El chocolate con churros que conquistó a Don Alfonso de Borbón y Ramoncín

En Los Artesanos 1902 mantienen la centenaria tradición familiar de los Gorrachategui que comenzaron vendiendo churros por las calles de Madrid

El chocolate con churros de esta casa es uno de los favoritos de los madrileños BELÉN RODRIGO

BELEN RODRIGO

En la familia Gorrachategui llevan más de cien años transmitiendo de padres a hijos su particular forma de elaborar churros artesanales . Comenzó Don Florencio, en 1902 , y el oficio lo continuó su hijo Félix , su nieto Galo y su bisnieto Gabi , dueño de la Churrería Chocolateria Los Artesanos 1902. Este último es quien mantiene la tradición familiar y cuenta ahora con la ayuda de su mujer Carmen y de sus hijos, Juan Gabriel, Héctor y Alba.

Don Florencio llegó a la capital procedente de la zona de Navarra. «Se quedaba en la temporada de invierno en Madrid y en verano regresaba al norte a realizar otros trabajos», cuenta a ABC Juan Gabriel Gorrachategui, la quinta generación. Por entonces no había maquinaria, era todo manual, y una vez que aprendió y perfeccionó el oficio comenzó vendiendo churros y porras por las calles de Madrid , en la esquina de calle Atocha con el Paseo  del Prado, con una hornilla fabricada por él mismo. Para calentar el aceite usaba madera y carbón. Ya la segunda generación , encabezada por Félix, «tiene la cumbrera para los churros y porras» y abren una churrería en la calle Ave María . «Mi bisabuelo hacía los churros y mi abuelo y sus primos los vendían por la calle», añade. Eran otros tiempos, «se vendía mucho en los eventos de la calle, eran churros artesanales hechos por verdaderos churreros», explica el joven. Una tradición que se ha perdido en muchos lugares, sobre todo en los puestos , pero que sigue intacta en Artesanos 1902.

Ya establecidos en un local comenzaron a servir chocolate y más tarde se cambiaron a la plaza de Jacinto Benavente. Los cuatro hijos de Galo siguieron con el oficio creando sus propias marcas de churrerías y sus negocios. «Dentro de la familia hay quien pensó que la artesanía pasó de moda, menos mi padre Gabi, que coincide con mi abuelo», resalta Juan Gabriel. Así que Gabi decidió abrir la churrería Los Artesanos 1902, en el 2013, situada en la calle San Martín , muy próxima a la conocida y centenaria churrería San Ginés . «Le decían que estaba loco pero él creía en su producto y en su familia», añade su hijo. Para competir decidió apostar por la calidad, «de lo más alto». No solo en los churros sino también en el chocolate. Los ingredientes de los churros son conocidos: agua, harina y sal. En diez minutos ya está hecha la masa, que se bate con el palo del churrero, y hay que saber dejarla reposar, en función del clima. En esta casa, el aceite de oliva con el que se fríen los churros a 230º se cambia todos los días.

Todos los días se cambia el aceite para freir los churros BELEN RODRIGO

En cuanto al chocolate, «tardamos un poco más en conseguir que fuese perfecto pero lo conseguimos», reconoce el churrero. Comenzaron por traer el chocolate de Brasil, Colombia y Perú «y se muele en Madrid, creando nuestro propio chocolate ». Tardan más de una hora en espesar el chocolate y cuidan mucho la temperatura para que esté perfecto. Al igual que la mezcla con el azúcar, logrando que no esté ni demasiado dulce ni demasiado amargo. «Durante siete meses, una vez a la semana, cuatro de nuestros clientes habituales de distintas edades venían a probar el chocolate. Fui probando la mezcla hasta conseguir que fuese perfecta», relata Juan Gabriel.

Esta quinta generación de churreros comenzó a ayudar en los eventos desde muy pequeños, al igual que sus antecesores. Juan Gabriel recuerda como se divertían haciendo sus masas de churros, con apenas doce años. Fueron creciendo y colaborando con su padre en verano y los fines de semana. «Una vez me quemé el dedo por impaciente y querer hacer todo rápido como mis maestros», recuerda. Después de estudiar Adminsitración y Finanzas, « quise estar al lado de mi padre, como él hizo con el suyo . Es una negocio familiar, de una tradición muy madrileña, y es una pena que desaparezca», reflexiona. Además recuerda que Madrid es de las pocas ciudades en las que se venden churros los 365 días al año y una donde más se consume. También su hermano Héctor, que estudió INEF, trabaja con él y con sus padres, y su hermana Alba, aunque ahora está cuidando de sus dos pequeñas. Su madre, Carmen, «es quien hace los pestiños» . Él y su hermano se turnan con el resto de personal para hacer churros, sobre todo en los meses de más trabajo. También se elaboran porras, churros rellenos de crema o dulce de leche o las flores que van cubiertas de miel, azúcar o chocolate. El café con cuatro churros cuesta 2,5 euros y el chocolate con churros, 3,9 euros.

Pestiños y flores son también muy solicitados en la churrería BELÉN RODRIGO

Público madrileño

« Nos queríamos ganar al público de Madrid, y lo hemos conseguido. Tenemos clientes que vienen todos los días a desayunar o merendar», indica el churrero. Abren a las 7 de la mañana y echan el cierre a la 12:00 de la noche. Hay días como el 1 de enero o los festivos de diciembe en los que se vive una verdadera locura. Al estar tan próximos de Sol es habitual que les lleguen pedios para la Comunidad y el Ayuntamiento. Y entre sus muchos clientes aparecen rostros conocidos como El Mago Pop, Ramoncín, el patinador Javier Fernández y el futbolista Javi Martínez . También se ha podido ver disfrutar de una chocolatada a Don Alfonso de Borbón y su familia, a Emilio Gutiérrez Caba o a Carlos Vives.

Padres e hijos disfrutan del oficio que han vivido desde su infancia y quieren seguir formando parte de la historia de una de las tradiciones gastronómicas más simbólicas de la capital. Y lo hacen con un delicioso chocolate y unos esponjosos y sabrosos churros .

Churros de chocolate y rellenos de crema o dulce de leche BELÉN RODRIGO
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