libros antiguos de muchas bibliotecas, como es el caso de la del Senado. Antiguamente fue también marroquinería y de este taller salían las fundas del carnet de periodista y las carteras de los ministros. «Ahora se opta por traerlas de fuera, es una pena», afirma Mateos. Lo mismo ha ocurrido con las carpetas de los bancos que han dejado de realizarse en este taller. Cuentan también con clientes particulares y en ocasiones reciben pedidos muy especiales como la de una mujer que llegó con todas las cartas de amor que su padre escribió a su madre en servilletas de los mejores hoteles de todo el mundo. En Calero se realizaron las escribanías para el Hotel Ritz y los estuches para marcas como Cartier, por ejemplo. En lo que se refiere a la recuperación de libros antiguos, «por aquí pasaron los más importantes», cuentan en el taller. Ahora están recuperando los 261 tomos del periódico La Época. «La hija del propietario los quieres recuperar y trae un tomo cada mes», añaden. Y más de un abuelo pasa por allí para encuadernar los comics que leía con su hijo y poder entregárselos a sus nietos. O clientes que llevan muy diversos libros, de malas ediciones, para encuadernarlos e incluso dedicarlos a otra persona.

Y para que estas técnicas antiguas puedan convivir con el siglo XXI, se han especializado en otro tipo de productos. Como es el caso de un álbum en el que además de poder poner las fotos digitales o en papel tiene uan entrada de USB para ver los vídeos. «Tenemos la patente de este producto y funciona muy bien para las bodas o eventos porque es una forma de no perder el vídeo y verlo con mucha más frecuencia», recuerda Nacho

Tanto antes como ahora, lo que parece no cambiar es la alegría de los clientes cuando recogen sus pedidos. Lo que muestra que este tipo de oficios, aunque cada vez más difíciles de encontrar, siguen estando bien reconocidos.

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