Un mural de la asociación Contrapoder, en uno de los pasillos de la facultad
Un mural de la asociación Contrapoder, en uno de los pasillos de la facultad - MAYA BALANYA

El campus de Somosaguas, otro avispero radical: «Felipe González no se atrevería a venir aquí»

La Facultad de Ciencias Políticas de la Complutense, cuna de los líderes de Podemos, es la madriguera de los cachorros del movimiento antisistema madrileño

Madrid Actualizado: Guardar
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Son desconfiados y no les gustan las preguntas incómodas. «¿De dónde salís vosotros?», es su calurosa bienvenida. Instalados en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense (UCM), los cachorros del autodenominado antifascismo han hecho de este espacio público, asentado en el campus de Somosaguas (Pozuelo de Alarcón), su particular madriguera. Basta una vuelta por sus pasillos para observar un reguero de pancartas, pegatinas y pintadas relacionadas con la extrema izquierda, en algunos casos, con un mensaje aún más polarizado que la propia doctrina que propugna Podemos, el partido que nació entre estos muros.

Muchos de sus actuales estudiantes reniegan del foco mediático en que se ha convertido el centro desde que Pablo Iglesias, Juan Carlos Monedero o Carolina Bescansa saltaran de sus aulas al primer plano político.

Los acusan de «vendidos» y de haber monopolizado un recinto público que «parece que ahora les pertenece en exclusiva». Algunos como Errejón «han venido a dar una conferencia y se han escuchado pitos», asegura un estudiante. Otros, como Felipe González, víctima de un boicot el pasado miércoles en la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), lo tendrían bastante más complicado. «Aquí no se atrevería a poner un pie, pero tampoco te pienses que le vamos a pegar», afirma con un cierto tono burlón.

Con el escrache en boca de todo el mundo, un alumno de segundo curso apunta al Aula Social, sin ficha en el registro oficial de asociaciones, como posibles participantes. «Son los más ácratas», reconoce. Sentados en un sofá destartalado, varios de sus miembros revelan los vínculos con los vándalos que perpetraron el asalto: «Nos enteramos de lo que iba a pasar a través de los grupos que tenemos de WhatsApp». Aunque dicen que no pudieron ir porque tenían clase, se muestran encantados de lo que pasó el miércoles «con esos dos mafiosos». Explican, además, que en el Aula Social, «un espacio okupa amparado por el Decanato», puede entrar cualquiera, «gente de fuera también», y reconocen que «las cosas se deciden mediante asambleas».

No queda claro si esa presunta democracia atañe también a personas de ideología distinta. En este punto, otro grupo de universitarios tiene claro que es imposible que exista alguna asociación de derechas, puesto que «necesitan primero tener un apoyo popular». Bajo este precepto, entidades no ideológicas como Latveria «han estado bastante machacadas por otras como Contrapoder», explica una exalumna. «Aunque hay personas de todas las ideologías, la gente de derechas es una minoría silenciada», sostiene.

En la cuna de Podemos

En frente de la biblioteca está la sede de Contrapoder, fundada, entre otros, por los propios Pablo Iglesias e Íñigo Errejón. Cerrada a cal y canto, un bedel aconseja no entrar con una cámara de fotos, por el riesgo que entraña: «No la enseñéis mucho, por si os la rompen». A pesar de que la asociación dice «llevar diez años construyendo la universidad desde abajo y a la izquierda», su vínculo con Podemos ha levantado ampollas entre los más radicales. Han perdido peso, pero siguen siendo los más numerosos.

Por el camino han dejado escenas como el asalto a la capilla en 2011, por el que la actual portavoz del Ayuntamiento, Rita Maestre, está condenada a pagar una multa de 4.230 euros.

En 2013, unos 25 radicales se atrincheraron en la facultad impidiendo el paso a profesores, personal del centro y al resto del alumnado. La Policía se vio obligada a intervenir y arrestó a 11 de ellos. Dos años más tarde, el anterior rector de la Complutense, José Carrillo, permitió el acceso a las fuerzas de seguridad para el desalojo de más de un centenar de estudiantes que llevaban encerrados cerca de una semana. La cifra de detenidos superó el medio centenar. «Aquello le costó las elecciones a Carrillo, ya que perdió todo el apoyo de la izquierda», relata la antigua alumna.

Aunque sin duda, el mayor brote de violencia surgió en plena guerra de Crimea: «Vinieron muchos proucranianios, y se armó. Hubo quema de banderas y numerosas peleas con los partidarios de la anexión a Rusia. Fueron días de auténtico miedo».

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