Pináculo de la Basílica de Goya con la estatua de la Purísima Concepción
Pináculo de la Basílica de Goya con la estatua de la Purísima Concepción - ABC
Día de la Inmaculada

«La Blanca», la Purísima Concepción de 5 toneladas que iluminó el barrio de Salamanca en 1914

La estatua que remata la Basílica de Goya se eleva 65 metros sobre el suelo hasta su pináculo metálico. Fue todo un hito para la época y abrió Madrid a nuevas formas de construir sus templos

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«Grandiosa, augusta, elegante y severa». Así se muestra, sobre los madrileños del barrio de Salamanca, la imagen de la Purísima Concepción que remata la Basílica de Goya. Obra de Rafael Algueró, sus 5 toneladas se elevan 65 metros sobre el suelo hasta su pináculo metálico. Fue el remate de un edificio único en su momento que rompió los moldes y que el año pasado cumplió su primer centenario. Entre otras cosas, fue una de las primeros templos de Madrid que iluminó su torre.

Así fue por expreso deseo de los feligreses de esta parroquia de la Concepción de Nuestra Señora que costearon de su propio bolsillo tres horas diarias de iluminación. A este atractivo se le añadía el de sus siete campanas —«hechas por encargo en Palencia por un coste de 20.000 pesetas», relataba ABC en 1914— de las que hoy se conservan cinco que solo suenan en días señalados.

La mayor de ellas, de una tonelada, se llama «Inmaculada».

La iglesia neogótica de Goya —hoy Basílica Menor tras la concesión del Papa Francisco— nació en este exclusivo barrio madrileño en 1902. En la colocación de su primera piedra estuvo presente Alfonso XIII. Hoy luce como nueva tras sus reciente reforma. Antes de estar ubicada en plena calle Goya, el templo original estuvo situado en la calle Hermosilla esquina con Claudio Coello. «La aristocrática feligresía del barrio de Salamanca necesitaba erigir a su excelsa Patrona una parroquia digna de Ella, grandiosa, augusta, elegante, severa, que sustituyese a la vetusta y humildísima iglesia que la acción implacable de los años amenazaba derrumbar», recogía ABC en sus páginas un día antes de su inauguración en 1914.

El acto, un lunes 11 de mayo, fue portada en ABC. Asistieron el Rey Alfonso XIII, su esposa la Reina Victoria Eugenia y otros miembros de la realeza española como Isabel de Borbón, Paz de Borbón, Pilar de Borbón y Fernando de Borbón-Dos Sicilias. Pero antes de verse concluida, esta obra de los arquitectos Eugenio Jiménez Correa —que levantó sus pilares hasta que falleció en 1910— y de Jesús Carrasco, vivió un particular periplo que duró doce años.

Ante la escasez de recursos, los trabajos no avanzaban al ritmo deseado. Varias veces se vieron interrumpidos y el asunto llegó incluso a tratarse en el Senado con «el señor ministro de Gracia y Justicia para que atendiera la necesidad de concluir las obras». Ante la crítica situación, los terrenos estuvieron a punto de ser vendidos. Pero, afortunadamente, el empuje definitivo de varias familias aristocráticas —«de las que bien quisiéramos consignar sus nombres para perpetuar tan hermosa acción, pero por no molestar en lo más mínimo su modestia desistimos de ello», relataba ABC— consiguió poner en pie esta parroquia.

Convertida en garaje durante la Guerra Civil

Estado del la iglesia de Goya tras la Guerra Civil
Estado del la iglesia de Goya tras la Guerra Civil - ARCHIVO DE ABC

Su interior estaba decorado por numerosos retablos, todos ellos desaparecidos y destruidos durante la Guerra Civil. Fue, sin duda, su peor trance cuando, expoliada de todos sus bienes, fue convertida en un garaje para automóviles. Tras la contienda, el templo dedicado al dogma de la Inmaculada necesitó más de una década para recobrar la normalidad.

Tras la contienda, el templo dedicado al dogma de la Inmaculada necesitó más de una década para recobrar la normalidad. Todo se tuvo que hacer nuevo: el altar mayor, las imágenes, las vidrieras, los retablos de las naves laterales... El actual retablo mayor, realizado en madera de nogal y castaño, es obra del artista burgalés Valeriano Martínez. Pese a su belleza no es el elemento más valioso del templo. Su verdadera joya, el retablo del Cristo de la Salud, pasa casi inadvertida. Se encuentra en la nave lateral derecha y sus imágenes, que representan un Calvario gótico primitivo, son anteriores a 1239. La talla es una de las más adoradas por los feligreses de esta parroquia, junto a otras como el Niño Jesús de Praga, Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa, el Sagrado Corazón o la capilla del Perpetuo Socorro. En 1985 fue nuevamente reformada. En un estado ruinoso, el templo tuvo que ser remozado casi en su totalidad, incluido el pináculo metálico coronado por la Purísima Concepción.

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