La otra cara de la acogida gallega de refugiados

Dos familias sirias instaladas en Lugo se quedan sin ayudas después al agotar el año y medio de prestaciones del Plan Nacional de Reasentamiento

Llegada de un grupo de refugiados sitios al aeropuerto Adolfo Suárez-Madrid Barajas EFE

ABC.ES

Año y medio, ese ha sido el periodo dado por el plan de acogida del Programa Nacional de Reasentamiento a las familias sirias de refugiados llegadas a España, un periodo que, sin embargo, no ha sido suficiente para dos familias asentadas en Lugo y que, lastradas por la falta de oportunidades laborales , se quedan ahora sin ayudas para continuar su vida en Galicia.

Los afectados por esta situación llegaron a Galicia en 2016 procedentes de Líbano, donde permanecieron refugiados durante varios años desde su salida de la ciudad siria de Homs, de las más castigadas por la guerra. Se trata de dos familias que suman en total siete niños y que, inicialmente, marcaron su lugar de residencia en Sarria con la colaboración de la Xunta y de la Cruz Roja.

Año y medio después, una de las familias sigue viviendo en Sarria, mientras que la otra se trasladó a Lugo. Sin embargo, para ambas la situación actual es «angustiosa» por la falta de oportunidades y de recursos que el plan de acogida les brindaba.

Tal y como ha explicado a Europa Press Fadile Chami, representante de la asociación gallego-siria SAWT, que permanece en contacto «estrecho» con estas familias, el pasado mes de enero recibieron «de imprevisto» la noticia de que el programa de acogida estaba próximo a concluir.

«No sabían que iba a durar solo año y medio», apunta Fadile Chami, al tiempo que hace hincapié en el modo en el que la falta de trabajo y oportunidades económicas está lastrando la integración de estas familias. Los hijos de ambas unidades familiares se encuentran plenamente integrados en sus colegios y las familias residen con normalidad en las localidades.

Sin trabajo estable

Sin embargo, el trabajo estable no ha aparecido en este periodo y, una vez concluidas las ayudas, desconocen de qué modo podrán afrontar el pago de gastos o incluso el alquiler de la vivienda.

En el caso de la familia residente en Sarria, el padre de familia era sastre de profesión y, de hecho, adquirió una máquina de coser con la intención de poner en marcha este negocio . Su mujer estuvo colaborando durante algún tiempo en el comedor escolar de la localidad, aunque sin continuidad.

Pasado el tiempo, el proyecto no ha fructificado y la familia ahora afronta el fin de las ayudas sin expectativas laborables, aunque dispuestos a trabajar «de cualquier cosa» con la intención de poder permanecer en Galicia y «dar un futuro mejor» a sus hijos.

Servicios sociales

Las familias sirias en Galicia se sienten ahora «dejadas de lado» por las autoridades, que las remiten a los servicios sociales municipales para solucionar su situación. El punto más urgente, apuntan desde las entidades sociales de ayuda, es el pago del alquiler .

Hasta el momento, las familias contaban con la ayuda de Cruz Roja que, a pesar de la finalización del programa, continúan en contacto con ellas. Además, la familia de Sarria ha mantenido ya una reunión con los trabajadores sociales municipales, que intentarán ayudarles para que permanezcan en el municipio.

Sin embargo, Fadile Chami ha hecho hincapié en que el proceso para activar estas ayudas de los ayuntamientos puede tardar entre dos y tres meses , un periodo en el que desconocen cómo harán frente a los demás gastos. «Estamos preocupados por dos familias que se están quedando sin amparo, sin dinero, sin saber lo que va a pasar en el futuro», ha dicho la activista, también siria.

Estas familias son de las pocas que, asentadas en Galicia, continúan resistiendo en la Comunidad. Muchas otras optaron por irse a otros países, donde los refugiados tienen más oportunidades laborales. Es el caso de tres familias sirias residentes en Lugo, o de los refugiados que llegaron hace año y medio a Vigo, y que actualmente residen en Alemania. Para las familias que todavía están en Lugo, la situación se complica por los niños, que se encuentran «plenamente integrados».

En los planes de estas familias, explican desde las asociaciones que los ayudan, está el poder regresar algún día a Siria, cuando la situación «mejore» . Por el momento, la falta de trabajo se perfila como el elemento que más lastra el poder iniciar una nueva vida lejos de la guerra.

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