Alberto Varela - Crónicas Atlánticas

El traje nuevo de Caballero

Los espectaculare resultados de 2015 lejos de consolidarlo como líder político incombustible lo que está haciendo es alejarlo de la realidad

Alberto Varela
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La de Abel Caballero es una trayectoria política curiosa. Ministro de Transportes con Felipe González en los 80 y candidato a la Xunta en el 97 con un resultado tan malo- el BNG les pasó por delante- que el Partido Socialista tuvo que pasar por una larga etapa en la UCI antes de levantar la cabeza de nuevo.

La culpa de ese fracaso no fue sólo suya, pero el actual alcalde de Vigo supo retirarse a un segundo plano, renunciar a ser portavoz parlamentario y apostar por echarse a un lado y retirarse en la Universidad. Pocos sospechaban que su vuelta a la vida pública en 2005 como presidente del puerto olívico era la antesala del éxito como regidor, primero con apoyo del nacionalismo, ahora con mayoría absoluta.

Lo que pase en el futuro ya lo veremos, pero no descarten nuevos altibajos porque los resultados espectaculares que consiguió en las municipales de 2015, lejos de consolidarlo como líder político incombustible lo que está haciendo es alejarlo de la realidad. El ayuntamiento pide a gritos abrir las ventanas para ventilar, pero él no es consciente de que su proyecto político está mostrando signos de agotamiento.

Es cierto que Caballero ha aprendido mucho y que se ha convertido en un alcalde cercano, más de calle que de despacho, que no tiene reparo en tocar la guitarra o en saludar a todo el mundo en las fiestas, pero detrás de ese mundo feliz se esconde un Plan de Urbanismo anulado que ha puesto en peligro el crecimiento de la Citroen, un transporte metropolitano paralizado o una negativa incomprensible a adherirse al programa de la Xunta de viviendas vacías. Parece que prefiere discriminar a los vigueses a que sean otros los que lleven cosas buenas a la ciudad, y eso no es bueno.

La mayoría absoluta lo ha convertido en una especie de emperador desnudo al que nadie le avisa de que no lleva ropa. ¿Quién de los suyos se atrever a decirle la verdad? La política es cruel, se lo echarán en cara cuando caiga, mientras tanto todo van a ser sonrisas.

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