Las fotos de los conocidos escritores recuerdan el pasado literario del café
Las fotos de los conocidos escritores recuerdan el pasado literario del café - BELÉN RODRIGO

Café Varela: el renacer del café de los poetas

Su actual propietario quiere devolver a la ciudad uno de sus locales históricos más emblemáticos. Era punto de encuentro para tertulias literarias y los Versos Medianoche de personajes como Miguel de Unamuno o los hermanos Machado

Madrid Actualizado: Guardar
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Nada queda de los divanes de alto respaldo tapizados en rojo, de los espejos con forma de luna llena ni de las delgadas columnas con floridos capiteles que en su día decoraron el interior del Café Varela, lugar emblemático del Madrid de finales del siglo XIX y XX. Antiguas fotos del Archivo de Madrid nos recuerdan la grandeza del conocido café de los poetas que hace unas décadas fue cita obligada para muchos literatos ilustres como Emilio Carrere, Miguel de Unamuno o los hermanos Machado. Sin embargo, a pesar de las calamidades que ha tenido que vivir el local, se siente en él el espíritu de un café histórico y su actual propietario, Melquiades Álvarez, está dispuesto a convertirlo de nuevo en punto de referencia cultural del Madrid de hoy.

Este empresario gallego llegó a la capital en 1977 y poco después adquirió el local situado en la calle Preciados 37 (esquina con Santo Domingo), «muy degradado, eran los años duros de la droga en Madrid, y la zona estaba muy mal» explica a ABC. Decidió entonces reformarlo y convertirlo en una marisquería que funcionó hasta el año 1996. «Es una pena que por entonces, después de varias obras en el café, no quedase nada de las columnas o los techos, que eran obras de arte», se lamenta Melquiades.

Poco a poco fue conociendo el pasado de este café, abierto por los hermanos Edmundo y Manuel Varela, dos gallegos que hicieron una pequeña fortuna trabajando en el sector avícola, aves y caza. “Los Polleros de Oro”, como les llamaban en el vecindario, se trajeron a su sobrino Silverio para trabajar en el café pasando a ser años después el propietario del mismo. En los registros municipales la licencia del Café Varela data de 1884 pero ya llevaba al menos 12 años funcionado. En pocos años este local pasó de ser un café de barrio a café bohemio. Tomás Luceño, sainetero y taquígrafo del Senado, vecino de la Cuesta de Santo Domingo, fue el primer cliente escritor. Allí junto a la consumición recibían pluma y un tintero. Después llegarían Eduardo Zamacois, Jacinto Benavente (que trazará en el Varela su obra La losa de los sueños), Emilio Carreré, los hermanos Machado y Unamuno, entre otros, que animaron las tertulias literarias. Alberti y María Teresa León también frecuentaban el Varela, así como Francisco Franco, siendo comandante general de Canarias, en este caso para cenar en el café. Olga Ramos realizó en Varela la última actuación en vivo del local y después se instalaría en la calle La Palma abriendo su propio café.

Durante la guerra, se convirtió en un comedor social, y tras el conflicto bélico el café fue recuperando su pasado. Pero duró poco, Don Silvestre murió en 1944 y los descendientes lo traspasan a don José, que realiza cambios e introduce un tablao para dar conciertos de música clásica. Aparecen nuevos cafés como los Manila o California y Varela se mantiene gracias a la música y a la poesía popular. Allí se celebraban los Versos a Medianoche.

Recuperación del Café Varela

Melquiades Álvarez adquirió todo el edificio del antiguo café antes del año 2000 y decidió abrir un hotel ( Hotel Preciados) y recuperar el Café Varela, que funciona como cafetería del hotel así como para clientes de fuera. «Me di cuenta de la grandeza de este café, del que pude recuperar únicamente la placa que existía de Emilio Carreré», fallecido en 1947, un homenaje realizado por sus compañeros poetas. «Desde que abrimos han pasado por aquí muchos antiguos clientes, entre ellos escritores y se ha intentado recuperar las tertulias. De momento hemos creado los Premios Café Varela, que ya van por la tercera edición y estamos estudiando recuperar el Premio Sésamo de novela corta», explica el propietario.

Placa centenaria con ilustración de Mingote
Placa centenaria con ilustración de Mingote - B.RODRIGO

También pretende que el hotel se relacione más con el mundo de la literatura. «A nuestros clientes, sobre todo americanos, les llama mucho la atención la historia del café. En el hotel tenemos una habitación que se llama Hemingway, y es la que más reservan. La ventana da al Callejón de la Ternera donde estaba el restaurante que frecuentaba». No descarta dar nombre de otros escritores a las habitaciones, como ya ocurre en los salones y pretende poner una librería donde los huéspedes puedan relajarse y leer.

Actualmente en el café se sirven los desayunos de los huéspedes y a partir de las 11 está abierto para los clientes de fuera. Se puede tomar el aperitivo, comer, merendar y cenar, y han optado por una cocina internacional. «La clientela es muy diversa, se mezclan turistas, políticos, artistas y escritores», afirma el dueño. Su proyecto es poder convertir de nuevo el café Varela en «un café histórico de Madrid, que ha perdido casi todos los que tenía». Poco a poco se irán incorporando objetos de la época de esplendor, como los molinillos grandes de café que se usaban en los siglos pasados. Para Melquiades Álvarez, «recuperar este lugar histórico es una gran satisfacción».

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