En esta bodega se encuentra la cerveza checa Pilsner Urquell
En esta bodega se encuentra la cerveza checa Pilsner Urquell - BELÉN RODRIGO

La bodega de la Ardosa, primera distribuidora de la cerveza Guinnes

La familia Monje apostó por las cervezas internacionales y aumentó su fama con las tortillas de patata de Conchita

MADRID Actualizado: Guardar
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La bodega de la Ardosa de la calle Colón (fundada en 1892) fue uno de los más de 20 despachos de vino que Rafael Fernández Bagena tuvo en la capital a finales del siglo XIX. Tenía viñedos propios en la comarca vitivinícola toledana de La Ardosa y decidió abrir los locales para vender su producción de vino. El negocio fue pasando de generación en generación hasta que los nietos decidieron venderlo. Gregorio Monje trabajaba en la carnicería Bolonia, junto a la bodega y acabó por comprarla en 1970 para alquilarla pero las personas que se hicieron cargo no tuvieron mucha suerte. Así que decidió dejar la carnicería y ponerse él mismo, junto a su familia, al frente de la bodega a partir de 1979.

Su mujer Conchita y sus hijos Rafael y Ángel le ayudaron a dar fama a este local. «Gregorio fue una persona muy visionaria con un carácter espectacular, todavía hoy las personas preguntan por él», explica a ABC Víctor Manuel Díaz Frey, actual gerente de la bodega y socio de Ángel, hijo de Gregorio. «Fue el primer importador de la cerveza Guinness en España, todavía se conserva el primer grifo en La Ardosa», cuenta Víctor. También abrió el primer bar irlandés en Madrid en la calle Valverde.

Las alcachofas son uno de los platos estrella de la bodega
Las alcachofas son uno de los platos estrella de la bodega - B.RODRIGO

La apuesta por las cervezas internacionales y artesanales estuvo acompañada de la buena mano en la cocina de Conchita. Sus tortillas se hicieron pronto famosas, participando en concurso internacionales, y sus sándwiches vegetales, «que todavía hoy nos los piden». Se inventó la hamburguesa española, con filete ruso en pan rústico y otro plato estrella fue y sigue siendo las alcachofas, confitadas y a la parrilla, que se encuentran únicamente en temporada. Goyo, como le llamaban los amigos, acabó por delegar el negocio en su hijo Ángel, «un chico también muy visionario e inteligente», dice su socio. Por entonces en el barrio había mucha droga y delincuencia. «Gracias a las cervezas extranjeras se consiguió realizar una selección de público con mayor poder adquisitivo y eso marcó la diferencia en un barrio entonces degradado», comenta Víctor. «La bodega comenzó a crecer más y hasta hoy». Fue hace cinco años cuando Víctor se asoció con Ángel en La Ardosa y hace uno abrieron un bar, Casa Baranda, en el local de al lado. Está especializado en los licores de Jerez y se pueden encontrar vinos con más de 50 años. La zona de Fuencarral se ha transformado en los últimos anos «y eso se ha notado en nuestra clientela, ahora es un barrio muy entrañable y sociable». La cerveza irlandesa Guinness y la checa Pilsner son las reinas de esta casa, junto con una escocesa artesanal. Sin olvidar el vermut de grifo, «que nos lo hacen en una bodega para nosotros, no es tan amargo como los comerciales», desvela el gerente. «Vienen a tomar el vermut de todas partes de España, y también tenemos muchos extranjeros por tener cervezas internacionales».

Edificio protegido

El aspecto de la bodega de la Ardosa poco ha cambiado desde su apertura y está clasificado como edificio protegido. Las mesas son antiguas barricas, algunas con litros de vermut en su interior. Y lo que tampoco se ha alterado es el hábito que tienen diferentes generaciones de una misma familia en visitar esta bodega para tomarse su vermut o su cerveza. «Es esta bodega se aprende mucho y se crean muchos temas de conversación. Hay un público muy mezclado, encuentra jóvenes de 20 años y personas de 80, en muy buen ambiente», asegura Víctor. Habla, por ejemplo, del señor Rafael, un cliente de cierta edad que ya es toda una institución en el local con el que todos se vuelcan.

Las tortillas de Conchita son de las más famosas de Madrid
Las tortillas de Conchita son de las más famosas de Madrid - B.RODRIGO

Goyo falleció en 1995 y Conchita está jubilada «pero sigue viniendo a tirarnos de las orejas, nos regaña si hacemos las cosas mal», comenta Víctor. La tortilla mantiene su fama, y hay días que pueden llegar a hacer 70 unidades. «Tenemos la cocina siempre abierta, hasta las dos de la madrugada, y puedes venir y te hacemos una tortilla de patatas en el momento», comenta el gerente. Así lo hacen mucho de los que salen de copas. El pincho cuesta 2, 95 euros. Para comer hay una variedad de raciones «porque aquí se come de tapeo». A Ángel Monje le gusta mucho viajar «y trae ideas de otros lugares y las introduce en la carta, se pueden encontrar recetas de toda España». Como aperitivo suelen dar aceitunas, patatas fritas, unos torreznos s diferentes (viruta de torrezno) y el aperitivo madrileño o pirulí (pepinillo, anchoa, pimiento morrón y aceituna rellena de anchoa).

Entre las anécdotas del local Víctor habla de la llegada de los directivos de Guinness para decidir si autorizaban o no la venta de esta cerveza. Por entonces él no estaba, pero le contaron la historia padre e hijo. «La bodega tiene una cueva con barricas de vino y allí se pasaron horas bebiendo, acabaron encantados pero borrachos, y aceptaron que fuesen los primeros distribuidores de España». Antiguamente se celebraba un concurso para saber quién bebía más Guinness «pero acabó prohibiéndose porque incitaba a la bebida. Pero algunos de los que participaban siguen siendo nuestros clientes». Entre sus actuales clientes habituales se encuentran muchos actores y periodistas, y también políticos.

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